“Haber encontrado al Nieto 140 es un bálsamo en estos momentos de tanta angustia”

Desde que Graciela Romero le dijo que había parido un varón la madrugada del 17 de abril de 1977 en el centro clandestino de torturas y exterminio La Escuelita de Bahía Blanca, donde compartían cautiverio, Alicia Partnoy asumió el compromiso de dar testimonio. Hoy, junto a la familia Metz-Romero, las Abuelas y miles en el mundo, celebra la restitución de la identidad del hombre de 48 años.

“No podíamos parar de llorar aquí”, dijo a FM De la Calle desde su casa en Estados Unidos. “Fue una cosa como un llanto contenido durante décadas, un llanto por algo que yo no entendí por qué lloraba tanto, porque era para alegrarse, pero así reaccionamos. Estuvimos cerca de Adriana (Metz), como otras compañeras de Bahía Blanca. Carmen Ortiz, mi compañera de la cárcel, me contó que ella reaccionó exactamente igual. Ver a Adriana al lado de Estela (de Carlotto) en ese momento fue casi como un sueño hecho realidad”.

Recordó que “Estela en el año 1981 vino aquí a Washington, yo ahora estoy en Los Ángeles, fue a Washington, a mi casa y me trajo lo que yo llamo el mamotreto, que era un expediente donde las Abuelas tenían todos los casos, con fotos de los padres y la búsqueda de los niños. Yo le dije, pero entonces están en contacto con los abuelitos de Adriana. Y me dijo, sí, podés mandarles una carta. Ahí pude finalmente conectarme con la familia a fin de 1981”.

“Esa carta que dice Adriana que escuchó a escondidas. Unos dos, tres años después conocí a Adriana, porque cuando ya se acabó la dictadura pude viajar al país, y desde entonces hemos sido realmente inseparables en esta búsqueda. Siempre Adriana está conmigo cuando estoy presentando los libros, cuando estoy dando charlas en Argentina, y ahora está conmigo en este chal, que -bueno, estamos en la radio- pero pueden reconocer la firma de Adriana en este chal, en colores argentinos, que me abraza como yo la abrazo a ella”.

Imágenes de “el mamotreto” que las Abuelas entregaron a Alicia en Washington en 1981.

En Poncho de Lana, aquel blog que hace unos años publicó Adriana, hay una carta de su abuelo dirigida a vos, como “mi querida hija”. No sé si es la respuesta de esa primera carta tuya, es marzo del 82, donde al pie firma la propia Adriana, “te mando muchos besos, tía Alicia”. Fue un vínculo muy particular también con esos abuelos que han hecho todo lo posible y lo imposible por llegar a este resultado, que lamentablemente no pueden ver.

Y por eso seguimos, ¿no es cierto? Todavía estamos buscando, de Bahía Blanca y de La Escuelita, el hijo o hija de Graciela Izurieta -otra gran amiga mía del alma, hermana de Zulma Izurieta, las dos compañeras de la UES- que nació allí.

Yo cada vez que viajaba a Argentina, visitaba a Lidia Confeggi, la mamá de Zulma y Graciela. Y la imagen que tengo de mi última visita, es ella preguntándome por qué había quedado ella viva. Se murió su esposo, se murieron sus grandes compañeros, su perro y su gato.

Y me dice, ¿por qué estoy sola? Porque eran sus únicas hijas. ¿Por qué me dejó Dios sola, viva? Será porque voy a encontrar a mi nieto o nieta. Lidia está todavía esperando, todavía esperando y ojalá, bueno, cada vez que encontramos a uno o una más, nos proponemos seguir, seguir para devolverles la identidad a todos y a todas.

Aquí, siempre cerquita, tengo un ejemplar de La Escuelita, en este caso una de las primeras ediciones, hace poco te tuvimos aquí presentando una más reciente, donde hay un par de textos que remiten directamente a la historia de Graciela, de Raúl. ¿Vos a ellos los conocés en el momento de estar en cautiverio en La Escuelita, a diferencia de Graciela Izurieta?

