#8M Caso Rosalía: “O no sabemos nada o somos capaces de todo”

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(Por Giuliana Crucianelli) Ser mujer, pobre, madre sola de cuatro hijes, trabajadora precarizada y vivir en una zona rural como Argerich se vuelven condición para la justicia al momento de firmar sentencia condenatoria. Las doctoras en Historia Graciela Hernández y Jessica Visotsky analizaron en FM De la Calle la realidad sociocultural en la cual estaba inmersa Rosalía desde una perspectiva de género.

“Creemos que hay un mandato de la maternidad y de la ‘buena madre’ que se le está exigiendo. Es un fallo con una fuerte impronta moral y patriarcal. Ahí tenemos la doble vara con la que se mira a las mujeres: o no sabemos nada o somos capaces de todo”, señalaron.

La mujer parió sola en su casa de Argerich en 2005, se desvaneció y la criatura murió. El Tribunal Criminal Nº3  la condenó a ocho años de prisión por homicidio calificado.  

El informe de las historiadoras está elaborado a partir de entrevistas a familiares de Rosalía y da cuenta que “las múltiples violencias que ha atravesado en su vida Rosalía, la violencia acumulada, las intersecciones de opresiones que ha sufrido e incluso su relación con los partos, con la crianza inmediata posterior, se explican en gran medida por aspectos vinculados a factores sociales y culturales”.

“Pudimos ver como las condiciones de ruralidad casi impensadas en ese lugar, con semejante aislamiento, han naturalizado cuestiones que a cualquiera nos parecerían una epopeya y a ellas les parecía normal. En Argerich no alcanzaba a llegar la ambulancia, el primer hijo de Rosalía lo atendió el papá de ella, el abuelo. En el campo se acostumbraron a esas condiciones y lo consideraban un experto al papá de Rosalía porque atendía el ganado”, apuntó Hernández.

Las investigadoras se detuvieron en la responsabilidad que recae sobre la Universidad Nacional del Sur por tratarse de una trabajadora precarizada del frigorífico La Gleba. “Esto nos involucra directamente a la universidad. Mencionamos la dimensión subjetiva de trabajadoras en contexto de precarización laboral. Muchas investigaciones dan cuenta de estrategias de resistencia, que la negación y el ocultamiento son formas de resistir a los estigmas”.

“Otra de las cosas que mencionamos es cómo las condiciones de vida en contexto de ruralidad, de precarización laboral, de jornadas laborales extenuantes y, asimismo, con cuatro hijos, hacen que se ejerza una ciudadanía débil y que no se vayan exigiendo derechos que tiene que ver con la vida digna”, argumentó Visotsky.

Por otro lado, las investigadoras se refirieron a la mirada de la justicia ante el caso: “El fiscal dice qué mujer no sabe atar un cordón. Ella tendría que haber sido lo suficientemente ‘madre’ como para ser capaz de parir sola, cortar el cordón, atarlo bien, todo con su hija de 12 años al lado que estaba asustada”.

“Es como que las mujeres saben, a pesar de todo, lo que tienen que hacer. Como un instinto, se está pensando que si lo hacen las perras y las gatas por qué no puede hacerlo una mujer como si tuvieran la misma condición”, dijo Hernández.

Por último, Visotsky comentó que en el informe se refieren al “policiamiento de las familias”. “Estamos ante un Estado que tiene una relación con las mujeres del tipo policial, que nos judicializa pero que está ausente para darnos lugar a una vida digna”.

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