De cadetes y mensajeros: un trabajo precarizado en tiempos de pandemia
Pablo Becher es profesor y licenciado en Historia y Magíster en Sociología. Colaboró con esta nota para el Boletín Tramas. Compartimos, además, la entrevista realizada con el autor esta mañana en Redacción de la Calle.
Breve repaso de la situación histórica local (Bahía Blanca).
En Argentina, la estructura ocupacional se ha caracterizado en las últimas décadas por una profunda heterogeneidad y fragmentación en la clase obrera, marcada por un aumento significativo de la desocupación, la sub-ocupación horaria, la sobreocupación y otras formas de explotación laboral. Esta tendencia se visibiliza en una creciente pauperización y empobrecimiento de amplios sectores sociales, incluyendo la clase media. La ciudad de Bahía Blanca ha mostrado, cíclicamente en los últimos años, altas tasas de informalidad y precarización laboral, trepando en ambos casos al 35% (EPH- Indec, 2014- 2019), siendo bastante elevadas en comparación con el promedio nacional. En este sentido, el panorama del mercado laboral bahiense ha presentado una desmejora notable, agudizando mayores procesos de desigualdad tanto en el acceso como en la permanencia.
En medio de este contexto, la expansión de los servicios de logística, distribución de documentos, gestiones, pagos y cobranzas a pedido, como de entregas de diferentes mercancías a domicilio, se intensificó en diferentes ciudades de la Argentina. Ya sea como parte una nueva forma de relación entre consumidores y vendedores en el mercado, por los cambios en los hábitos de consumo o por la inmediatez en el disfrute de una “entrega eficiente”, la figura del cadete, delivery o mensajero ha cobrado notable visibilidad.
Bahía Blanca ha comenzado a extender la cadetería y la mensajería con el crecimiento del propio ejido urbano y la instalación de diferentes comercios gastronómicos fuera del macrocentro. De esta forma el crecimiento exponencial de los trabajadores de la moto fue una constante desde mediados de la década de 1990 hasta la actualidad, contabilizando a partir de estadísticas informales un número aproximado de 800 cadetes y mensajeros (en su mayoría varones) que circulan por las calles.
Como parte de una investigación más amplia y a partir del relevamiento de periódicos, informes estadísticos, laborales, sindicales y un conjunto de diversas entrevistas, se ha logrado una caracterización del trabajador de la moto que permite avanzar en la comprensión de su situación específica. En general, se utiliza el concepto de motoquero o trabajador de la moto asociado a un asalariado que utiliza su vehículo (principalmente motocicleta) como herramienta o medio de trabajo. Existe una falsa concepción del cadete o mensajero como como cuentapropista (que paga un monotributo) y trabajador autónomo: esta identificación encubre relaciones asalariadas y de subsunción laboral, ya que como personificación asalariada responde a un patrón que lo contrata para efectuar un servicio, y le extrae un plusvalor relativo por la entrega de mercadería dentro de un tiempo estipulado.
Los cadetes y mensajeros se encuentran englobados mayoritariamente entre los trabajadores informales o no registrados. La proporción de trabajadores en blanco es de un 20% en toda la ciudad. A su vez este grupo se puede dividir en dos subgrupos: los trabajadores regidos por contrato de trabajo, encuadrados bajo algún convenio colectivo, y los monotributistas, trabajadores cuentapropistas que facturan autónomamente a terceros por contraprestación de su trabajo, que carecen de derechos de las conquistas históricas de los trabajadores (aguinaldo, convenio colectivo, vacaciones pagas, pago de feriados, regulación de la jornada de trabajo, indemnización, antigüedad, art). En general, los motoqueros se encuentran bajo una condición de precarización total lo que reduce sus derechos a mínimas condiciones.
Entre las características propias de la actividad el trabajo en la moto, se percibe entre los trabajadores como una tarea ardua, de mucho esfuerzo físico y psicológico, muy intensa y desgastante, con muchas horas bajo la presión de la empresa, de los compradores o mediadores y del propio tránsito. Los peligros abundan en la tarea con una situación permanente de riesgos por accidentes, caídas, golpes e inestabilidad permanente. Es común la polivalencia y la multifuncionalidad de tareas, donde los empleados realizan más actividades además de repartir mercancías o realizar trámites. La actividad se paga principalmente por hora de trabajo aunque se ha acrecentado en el último tiempo el pago por jornada. La mayoría no llega al salario mínimo vital. Muchos trabajan a “destajo” lo que significa mayor velocidad en horas de trabajo sobre la moto para recuperar tiempo y hacer un poco más de “ganancia”.
