Caída de actividad por COVID: ¿la única alternativa es la reapertura?
(Por Astor Vitali) La actividad económica se ve afectada en contexto de pandemia. Hecho que resulta evidente. Entonces, una situación especial requiere medidas especiales. Sin embargo, desde el oficialismo local la única medida que proponen es la apertura de la actividad comercial de manera indiscriminada como si no hubiera una situación particular. Es la locura de actuar con normalidad en una situación completamente anormal. Sin perjuicio de esto, es claro que el reclamo por la caída de la actividad económica debe ser atendida. Pero ¿la reapertura como si nada es la única posibilidad?
Al día siguiente del decreto que pone a Bahía Blanca nuevamente en fase 3, Juntos por el Cambio emitió un comunicado en el que cuestiona la medida por arbitraria y estipula que hay que tener en cuenta a los sectores comercial y empresario. Asume de manera temeraria, además, la postura de que no sería la apertura de la actividad económica la causante del exponencial aumento de contagios.
Desde el punto de vista científico, semejante afirmación carece de todo sustento dado que sí está comprobado que a mayor circulación mayor contagio; que las personas en situación social tienden a relajarse y por ende exponerse y exponer a otros al contagio del virus; y que a medida que el gobierno municipal decidió entregar “permisos precarios” los casos en la ciudad fueron en aumento hasta poner al sistema sanitario en situación límite, tal como lo han expuesto las asociaciones de profesional.
Es decir, “volver a la normalidad” implica necesariamente mayor cantidad de contagios (y por ende de muertes) y el colapso del sistema sanitario. En otras palabras, ninguna postura razonable aconseja actuar como si no pasara nada y abrir a la actividad “normal” si no que todos los consensos sanitarios están puestos en la idea de que hasta que no haya vacuna las únicas medidas posibles son distanciamiento, aseo de manos y uso de tapa boca y nariz. Se expresó con toda claridad la necesidad de disminuir los índices de movilidad.
Ahora bien, el hecho de que sea desaconsejable la reapertura de las actividades significa que esas actividades no podrán solventarse y con ello, no sólo aumenta el endeudamiento, sino que se pone en riesgo la continuidad de muchos comercios y PyMES. Este aspecto requiere de políticas activas para asistir a esas actividades.
De más está decir, por otra parte, que reapertura económica no es en este contexto sinónimo reactivación. Apenas podría significar disminución de la caída.
A nivel país, se establecieron algunas medidas como por ejemplo pagar la mitad de los salarios desde el estado a más o menos la mitad de los trabajadores y las trabajadoras. Para el sector informal se articularon los IFES –espaciadas e insuficientes-. A nivel local ¿qué medidas se establecieron para asistir a aquellas actividades impedidas de llevarse adelante por razones sanitarias? ¿Cuáles?
La única idea que se le cae a Juntos por el Cambio es “volver a la actividad”. Esto implica, además de la inconciencia de las consecuencias sanitarias ya expresadas en estas líneas y por profesionales de la salud, una actitud totalmente ausente por parte del estado. El mensaje es: “abran su comercio, rebúsquensela como puedan y expóngase a la enfermedad. Eso sí, cumpliendo todos los protocolos (sic)”.
Lo que hace la conducción amarilla es tomar el consejo sanitario para la acción política: se lava las manos.
No es cierto que no podrían buscarse alternativas para asistir a los distintos sectores. No es para nada cierto. El precisamente el estado aquel que tiene la capacidad para obtener los recursos necesarios para garantizar dignidad de vida a toda la población. No puede ser “abrí tu negocio, no más” concebida como una política económica en contexto de pandemia.
Deberían instrumentarse los mecanismos para que cada sector pueda cuidar su salud, la salud de sus trabajadores y de sus trabajadoras y no sucumbir en este contexto de difícil tránsito.
Bahía Blanca tiene un presupuesto de más de nueve mil millones de pesos de los cuales se ha destinado un número ínfimo en materia de emergencia sanitaria. ¿Por qué no reorientear recursos para asistir a los sectores que reclaman por la caída de la actividad?
Podrían decírsenos dos cosas en contra. La primera es que hubo menor recaudación por lo que el presupuesto votado no cuenta en sí con los recursos previamente estipulados. La segunda, que no alcanza para todos los sectores.
En ambos casos y en una situación de emergencia sólo cabe responder lo siguiente: si hubiera voluntad política, el gobierno tiene las herramientas para obtener recursos a través de gravámenes especiales o excepcionales que se aplican, por sentido común, a esta situación especial.
Hubo sectores que nunca pararon. El puerto no para y la economía de las firmas trasnacionales emplazadas en el polo petroquímico tampoco. ¿Por qué nadie está discutiendo una tasa especial para poder afrontar la situación y asistir a los sectores afectados de la economía local?
A esto hay que sumar el siguiente elemento: la crisis sanitaria la estamos pagando todos los sectores menos quienes han continuado con su proceso de obtención de riqueza. ¿Cuánto dinero estás aportando vos, por ejemplo, a una asociación civil, a una organización social, a un comedor, a los cada vez más frecuentes vendedores que tocan el timbre a toda hora, a través de tus impuestos a los que te cuesta más pagar, a través de alguna actividad laboral secundaria que tuviste que dejar de hacer para disminuir la movilidad y preservar tu fuente central, a través de dejar de hacer la changa para no enfermar, a través de tu endeudamiento personal, a través de millones de formas de subsidiar la política sanitaria que todo ciudadano o ciudadana de a pie está llevando a cabo? ¿Cuánto dinero estamos aportando?
En cambio ¿el único sector que no pierde económicamente es al mismo tiempo el único sector al que no se le pide que ponga algo para tamaña emergencia humanitaria? Esta situación representa un absurdo total y representa también qué tan dañado está nuestro sistema de ideas y de valores que en lugar de pensar en primer lugar en haber instrumentado algún mecanismo de esta naturaleza nos estamos peleando entre quienes contamos monedas (en moneda nacional) para ver quién sufre un poco más o un poco menos el impacto económico, al mismo tiempo que exponemos nuestra salud tontamente.
No es cierto el planteo que lleva adelante el oficialismo basado en que la única posibilidad es otorgar “permisos precarios” para “abrir la economía”. Se pueden instrumentar mecanismos (como ya lo hicieron muchos municipios sin que en ninguno se haya por ello establecido un estado soviético, es sólo sentido común) que permitan que el estado municipal se nutra de recursos para abonar a que no se derrumbe la actividad al mejor estilo darwinista.
No se discute nada de esto porque el gobierno central no está emplazado en Alsina 65 sino en otras mesas de negociosos poco interesadas en la orientación pública de la práctica política.