“La trata de mujeres es la esclavitud más antigua”

En el último encuentro de la Cátedra Abierta de Violencia de Género, la escritora Myrtha Schalom, visitó nuestra ciudad para hablar de prostitución y explotación del cuerpo de las mujeres. FM De la Calle dialogó con la autora de “La Polaca” y “La sangre que corre”.

En su libro “La Polaca”, Schalom cuenta la historia de Raquel Liberman, joven inmigrante judía que llegó a la Argentina en la década del ‘30 con sus dos hijos para reunirse con su marido. Buscando trabajo como costurera fue atrapada por una red de proxenetas que la obligó a ejercer la prostitución forzada.

Raquel denunció a más de 300 tratantes y 108 fueron detenidos. La historia de “La Polaca” tiene similitudes con el caso de Alika Kinan: “Ha pasado un siglo y medio y es una mujer en Tierra del Fuego que se atreve a romper el silencio porque ese es el primer paso, como Raquel,  quien dio ese paso tan valioso de una mujer que no sólo acusa al último proxeneta que las vuelve a meter en el prostíbulo del que había salido, sino que ella acusa a toda la organización, una de las más importante del principios del siglo XX”.

La red de proxenetas Zwi Migdal se escudaba bajo el nombre “Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia” que en siglo XX traía mujeres de Europa para explotarlas sexualmente se desarticuló gracias al testimonio de Raquel, aunque años después muchos fueron absueltos.  “Una de las ironías, de las hipocresías del juicio, de la sociedad, es que les van decir que no se presentaron víctimas para fortalecer la declaración de Raquel Liberman”, contó Schalom.

“Sabemos perfectamente cómo esa esclavitud en los prostíbulos, lo que provoca en ellas, todo un cierre de la garganta para poder hablar. Por eso es tan importante que aquellas que quieren salir, que quieren ser libres, que quieren respetar su propio cuerpo, puedan romper el silencio. Esto no es nada fácil, porque tampoco vamos a ser hipócritas, hay una sociedad que las naturalizó, hay una policía que sigue teniendo los edictos contravencionales, cuando en realidad la mujer no tiene porqué ser perseguida, sino que hay que perseguir al proxeneta que la explota, sabemos que siempre hay atrás un varón explotador”.

La historia de Raquel sigue vigente “pero eso no nos tiene que desanimar en la lucha que nos proponemos. Tenemos que mejorar la vida de las mujeres y no llamar ‘clientes’ a aquellos que son demandantes de la prostitución. Para mí lo fundamental es empezar desde la más tierna infancia con la educación sexual integral, porque primero tenemos que prevenir que una adolescente, niña acceda a la prostitución. Tenemos que solidarizarnos con las docentes para que tenga una mirada de género porque sabemos realmente que muchísimas escuelas esto no lo tratan”.