“Aceituno murió y será olvidado: Watu vive, ahora y siempre”
Raúl Roberto Aceituno murió este sábado, condenado a prisión perpetua por el asesinato de David “Watu” Cilleruelo. El ex integrante de la Alianza Anticomunista Argentina tenía 71 años. “Siento lo mismo que sentí cuando estaba vivo: desprecio, solo desprecio”, dijo a FM De la Calle Raquel, hermana del dirigente estudiantil.
“Que haya fallecido uno de los imputados es un hecho anecdótico pero hay que mantener vivo que nunca más se vuelvan a producir hechos de esta características en el país, cosa que algunos parecieran haber olvidado frente a los atentados ocurridos en la ciudad”, afirmó Alberto Rodríguez, testigo del crimen y compañero del militante comunista.
Tras el juicio Triple A, los jueces Daniel Amábile, Marcos Aguerrido y Pablo Díaz Lacava tuvieron por probada la tesis fiscal que sostiene que Watu “fue asesinado por Jorge Argibay, Pablo Argibay y Raúl Roberto Aceituno, quienes –para cometer el hecho– partieron del edificio del rectorado de Av. Colón 80 en el vehículo del rector, se dirigieron hasta el edificio central de Av. Alem 1253, ingresaron al mismo, ubicaron a la víctima, le dispararon en la nuca, abandonaron el lugar y regresaron en el mismo vehículo al rectorado”.
Aceituno recibió la pena de prisión perpetua al ser considerado coautor del homicidio agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas en perjuicio de David Hover Cilleruelo, en concurso real con el delito de asociación ilícita. Héctor Forcelli, Osvaldo Pallero y Juan Carlos Curzio fueron castigados con 10 años de cárcel por haber integrado la banda parapolicial.
En el veredicto, el tribunal comunicó que Raquel Cilleruelo tenía derecho a ser informada y expresar su opinión cuando se sustancie cualquier planteo en relación al cumplimiento de la pena por parte de Aceituno.
Consultada por FM De la Calle, comentó que al enterarse de su muerte tuvo “una mezcla de sensaciones, pensé que había pagado su deuda, después pensé que la hubiera pagado estando muchos años preso pero, al fin y al cabo, lo importante es que se logró juzgarlo y condenarlo gracias al empeño de la familia y de tanta gente que empujó para que se hiciera justicia. Aceituno, Curzio, Pallero y Forcelli son personas despreciables, se los recordará como los ‘che pibe’ a los que mandaban a hacer el trabajo sucio mientras el poder real sigue impune. Hay que seguir pidiendo justicia para todas las víctimas. Aceituno murió y será olvidado, Watu vive, ahora y siempre”.
Uno de los compañeros que asumió el compromiso del juicio y castigo a los asesinos de David fue Alberto Rodríguez. Ante la muerte del asesino, manifestó que “lo más importante ha sido el haber llevado a juicio a quienes fueron partícipes de la Triple A, una organización criminal montada en un Estado democrático, que asesinó y cometió crímenes de lesa humanidad y que fue un plan que tuvo que ver con un camino trazado para llegar a un golpe de Estado criminal como el de 1976”.
“Por eso creo que Bahía en esto fue un ejemplo, sus fiscales y en última instancia el tribunal condenando su accionar y a 4 de sus imputados. Todavía falta uno que es el dr. (Néstor Luis) Montezanti”, destacó.
Compartimos un apartado de los fundamentos del fallo del Tribunal Oral respecto a la responsabilidad penal de Raúl Roberto Aceituno como miembro de la Triple A, organización encabezada por el diputado nacional del peronismo ortodoxo, Rodolfo Ponce, y el ex interventor de la UNS, Remus Tetu.
Los testimonios que lo vinculan a los hechos de los que fue víctima David Cilleruelo serán analizados al final, cuando específicamente se analice su responsabilidad en el homicidio de la víctima. Basta referir aquí que fue uno de los integrantes del grupo armado que realizó el operativo que concluyó con su homicidio, y desde un punto de vista más general, fue uno de los integrantes más reconocidos de la Triple A (ver declaraciones de José Partnoy, Alberto Rodríguez, Juan Antonio Larrea, Rodolfo García y Luis Sellán).
El acusado no sólo fue visto por los testigos realizando distintas actividades con el grupo (v.gr. pintadas “AAA”, en la intervención de la UTN, arriba de los autos armado) sino que las declaraciones coinciden con la prueba documental respecto de que estaba asignado al edificio del rectorado en Colón 80, con posterioridad a que el grupo
integrara la UNS.
