Seguir el curso

(Por Astor Vitali) Escribir sobre lo que nos pasa es una tarea difícil. Pensar el mundo que se habita es una empresa imposible ya que es pensar el mundo del cuál uno mismo es parte, es decir, pensar algo en estado vital, un órgano viviente del que se es partícula. Toda pretensión de alejarse para observar con una medida subjetividad es en vano.

Sin embargo, más problemático resulta transitar la existencia social sin reflexionar acerca de lo que ocurre. A la deriva, como una piedra de río, puede cada partícula del cuerpo social transitar un rumbo fijado por la corriente o quedar presa de su suerte contra un montículo de tierra por largos períodos.

Estoy pensando que la vida de muchos ciudadanos y de muchas ciudadanas de nuestra comunidad asemeja un montículo de piedras arrumbadas por la corriente. Pero ¿quién dicta el curso de la corriente? Visto desde dentro del agua, el devenir del nuestro curso parece guiado por un canal natural. Sin embargo, quienes no están al borde del ahogo y logran pisar tierra, caminar unos quilómetros adentro y observar el paisaje, pueden tomar nota de que el canal no es natural.

Los ingenieros de obra cobraron y se fueron. Quedan algunos capataces vernáculos que van tirando tierra en los bordes para que el curso no varíe y para que ninguna piedra evite la corriente.

El canal visto desde afuera tiene un aspecto poco agradable y no sé entiende por qué los ingenieros han diagramado esa vía de tal forma que casi todas las piedras se estancan y muchas giran sobre sí mismas.

Sobre el final del rumbo de agua –o en el inicio, nunca se sabe- un filtro oxidado deja salir del curso o más bien extrae las piedras preciosas y el agua más pura. Nadie conoce su destino. Alguien goza de sus mieles.

Mario Wainfeld editó hace pocos días Estallidos argentinos. Cuando se desbarata el vago orden en que vivimos. Un libro que aborda la Historia reciente, es decir, el curso del agua que nos va llevando. La publicación reseña 10 hechos de la Argentina contemporánea intentando reducir lo contado a lo sustancial. Es destacable la escritura de líneas que buscan articular la compresión del contexto cultural e idiosincrático en el que se sucedieron los hechos.

“Santiago Maldonado y Rafael Nahuel murieron en medio de una guerra que jamás existió, con un intervalo menor a cuatro meses. Ambos en el contexto de operativos represivos ilegales, Santiago, hostilizado y sitiado por la Gendarmería, en un paisaje hosco y frío de Chubut. ´Rafita´ cayó baleado por la Prefectura durante un día soleado y luminoso, en Bariloche.

El gobierno del presidente Mauricio Macri necesitaba un enemigo interno. En el marco de la globalización, la existencia de la gente común es atravesada por inseguridades y miedos. A menudo se canalizan a través del odio no a quienes causan sus padecimientos, sino al prójimo o a determinados prójimos. El odio al diferente (´heterofobia´) puede ser más o menos espontáneo o conducido por las autoridades políticas. Les sirve para varios fines: desviar la atención ciudadana, focalizar la peligrosidad en grupos resistentes, agredirlos con anuencia social. El macrismo encañonó a la Resistencia Ancestral mapuche (RAM), un movimiento de reivindicación real al que la imaginería oficialista transformó en un grupo terrorista, implacable, dispuesto a –y con recursos para- secesionar territorios de la Argentina y formar un nuevo Estado. Remembranzas de los Balcanes, delirios como el Plan Andinia, (ab)uso del racismo y la discriminación tan de moda en el planeta”.

Acabo de citar dos párrafos de la publicación señalada. Dos párrafos que contextualizan hechos que resultarán escandalosos para la Historia, cuando se señale que ministros de la democracia llaman a la población a armarse y justifican asesinatos por la espalda de pibes a manos de las fuerzas de seguridad.

La pretendida objetividad de los pobres manuales de estilo de la actualidad, abonado por la urgencia de la redacción web, supone que cada notita “informativa” debe estar desprendida de contexto y señalar “hechos”. Por ejemplo, podría titularse:

“Volanta: Otra vez

Título: Toma ilegal de tierras

Bajada: Desconocidos ingresaron ilegalmente a terrenos cuyos propietarios detentan título de propiedad. La policía señaló que actuará con firmeza. El municipio pide no politizar el tema”.

Intentarían justificar luego en el mini desarrollo de la nota que una serie de personas tomaron por la fuerza unos terrenos cuya titularidad registral pertenece a un sujeto cualquiera. En cambio, eso no alcanza a reflejar lo ocurrido. La noticia así planteada desinforma.

Podría escribirse en cambio:

“Volanta: Déficit de vivienda

Título: Veinte familias sin techo toman tierras

Bajada: En el contexto de un déficit habitacional que comprende a más de 20 mil familias, durante la mañana de hoy un grupo de trabajadores ocupados y desocupados decidió tomar terrenos ubicados en xxx. Habían solicitado audiencias con autoridades municipales. Ante la falta de respuesta, decidieron realizar esta medida”.

¿Ahora se entiende, no? ¿Ahora está expresada la magnitud del hecho? ¿Unos diarios lo ubicarían en Policiales y otros en Política?

Creemos que es preciso pensar un poco acerca del curso del río, cambiar los planos y realizar una obra en la que las piedras encuentren salida.