“Arbórea”: un libro sobre conocerse, enraizar comunitariamente y llegar a la copa de nuestros deseos

Fue presentado en el mes de abril en Bahía Blanca y estará recorriendo la zona el próximo 13 de noviembre cuando llegue a la Feria del Libro de Sierra de la Ventana.

Florencia Rodríguez Aires es la autora de este libro que fue editado a través de Flor de Luna. Visitó los estudios de FM De la Calle, dejando una entrevista en la que hace referencia al proceso creativo, la disputa por la recuperación del cuerpo entendido como territorio, el problema de las raíces y lo contemporáneo y el pasaje entre la experiencia vital y el lenguaje poético.

Rodríguez Aires es tejedora, emprendedora, educadora y artista. Estudia Letras en la UNS y Expresión Corporal en la Escuela de Danzas Alba Lutecía.

¿Cómo y cuándo fue el proceso de publicación?

Este libro se iba a publicar en realidad en 2021. Entre 2019 y 2020 fue el proceso de escritura. Cuando me decidí a este paso de publicación surgió la posibilidad de pedir el Fondo Municipal de las Artes en 2020 y usarlo en 2021, y estuvo toda esta situación del desfinanciamiento en cultura, la etapa Roselló, y que habían puesto además un tope para el Fondo Municipal de las Artes de 15 mil pesos por proyecto, algo irrisorio en relación a lo que cuesta llevar adelante un proyecto en artísticas, en cualquiera de las ramas.

Comenzó un proceso de preventa en el medio de no saber qué iba a suceder con eso. El proceso de preventa inició y fue muy conmovedor y movilizante porque en muy poquito tiempo logramos llegar a los montos de inversión para cubrir la edición y la primera etapa de impresión.

Se dio finalmente la posibilidad de pedir el Fondo Municipal de las Artes y pedir el costo que faltaba para finalizar y concretar ese proceso de publicación. Fue llevando su tiempo. Se está distribuyendo por todo el territorio.

“Arbórea brota -dice el libro- prólogo de una experiencia corporal y acompañada que aún se encuentra en movimiento”. Es un punto de partida para que cuentes precisamente de dónde surge.

En 2019 estuvimos transitando una fitoterapia comunitaria, es una limpieza medicinal con plantas. En un principio estaba acompañando a una amiga que estaba necesitando realizar ese proceso y, con esta intención de acompañarnos, terminé también entendiendo lo mucho que necesitaba habitar ese proceso de limpieza.

Creo que lo más importante es destacar esta cuestión de lo comunitario porque cuando abordamos medicinas que son alternativas, si bien pueden ser muy nobles porque tienen que ver con las plantas y cuestiones más naturales, por ahí la ignorancia, la desinformación, el tema de estar aprendiendo desde la infancia que hay una medicina que es hegemónica que es la que tiene la verdad y la otra no.

Podemos también descuidarnos en esto de abordar algunos síntomas y no saber por dónde vienen. Creo que eso fue algo muy importante al abordar esta limpieza, teníamos toda la información, nos sentimos muy libres de comenzarla y de dejarla también en cualquier momento. Trabajamos muchas cuestiones que aparecen en otros ámbitos de la vida que también se manifiestan ahí, como la exigencia, tener que hacer las cosas y terminarlas porque hay que hacerlas así.

Se generó una escucha corporal que a mí en particular me llevó durante la limpieza a generar un relato poético de mi experiencia personal y comunitaria en relación a la limpieza, otras compas transitaron otros lenguajes. Cada una fue en esa búsqueda de encontrar el lenguaje propio, o en el que más sentía que podía expresar el presente y un poco esto de conocerse e ir por ese camino de conocimiento.

Escuchá la entrevista completa

Fue una experiencia de unos 50 días. ¿Cómo pensar o contar ese tránsito precisamente entre una experiencia concreta y el lenguaje o la experiencia poética?