Entre los estudiantes que lo reconocieron como miembro del grupo armado son relevantes las declaraciones de José Luis Santagada, Miguel Ángel Pereyra, Nilda Mabel Bellochio, José Dante Patrignani, Graciela Lusky, Héctor Benvenutti, Juan Evangelista Díaz, Ramón Antonio Navarro (“guardia como policía de la entrada”) y Eduardo Bazán.
José Luis Santagada dijo que Aceituno fue uno de los integrantes de las Tres A que participaba en todas las actividades del grupo; que era de Ingeniero White y que su padre trabajaba en el Ferrocarril, dato que también fue corroborado por Juan Evangelista Díaz y María Cristina Leiva.
Miguel Ángel Pereyra declaró que luego del asesinato de David Cilleruelo, se hablaba sobre quiénes integraban las AAA, y que de los cuatro imputados, los más nombrados eran Raúl Aceituno y Juan Carlos Curzio.
Nilda Mabel Bellocchio dijo que el nombre de Raúl Aceituno sonaba mucho como parte de los comentarios en la Universidad sobre la gente de la triple “A” que estaba matando personas. Si bien la testigo (que además de estudiar trabajaba en YPF) declaró sobre la presencia de los matones de Rodolfo Ponce en el gremio de los petroleros, aclaró que el nombre de Aceituno circulaba únicamente en el ámbito universitario.
José Dante Patrignani recordó que “los nombres de esta gente que integraba las tres “A” era conocida, los Argibay, Pallero, Sañudo, Aceituno, los Chisu, eran nombres que circulaban”.
Graciela Lusky testificó que el nombrado formaba parte del grupo armado de la universidad, al que identificó como las AAA. “Era uno de los que se paseaba con armas dentro de la Universidad, sabemos que las Universidades tienen autonomía y sabemos que no pueden haber Armas dentro de las universidades, bueno si eso no es intimidación.
Él estaba dentro del grupo de seguridad y guardias del Sr Rector”. Se le preguntó cómo le había llegado el nombre de Aceituno como miembro del grupo, y explicó: “Todos los nombraban en la Universidad junto con Argibay (…) Después de que se hace cargo del rectorado el interventor Tetu”.
Héctor Benvenutti señaló en su declaración que “el comentario era que
estaba permanentemente al lado de los Argibay, padre e hijo”. Este hecho ha sido corroborado por distintos medios de prueba: los MEMORÁNDUMS de los servicios de inteligencia que refirieron a actividades vinculadas a la JNG en que Aceituno participaba junto a Argibay; por los elementos de prueba que surgen del EXPEDIENTE Causa N° 401/75 “Dufau…”, donde se da cuenta de hechos de violencia (disparos y asesinato) cometidos en el puerto de Quequén; por testigos que vieron específicamente al acusado realizando pintadas de la “AAA” en la universidad junto a Jorge Argibay.
Juan Evangelista Díaz también declaró que estaba entre los apellidos que circulaban como miembros de las AAA. Dijo que tenía razones para no olvidarse de ese apellido ya que el acusado era vecino en el Boulevard de Ingeniero White, y que conocía a su padre, quien trabajaba como guardia del tren de las doce de la noche que tomaba
cuando volvía de la escuela secundaria.
Raúl Aceituno participó además del grupo de cinco o seis personas armadas que ingresó al rectorado con Remus Tetu, al que llamaban los celadores (ver declaración de Eduardo Bazán, estudiante universitario y empleado administrativo del rectorado (UNS). Dijo este testigo que “se sabía que era gente que venía a imponer cierta disciplina”
y que tenían temor a lo que podía suceder. Ese momento ya asociaban a Remus Tetu con la línea de López Rega y la triple A.
Esto coincide con la declaración de Remus Tetu, y con el hecho de que se los haya contratado a esos fines. Pero como ya hemos considerado de manera detenida, las actividades del grupo excedían el ámbito de la Universidad Nacional del Sur y esto no es ajeno a la participación del acusado, quien también fue visto junto al grupo en otros lugares.
LIONEL ECHEVERZ declaró que los nombres de los cuatro acusados ya eran
conocidos en aquellos años como integrantes del grupo armado. Al ser preguntado dijo: “Aceituno claramente”, y que lo que se comentaba era que “formaba parte del grupo de los matones de Ponce que andaban por la ciudad”. Explicó que lo sabía “…porque se comentaba quiénes eran las personas, ya era vox populi alguno de los nombres de las personas que actuaban o que eran de la patota”.
