“Es importante todo el aprendizaje que podamos hacer de lo que pasó para estar más preparados”
La última parte del informe que analiza las consecuencias de la catástrofe del 7 de marzo en Bahía Blanca, releva las cuencas que inundaron Ing. White. El integrante del INTA, Carlos Torres Carbonell, destacó que el agua atravesó zonas densamente urbanizadas, canales entubados y áreas rurales, desbordando infraestructuras pensadas para una escala mucho menor.
“Ha sido un evento sin precedentes, creemos que es importante todo el aprendizaje que podamos hacer de lo que pasó para prepararse para el futuro”, subrayó.
Uno de los tramos más complejos del fenómeno se dio en el recorrido del arroyo Napostá desde el partidor Maldonado hasta su desembocadura, donde el 85% del área afectada está urbanizada. El problema se agudiza por la existencia de sectores entubados y una infraestructura urbana que ha modificado el cauce natural del agua.
“Es más complicado que en una cuenca natural, hay nuevas estructuras, calles, pluviales, edificaciones que modifican el recorrido y las afluencias en el último tramo de la cuenca”, explicó.
Una de las imágenes más impactantes del evento fue la erosión del camino en la bajada por Juan Manuel de Rosas. Allí confluyen varias corrientes provenientes del área rural, incluyendo las que cruzan la Ruta 3 nueva y que, junto a la escorrentía urbana, terminan en el tramo inferior del arroyo. Aunque existen canales previstos, “no fueron suficientes”, reconoció el especialista.
En ese sentido, Torres Carbonell también destacó el volumen de agua que atravesó la ciudad durante el pico de la crecida: “Podemos estimar un caudal de hasta 1.000 metros cúbicos por segundo en el momento de máxima afluencia, (…) es como pararse en medio del Río Negro y que en unos minutos pase esa corriente”.
Este caudal colapsó el sistema del canal Maldonado, que sólo puede evacuar unos 900 metros cúbicos por segundo, lo que generó un desborde que atravesó calles como Urquiza, 12 de Octubre, Avenida Cabrera, México y Chile, hasta llegar a Ingeniero White.
Un dato relevante es que la situación se vió agravada por la coincidencia con la marea alta: “Lamentablemente ocurrió en un momento de marea alta, lo recomendado para zonas así es el sistema anti-retorno en los desagües, para que cuando suba la marea no permita el ingreso del agua del mar”.
El informe elaborado por el equipo del INTA recomienda revisar y ampliar estos sistemas en puntos clave. Además, destaca la necesidad de gestionar comunitariamente el mantenimiento de desagües y coordinar acciones ante alertas meteorológicas. En sectores bajos de la ciudad, donde el agua quedó estancada por días, también se aconseja identificar salidas naturales para el drenaje.
“Hay barrios que están en zonas tipo pileta, por la topografía, hay que revisar si se pueden generar lugares de desagüe para que el agua siga fluyendo y no quede retenida”.
En conclusión, la combinación de urbanización desordenada, falta de infraestructura adecuada y eventos climáticos extremos genera un escenario de extrema vulnerabilidad para la región. Las recomendaciones están sobre la mesa; ahora, el desafío es que se traduzcan en políticas públicas sostenidas.