En lo personal fue como un descubrimiento, si bien yo antes escribía, tenía ese contacto con la escritura y vengo del ámbito de la literatura, no estaba habitando tal vez la expresión del lenguaje desde ese lugar poético. Y con la limpieza me pasó que era una necesidad cotidiana en una escritura cotidiana de manifestar desde las metáforas, desde donde una se puede explicar mejor que de otras maneras, más literal o lineal, porque tiene muchos puntos de encuentro con un montón de información que viene por ahí latente.

Empezás a entender algunas cosas tuyas de tu crecimiento, de la historia familiar, de lo que fuera que se empiezan a aunar y creo que la salud viene por ese lado. La salud física y la salud emocional están muy ligadas. Cuando estamos transitando situaciones en las que estamos desorientades o con mucha angustia, un montón de emociones invaden el cuerpo también con cuestiones como engriparse un montón o tener picos de estrés.

Cómo ver eso en lo comunitario, todas estábamos tratando de entender nuestro presente desde ese lugar, comenzando desde el cuerpo y escuchando que hay otras personas que también les pasa lo mismo. El lenguaje poético fue como un puente o una vía para bajar toda esa información o esos saberes que empezaron a resurgir en mí desde lo personal, empecé a recordar cosas, a recuperar historias familiares, también a entender cómo se mueve todo.

Cuando se mueve una, de repente una va cambiando la energía y va cambiando todo alrededor, como se va conectando todo eso pero desde un lugar muy concreto, la poesía fue como el puente a contarlo, a contar la experiencia no como una experiencia cerrada o como la única posibilidad de experiencia en relación a sanar algo, sino como una posibilidad.

Esta fue la que yo encontré, la que pude habitar y la que comparto desde ese lugar de la escucha. Si resuena y si otras personas se sienten identificadas, tienen ese acceso a la información, a poder intentar habitar eso.

“Se habla mucho de la conquista desde ese lugar de que tenemos que pelar y guerrear por algo y a veces pienso, nos merecemos recuperar el territorio en general y el territorio que nos compone a nosotres”.

Fabiana Mendez, de la comunidad y organización mapuche Kumelen Newen Mapu -la cual Rodríguez Aires también integra-, participó del proceso de creación del libro.

Dijo a FM De la Calle que “fue muy importante participar de este hermoso proyecto que enraizó y que floreció. Arbórea es una conexión con las plantas, con nuestro ser natural. Cada poema, cada palabra que tiene me conecta y me ramifica, por supuesto que en sus poemas esté presente el mapudungun, que es el habla de la tierra, conecta absolutamente”.

Lo de Fabi es mutuo, ha sido muy importante para mí en todo este proceso de escritura. Arbórea, tiene que ver con eso, con el fortalecimiento, con buscar desde las raíces sin desconocer de dónde venimos, quienes somos y lo que venimos construyendo, donde está la fuerza que nos sostiene a nosotres en lo propio para poder enraizar comunitariamente y llegar a la copa de nuestros deseos, de lo que queremos. Realmente me emociona y me siento una privilegiada de conocerla.

Y Antonela Tocci, es la ilustradora, una amiga, una hermana. Hicimos juntas este proceso de limpieza medicinal, lo compartimos. Es una artista increíble, las manos con la tierra. Nosotras en esto de compartir siempre decimos que es un diálogo poético entre la poesía del diálogo y la poesía de la ilustración, nosotras lo entendemos juntas a este libro.

Si bien por ahí lo voy presentando, para mí es el libro de poemas de ambas. Vamos a estar juntas presentando de nuevo el libro en la Feria del Libro de Sierra. El domingo 13 de noviembre a las 18 horas.

En el libro, aparece el cuerpo como territorio. ¿Qué podemos decir de esto?

