¿Canje de deuda u oportunidad de renegociación común?
El economista Francisco Cantamutto sostiene que hay una ventana de oportunidad sobre la cual la Argentina debería insistir pensando en un club de deudores o una coordinación de países deudores que bien podría poner presión sobre el sistema financiero internacional y lograr así cambios realmente progresivos.
La semana pasada, el presidente Alberto Fernández dijo ante Naciones Unidas que hay que impulsar “sistemas de “financiamiento sostenibles que promuevan mecanismos de pago por servicios ecosistémicos y el concepto de deuda ambiental”. El mandatario postula “canje de deuda por clima es otro paso virtuoso que debemos dar”.
Punto de partida y contexto
“Es una buena noticia que se lleve al marco de la asamblea de NU la discusión de la deuda. Argentina no está sola en esta discusión. Por ejemplo, Colombia, El Congo, México, España, República Dominicana tenían pronunciamientos semejantes, cercanos al planteo argentino. A pesar de esta sintonía no se ha avanzado en una coordinación”, dijo Cantamutto a FM De la Calle.
Al mismo tiempo que se lleva esto a la ONU “se están pagando poco más de 1800 millones de dólares al FMI, por una deuda que, se reconoce, forma parte de un deudicidio. Esta contradicción es el marco en el que nos estamos manejando”.
“Lo que señaló el presidente es que hay un problema generalizado con la deuda y ese problema no ha recibido una respuesta sistemática por parte de la arquitectura financiera internacional. Los organismos internacionales tuvieron iniciativas de alivio de deuda pero solo para países extremadamente pobres y muy endeudados. 29 países recurrieron a esto pero el alivio total fue de 726 millones de dólares (un tercio de lo que Argentina pagó la semana pasada), es la nada misma”.
En el marco de la crisis general, “de lo que podía prestar el Fondo, prestó un 12 por ciento, o sea, no atendió la pandemia con préstamos. Hubo una iniciativa de suspensión de los pagos, que pospuso pagos por apenas 5 mil millones de dólares. Equivale a un poquitito más de lo que Argentina paga de aquí a fin de año”.
¿Por dónde?
Cantamutto expresó que “hasta ahora no le vienen encontrando la vuelta, por el lado de la gobernanza financiera mundial, sobre todo porque no encuentran formas de incluir en el diálogo al principal acreedor del mundo, que es China, ni tampoco a los acreedores privados que son los que le generan deuda a la mayor parte de los países de ingresos medio, medio alto y altos”.
“En ese contexto de falta de soluciones que impliquen condonaciones de deuda o alguna alternativa similar, es que la Argentina viene poniendo sistemáticamente en Agenda, la idea de un canje de deuda por acción climática”.
Si bien, “nadie sabe qué implica en concreto”, se trata de un “un planteo genérico sobre el que se pretende avanzar diciendo: bueno, al mismo tiempo que nos demandan cumplir con una deuda, nos exigen avanzar pasos por los acuerdos firmados en Paris (que tienen que ir hacia un fenómeno de reducción de la crisis climática en curso), y están haciéndose distintos tipos de planes para encarar inversiones de mitigaciones y adaptación. ¿Cómo hacer eso si al mismo tiempo los recursos se están yendo al pago de la deuda? Bueno, lo que les está proponiendo el gobierno argentino, junto con otros, es pensar la posibilidad de cambiar, en vez de pagar deuda, invertir en acciones de mitigación o adaptación a la crisis climática”.
Ahora bien, la pregunta inmediata es: ¿por qué aceptarían los acreedores? En tal sentido, “no hay una forma de incentivo claro, y esto es una de las principales trabas. En las deudas que tienen que ver con los organismos multilaterales y con estados está la posibilidad de que lo hagan por cumplir con estos objetivos a los que se comprometieron en reuniones internacionales. Ahora, a los acreedores privados se les tiene que ofrecer alguna otra clase de incentivo”.
Ideas novedosas buscadas en el archivo
Según el economista, esta idea está presente en los organismos multilaterales al menos desde la década de los ochentas. En aquel momento, Latinoamérica estaba atravesando una crisis de deuda y tenía el problema de que no conseguía que los acreedores les ofrecieran mejores condiciones de salida y, ante la renuencia que tenían los acreedores para poder encontrar alguna vuelta, se exigió cierta coordinación de los organismos multilaterales. Ahí es cuando el FMI y el BM tomaron la delantera, fue el momento de cambio de función donde empezaron a coordinar al sistema financiero internacional”.
