Cierre del Teatro Municipal: Margo´s Stand Down

(Por Astor Vitali) En la mañana de ayer el director del Instituto Cultural, Ricardo Margo, anunció que ha decidido cerrar el Teatro Municipal de Bahía Blanca al menos por el 2019. Tomá mate. Agregó que el gobierno municipal está esperando un trabajo de la UTN a fin de conocer qué tipo de arreglos van a realizar en el establecimiento. O sea, sin los resultados de trabajo profesional en la mano, sostuvo que “ante una situación así lo más serio es decir: hasta tanto no tengamos una conclusión firme no se abre la temporada”.

De esta manera, como corona de la gestión Margo 2.1, se anuncia que no hay más Teatro Municipal hasta nuevo aviso. Y andá a cantarle a Gardel.

El funcionario explicó que “lo más delicado es la cuestión eléctrica y luego la seguridad de los que trabajan”. Consultado acerca de cuánto tiempo permanecerá cerrado aseguró “no lo sé” y agregó que si tiene que arriesgar es posible que vaya a “tomar todo 2019 y posiblemente algo más también”.

Consultado por los talleres que se llevaban allí a cabo, dijo que “se van a dar en otros ámbitos” al mismo tiempo que reconoció: “no nos sobran”.

Los reclamos por parte del sector técnico del teatro no son nuevos. De hecho, es el deterioro producido en los últimos años el que fuerza esta decisión. Probablemente, el equipo técnico no habría podido iniciar sus tareas en las condiciones en las que se desenvuelven.

El funcionario omitió difundir que, además de la cuestión eléctrica general, consolas de luces y sonido fueron declaradas obsoletas según la última revisión técnica. Se trata de los elementos de trabajo diarios de los que no se puede prescindir.

La medida afectará a decenas de trabajadores de la cultura porque básicamente la ciudad, cabecera de región, se queda de un día para otro y sin planificación si su teatro público. El Teatro Municipal de Bahía Blanca ofrece espectáculos casi todos los días de la semana y absorbe con su capacidad técnica buena parte de las demandas reales de uso de sala.

Los el ballet y la orquesta, pertenecientes a los Organismos Artísticos del Sur (provincia) ensayan en este lugar.

Muchas funciones de las cuatro escuelas de arte se realizan en la sala mayor.

Buena parte de los festivales regionales y locales así como instancias de formación autogestionadas cuentan con el uso de la sala para su normal funcionamiento.

Si estás medio distraído con estos temas probablemente te comas el discurso de: “qué bueno que van a invertir en el teatro”. ¿Si? ¿Algo de la política económica en el sector público daría garantías del cumplimiento de la promesa? Más bien el ajuste sistemático señalaría lo contrario.

El gobierno municipal anuncia que realizará cambios para remozar el teatro. Sin embargo, los términos correctos son que dejaron caer el teatro hasta una situación en la que no puede funcionar con normalidad. Es decir, no toman esta decisión por gracia de una política planificada. Por el contrario, lo dejaron caer y no lo pueden abrir porque no tienen las condiciones.

De hecho, el anuncio realizado ni siquiera se hizo sobre la base de los estudios –que aún no llegaron- y hubo detalle de las obras que supuestamente realizarían.

Enhorabuena si hubiera la decisión política de invertir en el teatro pública con el objetivo de dejarlo en óptimas condiciones. ¡Enhoabuena! Nada en la esfera terrícola indicaría que se tratara de esto.

Si esto hubiera sido planificado, los trabajos hubieran comenzado durante el verano para que, con criterio lógico, afectaran menos tiempo del período en que el teatro se encuentra en plena actividad. Por otra parte, como dijimos, no tienen idea de qué van a hacer en concreto ya que aún no tienen el estudio. No anunciaron la totalidad del cuadro de situación.

El hecho de verse obligados a cerrar el teatro les viene al pelo para justificar superficialmente la acción verdadera: ajustar. Para la vida cultural de Bahía Blanca cerrar el teatro por tiempo indeterminado es una locura. Pero sobre todo lanzar esta medida a la que se ven forzados sin un plan B.

En concreto: más de doscientas y pico de funciones planificadas por la comunidad cultural local tiradas al tacho por la falta de planificación de la actual gestión.