El cuerpo como territorio, un territorio a recuperar, siempre pienso. Se habla mucho de la conquista desde ese lugar de que tenemos que pelar y guerrear por algo y a veces pienso, nos merecemos recuperar el territorio en general y el territorio que nos compone a nosotres, estos cuerpos que habitan el mundo, que lo recorren y que están constantemente despojados de los derechos mínimos. Tenemos que estar cotidianamente entendiendo que nos merecemos la salud, en todo sentido, que nos merecemos respirar aire puro, limpio.

Que nos merecemos poder recorrerlo al territorio en su completitud, no solamente el territorio geográfico sino también nuestro territorio, conocerlo desde nuestras identidades, desde nuestra sexualidad, desde lo que fuera tener nuestro pase libre al territorio propio. Entonces me gusta pensar en esta palabra de la recuperación para contrarrestar con esa palabra colonizadora de la conquista que tenemos frente a tantos años y crecer de tanta opresión, también habitar los lenguajes opresivos, estamos recuperando otros lenguajes.

Dice también el inicio del texto:

“Comenzar la limpieza a su vez fue asumir un compromiso personal y comunitario que nos conectó con el deseo y con el tiempo propio, con el merecimiento, no desde un sentido meritocrático sino más bien profundo e inclusivo, el derecho que tenemos todes de vivir nuestros deseos de intencionar esos universos y que sean posibles”.

¿Cómo pensar el sentido de lo propio, de la propia subjetividad donde lo colectivo tenía lugar central y no había lugar para el desarrollo de las propias subjetividades?

Me surge contestarte también desde la metáfora del libro, cuando pensaba o entendía y en realidad muchas veces era esta sensación de visualizarme como un árbol, por eso ‘Arbórea’, pensaba qué árbol se parece a otro en un bosque, el bosque es inmenso y diverso y está entrelazado en comunicación desde las raíces, desde el mundo de los hongos, el mundo fungi. Realmente un árbol no puede expresarse para que otro se exprese, el bosque tiene esto, se expresa en sí mismo y en una comunicación continua.

Cómo llegan los nutrientes, cómo llega el agua, el mundo está de alguna manera sosteniéndose en ese equilibrio que tal vez es como nos muestra que es posible. Y en nuestras intervenciones tal vez, las intervenciones humanas, como las megaminerías, vemos como esas interrupciones que no tienen que ver con ese flujo orgánico hacen que hoy a grandes escalas estemos atravesando lo complejo de un cambio climático y cómo, eso creo que también se manifiesta en nosostres como personas habitando el mundo.

Tenemos una enseñanza desde la infancia, estamos socializados como personas que o somos mujeres o somos varones según nuestro nacimiento entonces desde ahí tenemos un techo que parece que no nos deja seguir creciendo.

En un linaje también, es como una ancestralidad que entiendo que en algún momento no fue así pero el capitalismo y la avanzada de estos paradigmas patriarcales nos han hecho crecer de estas maneras, entonces nos encontramos en edades avanzadas tratando de saber y entender quiénes somos y no llegando a expresar tal vez nuestros lenguajes propios, que terminan siendo una competencia para otra persona.

En esas cadenas de violencias en las que vivimos, en un mundo que se forja con violencias que sostenemos en nuestros cuerpos que nos alienan y que no muchas veces somos conscientes tal vez en este intento de recuperación al menos desde lo personal y de lo comunitario con quienes voy creciendo y compartiendo, en esos intentos de reconstrucción de volver a algo más orgánico no se si podría decir natural a esta altura del tiempo pero si lo más orgánico.

¿Qué es Flor de Luna?

Es una editorial de la productiva Flor de Luna, la parte editorial se llama “Ediciones para nosotres”, es una productiva de muchas y muches compas a lo largo del territorio. Cumplimos diversos roles, algunas personas hacen serigrafía de las telas que se estampan para las toallitas de tela, para las bolsitas, otras hacen costura, teñidos con tintas naturales. Otras estamos con la parte de ventas.

Somos una productiva que trabaja en conjunto, no tenemos un sitio, una tienda general sino que lo que genera Flor de Luna es que sea equitativo para todes en la distribución de lo que se va generando.

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