MARÍA CRISTINA LEIVA dijo que Raúl Aceituno fue vecino suyo desde que eran niños, que vivía a la vuelta de su casa; expuso que las “andanzas con la gente del gremio portuario” eran vox populi en el barrio. El padre del acusado era compañero de trabajo de su padre como guarda ferroviario, y que todos los días pasaba por su casa y conversaban
en la vereda. Declaró que muchas veces vio que el padre del acusado lloraba angustiado por las andanzas de su hijo: “las amenazas, el acompañamiento con Argibay, con toda esa gente que hacían secuestros, asesinatos, eso era lo que el papá comentaba, estaba muy angustiado, un hombre que vivió muy angustiado”.
El vínculo entre Raúl Aceituno y Jorge Argibay, la participación conjunta en hechos de violencia, ha sido acreditada a través de diferentes razones, basadas en medios (fuentes) de prueba de diferente tipo a lo largo de esta resolución. Aunque parezca una cuestión secundaria, es relevante para determinar no sólo el rol del acusado dentro de la organización sino su conocimiento y voluntad respecto del propósito de esta organización criminal.
La testigo antes mencionada demostró el vínculo familiar que tenía con otro de los integrantes de la asociación criminal, Basilio “Chacho” Pérez, quien participaba de las reuniones familiares donde realizaba comentarios sobre la actividad delictiva en la que también participaba Raúl Aceituno. Dijo que en esas oportunidades su primo contó cómo
mataron al “negrito” Luis Jesús García. Recordemos que se probó que Basilio Pérez fue uno de los integrantes del grupo reconocido por los familiares de García en el operativo de su secuestro.
Además, vinculó al acusado Aceituno con las amenazas de muerte que su
padre recibía por escrito con las tres A en su oficina de la Unión Ferroviaria. Contó que cuando levantaba la persiana para ver quiénes eran, veía el auto en el que se solía mover Aceituno con otras personas de Ingeniero White.
En su declaración del 01 de abril de 2014, incorporada a la causa por lectura (debido a su fallecimiento), René Eusebio Bustos identificó a Raúl Aceituno como integrante de las A.A.A. en el ámbito de la UNS y en el gremial. Explicó que el grupo que integraba andaba en la CGT local que en ese momento dirigía Rodolfo Ponce (ver declaración testimonial del 24 de junio de 2015, agregada a fojas 540 del expediente).
Además de lo expuesto hasta aquí, se ha señalado la presencia del acusado en situaciones concretas que en los acápites anteriores hemos demostrado se atribuyen al grupo armado, tales como, la toma armada de la Universidad Tecnológica Nacional.
Los testigos Alberto Rodríguez, Juan Antonio Larrea y Edgardo Sosa lo
vieron cuando el grupo realizó la toma armada de la Universidad Tecnológica Nacional. El último de estos testigos recordó que era uno de los matones armados que ingresó a esa universidad. Tanto Rodríguez como Larrea coincidieron en que fue una de las personas que pintó las siglas “AAA” dentro de la Universidad Nacional del Sur y el último testigo expresamente recordó que Raúl Aceituno era uno de los involucrados en disparar armas de fuego (“que era uno de los que tiroteaba”).
Junto a Jorge Argibay, Pablo Argibay y Néstor Sañudo, Aceituno fue uno de los integrantes del ataque armado que realizó la patota, a bordo del Dodge Polara y del Fiat 125, en la movilización de los estudiantes hacia el Concejo Deliberante de Bahía Blanca. Claro que no podemos determinar si el propio acusado era quien efectuaba los disparos, pero eso constituiría un salto probatorio hacia un hecho distinto que el que aquí estamos intentando justificar, es decir, su responsabilidad exclusivamente por haber integrado la asociación ilícita.
La testigo Azucena Racosta lo vio en el seguimiento y ataque del que fue víctima cuando una noche durante el año 1974, fuera perseguida por el Fiat conocido como la “Fiambrera”. Expresamente reconoció que Juan Carlos Curzio era quien conducía y que Raúl Aceituno mostraba un arma larga desde la ventanilla del automóvil, desde el que le efectuaron disparos. Al llegar al departamento de un amigo, la testigo señaló que el auto esperó montando guardia, junto a otros autos, entre los que identificó al Dodge Polara.