“Y para hacer el canje de deuda, de estas deudas incobrables, se preguntaron cómo hacer con los privados. Dijeron: vamos a permitir que los bonos canjeados se tomen como parte de pago, por ejemplo, cuando se privaticen las empresas públicas. Las reformas estructurales de los 90 tuvieron como fundamento los canjes de deuda por nuevos bonos en el marco del plan Brady, que se ejecutó en la Argentina en el año 93. Los títulos de deuda que no se estaban pagando se aceptaban, cuando en el mercado valían al 30 por ciento, al 100 por ciento, por ejemplo, para canjear por acciones de YPF, Aerolíneas Argentinas, Gas del Estado, etc.”.
De esta forma, “los acreedores, en muchos casos, revendieron entre trasnacionales que pasaron a controlar las grandes empresas públicas de Latinoamérica usando bonos que en el mercado valían chaucha y palito. Una cosa por el estilo es lo que puede estar sobre la mesa para tentar a acreedores privados en este momento”.
La metodología sería similar: las empresas obtendrían privilegios a la hora de acceder a estas inversiones verdes. “Significaría que esa transición de agenda verde estaría sesgada hacia los intereses de los grandes acreedores o corporaciones trasnacionales que puedan tener interés en participar de estas inversiones que le generen ganancias”.
Un caso concreto de nuestra región: los molinos eólicos. En Argentina “existe tecnología para hacer una gran parte de estos motores. Sin embargo, durante el gobierno de Cambiemos, se privilegió la importación de equipo”. Es decir que “no solamente una parte de la propiedad de las empresas son extranjeras sino que además una gran parte de los equipos e insumos son importados. De manera que todo lo que te ahorrás por pago de deuda después viene por el lado de importaciones de insumos, de maquinaria, de equipo y de pago de regalías hacia el exterior”.
Concretamente, “éste es el esquema que se presenta como una amenaza en este canje de deuda por clima: no va a ser una transición ecológica, un modelo de crecimiento verde donde, por ejemplo, estemos pensando en redirigir los recursos a impulsar a los pequeños horticultores de la región, que producen generando más trabajo y menor impacto de huella ecológica. Va a ser para grandes mega proyectos donde las trasnacionales puedan reciclar su dinero. En ese sentido, se profundiza la extranjerización de la economía Argentina. Es un riesgo real”.
Otros aspectos relevantes
Desde que inicio el tratamiento de recomponer la sostenibilidad de la deuda, Argentina se centró a nivel internacional en generar acuerdos con los acreedores. Lo que no se hizo de manera sistemática, y es una ventana de oportunidad imperdible, es coordinar con países que están en una situación deudora. Y generar una coordinación de países deudores es una oportunidad real.
Las expresiones de la semana pasada en la asamblea general de la ONU denotan justamente esto: si los países deudores se pusieran de acuerdo para intercambiar información o para coordinar acciones que deberían incluir, por ejemplo, la cesación de pagos (durante los momentos de negociación), hay una ventana de oportunidad sobre la cual la Argentina debería insistir pensando en un club de deudores o una coordinación de países deudores que bien podría poner presión sobre el sistema financiero internacional y lograr así cambios realmente progresivos.
¿Y si nos ponemos de acuerdo?
Francisco Cantamutto señaló otros dos aspectos de la cuestión deuda. Por un lado, “el canje se estaría haciendo por una deuda ilegítima y, en gran medida, ilegal. En lugar de dejar de pagar, auditar y determinar qué tramos de la deuda efectivamente cumplen con las normativas vigentes de legalidad nacional e internacional, se acepta como legal y legítima esa deuda y se la canjea por una serie de inversiones. Es un nuevo lavado de cara, tal como lo hizo el Plan Brady, que permitió blanquear deuda tomada por la dictadura”.
Por otra parte, “nuestros países son de hecho acreedores del mundo por el tipo de producción a la que se dedican. De manera tal que el mundo nos debe a nosotros por servicios ecológicos que proveemos y no deberíamos tener que estar canjeando esa deuda por nuevas inversiones sino que se nos tendría que reconocer lo que el mundo nos debe”.