#11A: Primera composición sobre Bahía Blanca

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(Por Nicolás Fernández Vicente) Sabemos que la documentación y los registros han estado históricamente en manos de la cultura y el poder hegemónico, razón por la cual el enunciado anterior resulta, por lo menos, grandilocuente. La influencia de la cultura africana en el tango, por ejemplo, está en constante discusión. Resulta evidente la falta de documentación sobre el tráfico de esclavos; cuando esa documentación existe, lo que aparece allí es la voz y la mano de los europeos, de los blancos. Lo mismo sucede con los cronistas de Indias respecto de la conquista de América y el genocidio de nuestros pueblos originarios. El exterminio no es sólo físico sino, por supuesto, simbólico.

Dicho esto, es muy difícil determinar si la que anunciaremos es verdaderamente la primera composición, aunque sí podríamos afirmar que se trata del documento más antiguo que atestigua la existencia de una composición musical titulada “Bahía Blanca”.

Quizás la pregunta que deberíamos hacernos en primer lugar antes de abordar lo propuesto por el título es cuántas composiciones llevan el mismo nombre de la ciudad.

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La composición más conocida o una de las más emblemáticas que se conocen en ese sentido es la de Carlos Di Sarli (1957). Pese a que se han compuesto letras con posterioridad a su composición, estas no han llegado a penetrar en el imaginario popular, a diferencia de lo que sí sucedió con un ejemplo paradigmático como el de “Mi noche triste”, escrita por Contursi sobre la música de “Lita” de Samuel Castriota, cuya grabación acaba de cumplir su centenario.

Otras de las muy conocidas que lleva el mismo título es la del dúo Los Visconti (1974). Desde el título, la letra de esta canción pareciera ser la justificación perfecta para el dicho popular “ciudad de Villa Mitre”, dado que el paisaje y la geografía evocados, fundamentalmente en el estribillo, hace alusión estrictamente a ese barrio, que en el universo del texto es sinécdoque de Bahía Blanca.

En un acto de justicia poética, es preciso mencionar también otra composición del Señor del Tango en la que aparece la topografía bahiense, más precisamente la del barrio Bella Vista: Nido gaucho (1942).

Según el Dr. Eduardo Giorlandini, es posible que Di Sarli le haya referido a Héctor Marcó el paisaje rural de Bahía Blanca durante su infancia (tres décadas posterior a la campaña para el desierto), para que el poeta pudiera plasmarlo en la letra de esta composición:

Yo me crié a la vuelta de la casa donde vivió Di Sarli; en una calle paralela a la entonces Buenos Aires, hoy Hipólito Yrigoyen; a pocos metros, el Napostá, hoy entubado. Mirando desde uno de los lados de la plaza Rivadavia, hacia la casa de Di Sarli se veían las lomas, todavía, hace setenta años. Trasponiendo el arroyo, estaba el campo, a ocho cuadras del centro. (Giorlandini, 31 de agosto de 2011)

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Nos quedará para otra ocasión un lindo ejercicio que invita a ver cómo el paisaje rural que se describe en las dos últimas letras contrasta con el paisaje urbano e industrial presentes en las escritas por Julio Hernández y Clementina Zivano, que podrán  escucharse más tarde en esta “Bahía Blanca desde la Calle”.

Para culminar, pasamos entonces a aquello que da nombre a esta intervención.

El 30 de mayo de 1887, el diario El Argentino, que dirigía Caronti, publica un aviso firmado por un tal Isidoro Guezzi (Ghezzi), en el que este señor ofrece sus servicios como profesor de piano y de violín tras haber llegado accidentalmente a esta localidad.

La página del Círculo Trentino de Bahía Blanca ofrece registros de los residentes en Bahía Blanca registrados en la Sociedad Italiana XX de Septiembre. En ellos, Isidoro Ghezzi aparece inscripto como un profesor de piano de 32 años, proveniente de la localidad de Daone. Por su parte, el archivo del Estado de Trento registra un Isidoro Ghezzi nacido en 1876 en Roncone, apenas a 8 kilómetros de Daone (casi la misma distancia que existe entre Bahía Blanca e Ingeniero White). Si para 1898 Ghezzi contaba con 32 años, se podría hipotetizar, en caso de que ambos registros refieran a la misma persona, que haya algún error en la transcripción de los datos, pues la diferencia es redonda: 10 años.

Una vez instalado en la ciudad, Ghezzi comienza a dar clases en forma privada y es recomendado por la prensa como buen profesor para niños y niñas. Primero lo hace en la casa de negocio de Francisco Iguacel, luego publicita que lo hace a domicilio y posteriomente anuncia que tiene a disposición los pianos de los establecimientos de educación pública de la ciudad (escuelas N.° 1, N.° 2 y N.° 6), en cuyos puntos dará lecciones, a todos los que se interesen, a precios módicos. La evidencia amerita el comentario: es evidente que ya en la génesis de la educación pública existen límites difusos con el ámbito privado.

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Siguiendo el camino de Isidoro Ghezzi por la prensa local, nos encontramos con que en 1889 el buen pianista compone una mazurka. Para quienes se pregunten qué es una mazurka, se trata de un género europeo, polaco, que se bailaba aquí y que llegó junto con otros como el chotis, la habanera o la polka. Pero los bailarines de estas tierras lo adoptaron y lo adaptaron, con lo cual resulta también un antecedente del baile del tango, sobre todo porque esta danza ya incluía cortes y quebradas. Como ejemplo pueden escuchar la “Mazurka de Buenos Aires”.

El Porteño es el que ese año anunció a la comunidad el regalo del señor Ghezzi: la partitura de una mazurka llamada, justamente, “Bahía Blanca”. Decía el diario en ese entonces: “Esperamos escucharlas para poder dar nuestra opinión al respecto; mientras tanto agradecemos al maestro Ghezzi el galante obsequio.”

Esperamos también encontrar alguna de esas notas perdidas y, obviamente, como la dirección del periódico en aquel entonces, seguimos esperando escucharla.