Se visibiliza una manifiesta diferenciación dentro del rubro, ya sea si es cadete, mensajero o ambos, por su relación de contratado con grandes empresas, medianas empresas o tercerizadoras, o por su antigüedad y estabilidad en el empleo. Los cadetes de deliverys sufren peor paga y deben trabajar más tiempo y en horarios nocturnos. En general se notan diferencias entre aquellos que están en blanco (un 15%) y el resto. En este sentido, las diferencias entre cadetes y mensajeros se acentúan como parte de la heterogeneidad de la actividad: la mensajería se realiza en un horario diferente, bajo otro tipo de relaciones patronales, con otro salario y en muchos casos con menos exposición que la cadetería, muchas veces en mayor precarización laboral. Sin embargo, ambas actividades comparten una misma problemática como trabajadores precarizados, aún en situación de blanqueo.
Ambos rubros tienen sobre ocupación horaria, malas condiciones de salubridad o nulas, y los derechos percibidos muy contados. La mayoría de estos trabajadores se encuentran sin la rúbrica de convenios colectivos de trabajo (CCT), aunque algunos manifiestan que ha podido establecerse algunos parámetros del Convenio Colectivo de Trabajo de Asociación Sindical de Motociclistas Mensajeros y Servicios (ASIMM). Sin embargo, en varias empresas de comidas rápidas se establece el convenio de los gastronómicos o de los pasteleros con serias desventajas en términos salariales y de condiciones de empleo en relación al convenio específico para cadetes o mensajeros, con lo cual no se pueden establecer tarifas fijas, ni salarios similares en el mismo rubro. Su tarea queda “poco aclarada” contractualmente y permite a los dueños utilizarlos de diferentes formas. Los trabajadores registrados, en proceso de blanqueo con prestaciones pagas son una parte minoritaria, ubicándose principalmente en farmacias y rotiserías grandes. Un 80% de los trabajadores lo hace en negro, bajo convenios por empresa. La cobertura es mínima, reemplazando las ART por un seguro contra accidentes. El tiempo de trabajo empleado de más de ocho horas (ejercido periódicamente) no resulta remunerado en su totalidad, ya que en general facturan por seis horas, obligados por las empresas. Cuando hacen horarios extras todo se paga bajo condiciones del empleador.
En el año 2013 y emulando la experiencia del Sindicato Independiente de Mensajeros y Cadetes (SIMECA) y de otras organizaciones sindicales de base, comenzaron a reunirse los primeros activistas en Bahía Blanca, que tenían como idea central conformar un sindicato que legalmente les permitiera obtener derechos mínimos establecidos por el artículo 14 bis de la constitución. En el año 2017, luego de múltiples luchas y procesos de organización en los lugares de trabajo se realizó una asamblea constitutiva de más de 50 trabajadores de la moto que estableció el estatuto general de la Asociación Sindical de Trabajadores mensajeros y cadetes (ASTRAMYC). Entre las demandas fundamentales que aún hoy el sindicato continúa peleando se consigna: el blanqueo de todos los empleados, el reconocimiento de la moto como herramienta de trabajo, el plus por lluvia, el pago de beneficios como el combustible y mantenimiento de la moto, y la mejora en las condiciones de trabajo y de salud laboral.
Apelando a la acción directa y los métodos asamblearios, Astramyc ha mostrado un ejercicio de lucha por los derechos de este sector, sosteniendo un conjunto de prácticas sindicales basadas en la democracia de base, el anti-burocratismo, el activismo en la calle y la reivindicación de la unidad y solidaridad entre los trabajadores.
Contexto actual y desafíos de la actividad.
La actual situación mundial y nacional marcada por la expansión del Covid- 19, declarada por la OMS como pandemia, han generado nuevas problemáticas para este sector de por sí golpeado por la crisis durante el macrismo. El decreto de aislamiento social, preventivo y obligatorio ha llevado a diversos sectores laborales a buscar formas de sustentabilidad y solidaridad en común para mantener su propia subsistencia. Mientras las empresas recortan salarios, despiden o suspenden trabajadores, mantienen el empleo bajo condiciones insalubres, o pactan horarios reducidos, la resistencia de colectivos obreros han marcado un rumbo para que el Estado tome medidas que intentar paliar –levemente- las consecuencias negativas de este contexto.
Los trabajadores de delivery y motos fueron asignados dentro de una categoría de servicios esenciales, con lo cual la situación implicó desde un comienzo la búsqueda de garantías institucionales para que se respeten condiciones de higienes y salud en los establecimientos laborales así como un protocolo de uso común para las entregas.
Andrés Siebenhar, cadete y secretario de Astramyc, y Leonardo Scafoglio, mensajero y miembro de la comisión directiva del sindicato, nos comentaron sobre la situación en una entrevista:
– Andrés: “Nos encontramos en una situación complicada, desde que comenzó toda esta cuarentena, algunos locales de comida cerraron pero a eso se contrarresta con que otros sectores incrementaron el servicio de delivery, y empezaron a trabajar el tema de las aplicaciones… con eso comienzan a haber irregularidades con el tema del cuidado y la higiene….Nosotros salimos a hacer denuncias sobre la situación de nuestros compañeros que es una situación de riesgo. En ese sentido el municipio nos llamó para generar algún tipo de protocolo de seguridad e higiene para aconsejar a las patronales de comida de cumplir un protocolo, higienes personales del trabajador/a o que provean de alcohol en gel, barbijo y guantes. Esas condiciones se fueron dando en algunos sectores empresariales, la gente comenzó a tomar conciencia, en eso estamos un poco mejor… En las mensajerías se ha cumplido el protocolo garantizando los elementos de higiene., pero en muchos lugares no se cumplen. No hay pruebas ni registros, eso le exigimos las patronales y las plataformas.”
