24 de marzo: Retomar la agenda previa
(Por Astor VItali) El 24 de marzo de 1976 comenzó, mediante un golpe de estado, la imposición de un modelo económico, político y cultural moldeado por grupos empresarios. Se sabe. Previo al golpe, la Alianza Anticomunista Argentina diezmó organizaciones populares allanando el camino. Se sabe. La tortura, la violencia, las violaciones y el ejercicio de poder sobre los cuerpos humanos fueron salvajes. Se sabe.
A 43 años del comienzo de la última dictadura cívico-militar-clerical, se ha hablado, investigado y difundido casi todo. Hay condenas a una porción de los represores. De los civiles bien gracias. También se ha difamado, torturado la memoria y desaparecido testigos. La seguridad del estado democrático, bien gracias.
Pero más allá de todo lo dicho, todo lo ocultado y todo lo tergiversado, se ha hablado más de la agenda de la condena al terrorismo de estado que de la agenda política a la que ese terrorismo de estado vino a poner fin: el socialismo. Sí, sí: el socialismo. Socialismo Nac & Pop. Socialismo cristiano y tercermundista. Socialismo rojo. Socialismo latinoamericano. Socialismo de sello variopinto pero socialismo al fin. Es decir, una agenda política basada en la lucha de las organizaciones populares por el poder político con el claro objetivo construir una sociedad con justicia social.
Entre tomar el poder y cómo obtener esa justicia social podría haber matices y hasta abismos; caminos paralelos, si querés. Pero el objetivo era “cambiar el mundo”. Cualquier perejil quería un país justo. No un país “más justo” o “diferente”, como rezan los slogans de campaña. No. Un país con justicia social.
La salida de la dictadura puso en el eje de la escena una postura compartida por gran parte del arco político: “luchamos por defender la democracia”. Pero resulta que cuando se hablaba de “democracia” no se hacía referencia a un sistema de acceso universal de derechos, es decir, una sociedad que democratice sus recursos, sino que se decía “democracia” y debía escucharse “sistema electoral”.
La “democracia” entonces se fue vaciando de ciudadanía, los partidos de personas y los programas de ideas. El objetivo “democracia” terminó siendo únicamente una meta electoral. Muy pocas personas participan hoy del debate público, de lo que se discute estratégicamente para el país y las regiones que lo componen. En términos políticos hay una “aristocracia” que decide y que define.
Luego hay procesos de movimiento de estructuras electorales que van sosteniendo más o menos los mismos objetivos políticos. De esos objetivos políticos no se habla en general. Cuando comencé a leer mis primeros libros sobre la cuestión social y a dialogar con actores de la vida pública, me había hecho a la idea de que la discusión política era la discusión de modelos sociales. Hoy la discusión política publicada se asemeja más a capítulos policiales de pluma sórdida que a discusión de modelos sociales?
¿Cuáles son los modelos sociales en pugna? El debate político electoral registrado en las contiendas del último período democrático, salvo opciones valiosas pero testimoniales, no incluye más que posiciones relativas a un único modelo social basado en los principios capitalistas del individualismo y la competencia entre seres humanos. Que, por otra parte, hasta ahora no viene arrojando buenos resultados.
La administración impositiva de los recursos de sectores agrarios fue de lo más parecido a un planteo político en su concepto. Claro sin atender al universo campesino. Pero en rigor se ha discutido en torno al neoliberalismo más voraz hasta un capitalismo (siempre con marginados estructurales) que al menos contenga la pobreza (también estructural). No se ha puesto en agenda una opción de justicia social que plantee plazos de acción de proyecto económico que, efectivamente, democraticen a la sociedad en el sentido más profundo.
Esa agenda política y socialista estuvo presente en la Argentina en grandes franjas sociales antes de la ejecución del Plan Cóndor y, por consiguiente, del último período de terrorismo de estado. Retomar la agenda previa al golpe parece un desafío necesario para discutir política. Discutir política en lugar de discutir la administración de un estado famélico y deslegitimado. Discutir modelo social.
Claro acá aparecen estas seudo ideas de que “lo viejo ya pasó”, de que hay que buscar “la nueva política” de que es necesario encontrar “nuevas formas”. Son generalidades sin fundamento concreto ni resultado tangible. Si uno mira lo que ocurrió luego de la dictadura como un retroceso del discurso político de izquierda, es decir, aquellos sectores que busca justicia social, entonces lo “novedoso” en la política argentina sería un gran acuerdo que retome la agenda previa interrumpida por los ricos a través de sus milicos.
Retomar la agenda previa. Claro, con todos estos años de aprendizaje y con el Nunca Más en la memoria. Pero con “ese asunto” de la justicia social en el centro del temario. Lo demás es orbitar sobre la agenda que los terroristas “supieron conseguir”.