Viaje a la Economía Social IV: Sogamoso
(Por Alicia Torre) A 2559 msnv se encuentra la ciudad de Sogamoso, centro oriente del Departamento de Boyacá, en la Región del Alto Chicamocha. La base económica de la ciudad es el comercio interregional, la industria siderúrgica, la explotación de calizas, carbón y mármol y la actividad agropecuaria que abastece sobre todo a la ciudad de Bogotá que está a 200 km.
Debe su nombre al del cacique Sugamuxi pero el origen mítico se remonta a la cosmogonía chibcha y fue un importante centro religioso del pueblo muisca. A la llegada de los conquistadores españoles este cacique se encontraba al frente de la ciudad sagrada, pretendió defenderla pero fuer fácilmente reducido por los invasores que saquearon el Templo del Sol llevándose las riquezas e incendiándolo después. Con el tiempo, Sugamuxi fue bautizado como cristiano y se le dio el nombre de Alonso.
En la actualidad tiene casi cien mil habitantes, es una ciudad tranquila, fácil de transitar a pie y que conserva su centro colonial en excelentes condiciones y que al caminarlo permite creer que por allí anduvo García Márquez porque sus calles y su gente remiten a Macondo.
Una referencia muy fuerte de esta ciudad es el Museo arqueológico Eliecer Silva Celis, uno de los más importantes e interesantes del país. En sus terrenos han replicado el Templo del Sol y algunas construcciones muiscas.
Allí pudimos conversar con Leonardo Bravo, antropólogo con una mirada muy interesante, no solo del pasado sino del presente colombiano relacionado con la pérdida de biodiversidad y de independencia.
Hablamos de la influencia negativa del tratado de libre comercio en los cultivos tradicionales, el empobrecimiento y sometimiento de los campesinos a esa nueva forma de economía que no le es propia y la proliferación de graves enfermedades.
Como contracara también está el pueblo que se organiza, son muchas las organizaciones que están trabajando para que esto no sea “el Apocalipsis” y defendiendo las semillas, los alimentos tradicionales y las formas de elaborarlos. Es una suma de voluntades: campesinos, organizaciones ciudadanas, universitarios, medios de comunicación y en general quienes quieren que este sistema económico no les siga cercenando la vida.
¿Qué es lo que se perdió para siempre? ¿Qué es lo que se conserva? En esta América biodiversa no es fácil hacer una evaluación, seguramente más allá de la importación de alimentos, del sometimiento de los campesinos, del cambio de costumbres y de roles hay algo más: Colombia se ha convertido en el paradigma o punta de lanza del despojo neocolonial, sus recursos naturales son el gran atractivo para las empresas multinacionales.
Para finalizar, tratándose de un antropólogo, la pregunta sobre los pueblos originarios.
Pude comprobar lo que decía Leonardo Bravo sobre los cultivos que no llegan a los mercados porque son de consumo familiar en los pequeños poblados de la sierra. En Tota, pueblito muy pequeño, bien arriba y cercano a la laguna del mismo nombre, la más grande de Colombia, pude degustar en un puestito de comida en la plaza el Cocido boyacano o boyacense con una increíble variedad de tubérculos regionales. Una comida que tiene su historia y ojalá la siga teniendo por mucho tiempo.
La carranga, música carranguera o música campesina es la música tradicional de la región andina colombiana, del Departamento de Boyacá. Se reconoce a Jorge Velosa y los carrangueros de Ráquira como sus creadores; en su ejecución se utiliza la guitarra, el tiple, la guacharaca y la voz. La carranga tiene una trama que identifica, una narrativa que divierte con ritmos básicos que se van consolidando como rumbas y merengues.
La música carranguera que escuchamos: Los fiesteros de Bogotá