Ana Colantuono: memoria militante

(Por Astor Vitali) Quienes queremos vivir en un mundo justo, más allá de cómo pensamos que eso se lleva a cabo, creemos que es menester no dejar pasar la memoria de los luchadores y de las luchadoras que forjan una cálida sombra que nos protege la memoria de esta radiación lacerante del individualismo contemporáneo. Es por eso que dedicaremos los siguientes minutos a evocar a Ana Colantuono, quién murió el día de hoy.

Nació el 25 de abril de abril de 1956. De familia comunista y comunista ella también. Primera de siete hermanos. En su casa, un mimeógrafo impregnaba verdades que serían crudamente reprimidas en diferentes períodos de la Historia.

A sus trece años comenzó a militar en la Juventud Comunista. Compartió trabajo barrial con el asesinado “Negrito” García. Entre 1971 y 1972 comienza una cacería de jóvenes comunistas. Allanamientos y persecución. Una tarde, afortunadamente, no la encontraron. Criminales de estado y criminales de espíritu, aprovecharon la oportunidad para robar. Finalmente, es secuestrada por personal de civil y llevada a la delegación local de la Policía Federal.

En vísperas de la última dictadura, nuevamente fue detenida ilegalmente mientras se intentaba llevar a cabo un juicio ético que la Juventud planteó contra el interventor Remus Tetu por el asesinado de David “Watu” Cilleruelo. Tiempo después fue puesta a disposición del Poder Ejecutivo y trasladada al Penal 4. Luego del golpe del 76, a Villa Devoto.

El 18 de marzo de 1977 fue liberada. El precio de su entereza fue la tortura, descarga aberrante de los cobardes carceleros y de los ejecutores del programa de una clase putrefacta que sólo sabe vivir a costa del sudor y la sangre de quienes trabajamos.

De vuelta en Bahía Blanca, le costó reintegrarse a la vida laboral por sus “antecedentes” hasta que fue tomada por el Banco Coopesur.

Siempre comprometida con sus convicciones comunistas, continuó militando en su partido: el Partido Comunista, participando de diversas instancias en la era democrática. Fue candidata a intendenta en 2011 por Nuevo Encuentro.

La valentía de su testimonio en el marco de los juicios de lesa humanidad fue un aporte fundamental. Su vida deja muestra vital de coraje, convicción y compromiso del que podrían tomar referencia otros actores de la época que guardan silencio. Ruidoso silencio. Cómplice silencio.

Para cerrar esta breve reseña, no se nos ocurre mejor idea que citar a Caetano Veloso en la canción Un comunista que escribió en honor al militante marxista Carlos Marighella:

“Estaba aprendiendo a leer

Mirando alrededor del mundo

Y prestando atención

Lo que no estaba a la vista

Así nace un comunista

Vida sin utopía

No entiendo que haya

Así dice un comunista

Los comunistas guardaban sueños

¡Los comunistas!”

Ana junto a sus compañeras Nélida Deluchi e Hilda Abad, el día del inicio del primer juicio de lesa humanidad en Bahía Blanca.

Ana junto a sus compañeras Nélida Deluchi e Hilda Abad, el día del inicio del primer juicio de lesa humanidad en Bahía Blanca.