La testigo declaró que el nombre de Raúl Aceituno era uno de los que entre sus colegas y compañeros identificaban como para de la Triple A, “junto a los Chisu, los Argibay, los López, el “Chacho” Pérez, Forcelli y Curzio”.
Otro episodio en que fue visto portando armas junto al grupo, fue el acto de Rogelio Papagno en el local de la UOCRA en el año 1974, que ya describimos en otro acápite. En ese episodio en concreto José Lualdi refirió: “ahí estaban Pallero y Aceituno y estaba el Moncho y estaba el Chacho Pérez y por supuesto estaban los autos estacionados y estaban también gente adentro de la Ford blanca F100 con cúpula que
luego es utilizada como vehículo de apoyo en el episodio de la Tecnológica”. El testigo les atribuyó estar en el acto portando armas e intimidando a los presentes; también recordó que trabajaba en la Junta Nacional de Granos y que tenía un hermano que había fallecido
en un accidente en el puerto. Se trata de datos que permiten corroborar la coherencia del testimonio y su fiabilidad.
Por otro lado, participó también de las visitas que el grupo realizaba a Rancho X, donde dejaban las armas a la vista y comentaban sobre los hechos de violencia que realizaban (ver declaración de Daniel Juliá).
Por último, queremos agregar que el vínculo entre Raúl Aceituno y sus tareas dentro de la Universidad Nacional del Sur como parte del grupo, al margen del extenso conjunto de elementos de juicio que ha sido considerado, están reconocidas también por los propios integrantes de la banda.
Durante el breve trámite de la causa que tenía por objeto la investigación del homicidio de David Cilleruelo (EXPEDIENTE NRO. 174/75), Miguel Ángel Chisu, otro de los integrantes designados específicamente por la UNS, reconoce que cumplía tareas en el
Rectorado de Avenida Colón 80 y que uno de sus compañeros habituales en las tareas de vigilancia era Raúl Aceituno.
Entre esas tareas reconoce también la custodia y traslado del Rector Remus Tetu. Esto coincide con la declaración del acusado Aceituno en esas actuaciones (ver fojas 328 de ese expediente), donde aclara que sus compañeros habituales fueron Chisu, Argibay y López.
En el mes de junio de 1975, Miguel Chisu, Raúl Aceituno y Jorge Argibay fueron juntos a Santa Fe como representantes de la Junta Nacional de Granos local con el objetivo de amenazar e imponer a sus candidatos en los gremios de esa ciudad, donde los servicios de informaciones expresan que tenían “artefactos explosivos”.
Esta circunstancia no sólo surge de las declaraciones testimoniales sino de la información que los propios servicios en este caso de la Prefectura Naval producían. Vale recordar que el Servicio de Informaciones de la Prefectura de Zona fue una de las agencias colectoras de las Fuerzas de Tareas de la Armada, luego del golpe militar (ver Sentencia del 01 de marzo del 2015, FBB 93001103/2011/TO1).
Volviendo al expediente que se analizaba, también declaró allí Evaristo López y dijo que Raúl Aceituno cumplía tareas como custodia del rectorado, junto a los hermanos Chisu y Argibay, entre otros. En el momento de cobrar los sueldos, dijo que la custodia de la mesa de entradas de ese lugar era de hasta cuatro personas y que vio una
ametralladora debajo del mostrador.
Por último, al considerar la declaración personal del acusado durante la etapa de instrucción (26 de mayo de 2015), no surge ningún elemento que podamos considerar al margen de las razones que ya hemos expuesto. Raúl Aceituno aceptó que cumplió tareas en la JNG, que fue designado en el Rectorado de Colón 80 pero aclaró que su actividad se limitaba a controlar los ingresos porque lo llevó a trabajar a ese lugar Miguel
Ángel Chisu. Por otra parte, negó realizar cualquier otra actividad que no fuera el control del ingreso y dijo no recordar nada respecto de los autos oficiales y otras actividades.
En resumen, se puede concluir más allá de toda duda razonable que Raúl
Roberto Aceituno integró la organización criminal, y de acuerdo a los vínculos y a las acciones que se han podido reconstruir, lo hizo con el conocimiento y voluntad de cometer los delitos indeterminados que esa organización criminal paraestatal tuvo como propósito desarrollar en la ciudad de Bahía Blanca de forma coordinada, generalizada y sistemática.
A pesar de que se ha dado cuenta aquí del rol que cumplió dentro de la
organización, trataremos de manera independiente el aporte concreto en el homicidio de David Cilleruelo.