“De la salud mental nos acordamos cuando sale en la crónica policial”

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Un efectivo de la Policía Bonaerense disparó en el abdomen a Chano Charpentier cuando el músico sufría un episodio de excitación psicomotriz vinculado al consumo problemático. Mientras el ministro Sergio Berni reivindica el accionar represivo y propone un debate sobre armas, se abren algunos interrogantes referidos a la atención de la salud mental.

Hugo Kern, jefe del Departamento de Salud Mental y Adicciones de la Secretaría de Salud del Municipio, dialogó con FM De la Calle sobre la autodeterminación de las personas y los protocolos de actuación por parte de las fuerzas de seguridad y el sistema de salud ante emergencias de este tipo.

“Hay un marco regulatorio que permite una internación compulsiva, contra la voluntad de la persona, simplemente tiene que existir un equipo que avale, que pida autorización de un juez, y el tiempo necesario a fin de garantizar el tratamiento. Esto es absolutamente posible con la ley vigente”, aclaró.

En relación al concepto de peligrosidad, enfatizó que “con la ley (de Salud Mental) se reemplaza la peligrosidad por el riesgo cierto e inminente. Son cosas distintas porque lo que son peligrosas son las acciones y no las personas. Segundo porque en el nombre del peligro se ha dado lugar a enormidades en relación a la salud, más en un país como el nuestro que esa cultura de ‘algo malo puede pasar’ dio lugar, entre otras cosas, al terrorismo de Estado que con ese mismo justificativo llevó a la eliminación del que piensa distinto”.

“Además, la autonomía transitoriamente puede perderse y siempre puede formar parte de todo el proceso de cuidado. Vos o yo, puestos en condiciones extremas, podemos perder el control y podemos tener reacciones que estén incluso en contradicción con lo que vos pensás de manera individual”.

Respecto al comportamiento de las fuerzas de seguridad y otros agentes del Estado, Kern dijo que “hay un problema de formación, hay un problema de la sociedad de cómo se piensan los temas de salud mental o cómo no se piensan los temas de salud, que van desde las dificultades de formación hasta utilizar la salud mental como una forma de descalificar o considerarlo sujeto irrecuperable”.

“Por otro lado, esto acontece con la medicina privada, esta situación no es por falta de recursos sino por fallas en el sistema de sostén y en la toma de decisiones. Un muchacho cuyos primero incidentes públicos datan de 4 o 5 años, hablamos de una situación crónica que no ha encontrado una forma de restituir un tratamiento adecuado”.

En ese sentido, mencionó que “lo preocupante es que la intervención sea hecha con gente armada, porque a partir del 2015 se creó una comisión interministerial para trabajar con agentes de seguridad en el manejo de situaciones de salud mental, se hicieron capacitaciones pero no se sostuvieron y esto se nota”.

“No hace mucho un policía fue asesinado por una persona en estado de padecimiento subjetiva con un arma blanca. Esto dio lugar a razonamientos para estar atentos y armados a la respuesta. Sucedió en esta circunstancia con este muchacho que puso en peligro su vida. A veces el remedio es peor que la enfermedad”.

En una situación similar “el procedimiento es complejo: primero se establece una zona segura para la intervención, la distancia necesaria, la presencia de un negociador que va a hacer el nexo, un acercamiento con voluntad de diálogo. Eso se llama el primer respondiente, una estrategia de trabajo en salud mental en crisis en la atención primaria. Es el primero que llega al lugar, puede ser un agente de tránsito. No siempre se toma conciencia de esto, ni social ni institucionalmente se destinan los esfuerzos que se deberían destinar”.

“El primero que llega organiza la zona, corre los elementos de riesgo, no se tiene que convertir en un sainete con muchas personas alrededor. En general las fuerzas de seguridad intervienen en las llamadas del 911, también participa defensa civil y hay un trabajo previo para una internación”, dijo Kern.

Por otro lado, en relación a la inexistencia de lugares o centros de atención que acompañen padecimientos crónicos, a raíz de los reiterados pedidos de familiares que no saben cómo ayudar y no tienen donde recurrir, señaló que “en Bahía hay un sistema provincial, están los dispositivos principales del Penna, el Centro de Prevención de Adicciones, y el municipio se encarga del primer nivel de atención en el Hospital Municipal, las unidades sanitaras y el Departamento de Salud Mental con orientación a las prácticas comunitarias. Y el SIEmPRE ante la emergencia”.

Por último, en referencia a la familia o el entorno de la persona con un padecimiento, dijo que “hay que pensar a las personas vinculadas con otros, en términos de sistemas y relaciones. Cuando hay familia puede ser que sea acompañada, a veces la familia no solo que no ayuda sino que empeora las cosas. No es a propósito, la familia no puede lo que la sociedad misma no les da. La internación es el último recurso y a veces el único posible pero no debe ser central en la medida a tomar, como que se instala culturalmente una idea y no es siempre la mejor respuesta”.