– Agregó Leo:
“Las plataformas no cumplen con las normas. A eso se agrega que los trabajadores de este rubro ni siquiera tienen un baño en donde trabajan, ningún patrón se hace cargo de su higiene”.
– Andrés afirmaba:
“En este momento es importante sostener los puestos de laburo, que se generen condiciones optima de trabajo, porque nosotros podemos enfermarnos y ser a la vez transmisores del virus, y por eso enseguida a resguardar a los compañeros el tema de la salud… No queremos en este momento presionar a las patronales pero seguramente seguiremos en la pelea del blanqueo y la mejora de las condiciones de trabajo luego de la pandemia…Los compas no quieren perder el laburo, la situación se complica en términos de lucha”
Leo dijo:
“en algunos lugares los patrones son más contemplativos y te dan los elementos de seguridad, pero en otro lugares no. Una de las cosas que nos vemos perjudicados es que el laburo en blanco, en farmacia o rotisería está ganando el mismo sueldo pero trabaja el triple”.
En relación con los trabajadores de App
– Andrés comentó:
“La demanda por plataformas ha crecido exponencialmente, hay mucho más demanda y nuevos compañeros. Están trabajando mucho más los que estaban… entre 12 y 14 horas le están metiendo, laburan mucho tiempo a destajo, cobran por kilometraje, es una situación difícil la que tienen…Las patronales de las APP no pagan el barbijo ni el alcohol en gel todo lo ponen de su bolsillo, como también pagan ingresos brutos, contador y monotributo…compleja la situación, lo único bravo es la concientización de los compas en ese rubro… Podríamos decir que no hay competencia entre mensajero y cadetes con los trabajadores de Pedidos Ya o Glovo… nosotros buscamos de demostrar que no hay diferencia, que somos todos trabajadores tercerizados y precarizados…salimos con ellos a hablar de las realidades que son iguales de alguna manera y que son compañeros a la hora de trabajar… Es un sector que falta llegada, se complica su organización sindical y mucho más en la actualidad, tienen mucha presión empresarial”.
En la actualidad muchos nuevos desempleados han comenzado a realizar el delivery utilizando estas aplicaciones. En una situación critica aceptan cualquier tipo de explotación. Por esa razón, la situación puede complicarse si las patronales empiezan a despedir empleados en blanco cadetes por otros cadetes de pedidos ya en negro. En algunos lugares, los despidos comenzaron a suceder en Bahía Blanca, expresaba Leo.
Las diferencias de criterio entre el sindicato y los trabajadores de Pedidos Ya o Glovo, que trabajan en bicicletas o motos, pueden observarse fácilmente. En una reciente nota periodística de un medio local (Telefé Noticias) comentaban que su prioridad es “cuidarse y ser lo más pulcro posibles”. Algunos sostenían: “Yo tomo las medidas, y el trabajo sucio alguien lo tiene que hacer”. En algún caso hasta romantizaban la cuarentena: “Uno busca ayudar a alguien con este servicio, terminar bien con gento de amabilidad, da gusto hacer este trabajo en cuarentena”.
La conciencia de que el empleo está precarizado y la explotación es mucho mayor cuesta ser comprendida: “Yo trabajo hace cuatro meses, y empecé por deudas que tengo y por problemas en mi familia… Es cierto que la empresa no facilita los elementos, pero bueno es una decisión de cada uno si quiere trabajar o no, esto de pagar nuestra higiene es como una inversión para protegernos y continuar el trabajo…”
Mientras el sindicato pelea por mejorar las condiciones de trabajo, el grado de aceptación de las condiciones de explotación y subordinación laboral de trabajadores individuales que pelan por subsistir, complica la situación. En última instancia permite el avance de las decisiones del capital en los despidos y suspensiones, al tiempo que desregulariza el empleo para obtener más plusvalía.
La cuarentena, como mecanismo de salud pública ha generado algunos avances para contener la curva de contagios en Argentina. Pero deja muchas complicaciones en el mundo laboral: claramente, la crisis golpea a todos indefectiblemente, pero en un contexto de desigualdad previa, se siente mucho peor en unos que otros. Los trabajadores de la moto se encuentran en dificultades y su lucha irremediablemente se ralentiza frente a la pandemia.
Por Pablo Becher. Colaborador invitado del Boletín Tramas.
Foto: “Un trabajador descansa en la plaza mientras espera por otro viaje durante la cuarentena del COVID-19″ por Horacio Culaciatti