Claro, yo conocía a la tía de Adriana, a la hermanita de Graciela, María Elena Romero, que estaba en la UES y fue compañera mía en clases de teatro, en la Escuela de Teatro.

De allí la conocía a María Elenita, pero no conocía a Graciela ni a Raúl. O sea, allí prácticamente no pudimos hablar porque estábamos con las manos atadas y los ojos vendados y yo lo que veía, espiaba por debajo de la venda, era esta mujer embarazada y con Zulma Izurieta nos hablábamos y nos pasábamos información. Cada vez que nos pescaban, nos golpeaban, pero seguíamos militando y recabando información por si lográbamos salir con vida de allí, cosa que dudábamos terriblemente, pero era lo que nos mantenía realmente, esta tarea de ver quién está aquí, quiénes son los guardias, quiénes son los responsables y mucha de la información que yo tengo es compartida con Zulma, la hermana de Graciela.

Así que yo la veía, Graciela prácticamente no intentaba hablar, trataba de preservar seguramente ese embarazo, pero hubo un instante en que ella fue al baño y yo… Ella estaba en una casilla rodante, dio a luz en una casilla rodante afuera del edificio de lo que era La Escuelita, en el patio y un día, yo era la última mujer que quedaba allí, que tengo conocimiento por lo que yo veía de los movimientos. Ya había pasado yo casi tres meses allí, pasé unos días más después del nacimiento del hermano de Adriana.

Me sacaron de allí el 25 de abril del 77 y logré verla ella, a Graciela, un día que me sacaron a lavar los platos, me sacaron la venda y a ella la había llevado al baño y ahí me confirmó que había dado a luz un varón y esa es la información con la que yo salí desesperadamente. Primero en la cárcel, en Floresta, después en Devoto.

Pero hubo un momento en Devoto en que entró la Cruz Roja Internacional, yo creo que fue año 78, y yo hice toda la denuncia, con mucho miedo porque nos estaban escuchando, nos estaban monitoreando. Con mucho miedo le hice al funcionario de la Cruz Roja toda la denuncia de lo que había pasado en La Escuelita, del nacimiento del bebé.

Cuando terminé la denuncia me dijo, bueno, ¿alguno de ellos es familiar suyo, directo? Tendría que haber mentido yo, pero ni se me ocurrió y le digo no. Bueno, entonces no podemos difundir esta información, no podemos recopilar. Ahí se perdió tiempo hasta que en mi exilio yo empecé a escribir el testimonio, lo mandé a los organismos de derechos humanos, etc., esto pasó en el año 80 y en el año 81 ya la comunicación directa con la familia Metz.

Y de aquella noche del nacimiento en cautiverio, ¿hubo algún otro comentario de qué pasó con el bebé luego y con la propia Graciela?

Lo único que me habían dicho es que alguien le estaba comprando ropita para llevárselo, pero no, toda esa información la pasé y aparentemente no fue útil para localizarlo, no tenía, realmente no tenía más información yo en ese momento.

¿Qué te imaginás de aquí en más? ¿Algún contacto con el Nieto 140?

Bueno, yo siempre digo que él es mi ahijado del alma y cada año, el 17 de abril, su cumpleaños, yo me sumaba al saludo de Adriana y a la búsqueda. Es un momento de mucho respeto por él, porque realmente pasó, llegar a los 48 años y de pronto esta noticia es algo que yo no puedo ni siquiera imaginarme cómo se puede sentir. Por supuesto que estoy aquí para darle el abrazo cuando pueda, pero también tenemos que respetar los tiempos y así se han movido las Abuelas durante todos estos años, con su apoyo psicológico, su equipo de trabajo para que, no se retraumatice a estas víctimas.

Porque cada uno, cada una de ellas han sido víctimas de un crimen prolongado toda su vida, ¿no es cierto? Hay gente que para qué, esto daña a las personas que de pronto llevan una vida normal, entre comillas, y se enteran de que no son quienes creían que eran. Justamente el problema es que nunca fueron quienes creían que eran y este trauma, ese trauma inmenso, cae también sobre la sociedad, así que es obligación.

