Graciela Iris Juliá

En la época de los hechos investigados, Graciela Iris JULIÁ era militante en la Juventud Peronista, graduada de la Universidad Nacional del Sur en la carrera de Licenciatura en Economía. La víctima residía en la ciudad de Trelew, donde trabajaba en una empresa del parque industrial.

El secuestro de JULIÁ se concretó el 2 de febrero de 1976, cuando se hallaba circunstancialmente en la ciudad de Bahía Blanca. Alrededor de las 13:30 horas, fue llevada del domicilio de sus padres, sito en Belgrano N° 263, 8 “A”, en el marco de un operativo realizado por personal de la Policía Federal, que ingresó violentamente, portando armas y requisó la vivienda.

Luego, JULIÁ fue trasladada a la sede local de la Policía Federal, donde fue mantenida en condiciones de cautiverio, alojada en forma aislada e incomunicada, sometida a golpizas y a diversas torturas.
A causa de su detención, se formó contra la víctima una causa por infracción a la Ley de Seguridad Nacional N° 20.840 , en cuyo marco, con fecha 6 de febrero, Graciela Iris JULIÁ fue indagada en la sede del Juzgado Federal, por su titular Guillermo Federico MADUEÑO y el secretario Hugo Mario SIERRA. Si bien la víctima manifestó los golpes sufridos, los mismos no fueron consignados en el cuerpo del acta, donde simplemente se dejó constancia de su negativa a prestar declaración. Seis días después, el juez interviniente convirtió en prisión preventiva su detención.

El 7 de febrero, la víctima fue trasladada a la Unidad Penitenciaria N°4 de Villa Floresta y alojada con las presas políticas. En la sede carcelaria, continuó sometida a torturas y condiciones de cautiverio, que incluyeron el sometimiento a un simulacro de fusilamiento por efectivos militares del Vto. Cuerpo del Ejército, en el mes de abril de aquel año. En otra ocasión, fue objeto de una requisa personal que implicó una revisación vaginal y anal.

Su puesta a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, se efectuó mediante el decreto N° 577 del 10 de febrero de 1976.
El 13 de abril, fue retirada de la Unidad Penitenciaria en un automóvil, con la cabeza cubierta y llevada al CCDyT “La Escuelita, donde fue sometida a una dura sesión de tortura e interrogatorio, que incluyó aplicación de corriente eléctrica sobre su cuerpo, atado a un elástico, tras lo cual fue reingresada al penal.

A causa de las torturas, la víctima sufrió severas secuelas, tales como lesiones en lengua, dificultades para caminar, fuertes dolores de cuerpo y el padecimiento de pesadillas, que se prolongaron por varios años.

Finalmente, el 14 de diciembre de 1976, fue trasladada en un avión a la Unidad Penitenciaria N° 2 de Villa Devoto junto a un grupo de mujeres que se encontraban en su misma condición, en un marco de violencia en el que JULIÁ fue golpeada, atada y esposada, sin suministro de agua pese a la elevada temperatura. Una vez que arribaron a destino, las internas fueron desnudadas, permaneciendo así por varias horas a la vista de mucha gente. Allí también continuaron las torturas, mediante amenazas, interrogatorios, celdas de aislamiento e incomunicación o reducido contacto familiar.

Durante el tiempo que duró su detención en la cárcel de Devoto, sus familiares realizaron diversas gestiones ante las embajadas de Suecia y Bélgica, a fin de que la víctima obtuviera la autorización de salida del país, pero la misma fue denegada en todas las oportunidades.

Finalmente, mediante decreto N° 2116 del año 1978, se dispuso el cese del arresto a disposición del P.E.N, aunque el encierro carcelario se extendió hasta mediados del año 1979, cuando Graciela Iris JULIÁ obtuvo la libertad condicional.

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