Es tremendamente angustiante ver lo que pasó en España durante la guerra civil, la cantidad, cientos de miles de niños privados de su identidad y ver que este trabajo se hace en Argentina para recuperar a esa gente que se llevó la dictadura militar es un gran orgullo.

Así que yo sigo más bien las directivas de lo que digan allá y estoy abierta a conocerlo y cuando quieran, cuando se sientan con ganas de compartir y conocer.

Las Abuelas de Plaza de Mayo prepararon y les están entregando a cada uno (unos paquetes). Porque son muy previsoras ellas en su visión de futuro, a pesar de toda la destrucción que están sufriendo, esto está pasando para levantarnos la moral en un momento en que el gobierno está intentando destruir todo este trabajo desde la raíz, ¿verdad? Bueno, las Abuelas prepararon estos paquetes donde hay mensajes de los amigos de sus padres, donde hay cartas, fotos. Yo participé en uno de esos que se le entregará al Nieto 140, este paquete de la gente que quiso a sus padres, de la gente que lo quiere y que lo espera.

Alicia, ¿cómo está tu mamá Raquel que dejó alguna notita también a propósito de esta restitución de la identidad?

Mamá conoció a Adriana de chiquita, mamá se emocionó muchísimo, tiene 93 años, está con muchos problemas de salud, está con Alzheimer, pero está íntegra y quiso escribirle y saludarla.

Mamá la iba a buscar a Adriana a su casa y la llevaba a pasear, y Adriana cuenta una historia, dice, yo me escapaba y me iba a la casa de tu mamá, y bueno, allí pintaban -mi mamá pintora- así que sí, muy emocionada, muy, muy feliz, y sí, mandó un mensaje para Adriana también.

Todo esto, como te decía, es de una alegría inmensa, pero sí quiero comentar que aquí en Los Ángeles se vive en un estado de terror, que yo estoy angustiadísima porque estoy presenciando los secuestros, los secuestros de mis vecinos, quienes me lavaban el auto, por sospechosos de ser inmigrantes ilegales, la gente que trabaja en estas cosas, vienen patotas, patotas totalmente camufladas y los secuestran, y se los llevan a lugares que no sabemos, no informan a la familia. Quienes me lavaban el auto, quienes venden fruta, cosas en la calle, se han desaparecido todos estos puestos, la gente está aterrorizada, los puestos de ventas de flores, la gente que estaba haciendo sus trabajos, está aterrorizada porque de pronto, de la nada, bueno, de la nada o del todo porque aparecen varias camionetas, hay gente en los medios sociales difundiendo y alertando en tal barrio están secuestrando, y son secuestros. Es como la Triple A en esteroides, apoyada por el gobierno, estimulada, y ahora con un presupuesto gigantesco que acaban de pasar, esa famosa legislación de la que está tan chocho el que quiere ser dictador aunque lo han votado y elegido, y con la complicidad de los medios hegemónicos también, que no difunden exactamente lo que está pasando.

Hay resistencia de la población, pero esto realmente -y eso que a mí no me tocó personalmente, yo soy ciudadana de Estados Unidos- me retraumatiza ver que están secuestrando gente, desapareciendo gente.

La cárcel de Alligator, que es una cárcel de aquí, del grupo económico GEO, que es un grupo que dio un millón de dólares para la campaña de Trump, esos son los dueños de las cárceles. Lo acaba de encontrar la ACLU, la Asociación de Derechos Civiles de aquí, que es fuertísima y super seria, la semana pasada, ochocientos de estos secuestrados estaban en esta cárcel, donde yo, en la época todavía de la democracia iba con mis estudiantes porque había ya presos por inmigración allí. O sea, esto no es algo que sale de un repollo. Esto es algo que se ha ido manteniendo también durante los gobiernos demócratas y hasta acá ha llegado al extremo. También has visto las deportaciones, etc.

O sea, el haber encontrado a nuestros Nieto 140 es más que una alegría, es un bálsamo en estos momentos de tanta angustia en la Argentina y aquí mismo también.

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