“Era parte del entrenamiento: ir a la casa del Piri y que te abusaran”

¿Cómo fue darte cuenta de lo que pasaste y poder contarlo?

Fue complicado, me di cuenta o pude empezar a sentir que fui abusada en un mundial en China. Al otro día tenía que correr el mundial de canotaje. Eran como las 12 de la noche y en una conversación con mi compañera, cuando me hizo un comentario, empecé a sentirme como si tuviera un ataque de pánico. Ahí me cayeron las fichas, un montón de situaciones que había vivido en la casa de Néstor Pinta.

Cuando vuelvo a Argentina, estaba estudiando en la Universidad de Río Negro, termina el año y un día ya no podía más, se me salía. Le comento a mi madre y a mi tía Mónica que había sido abusada por Aldo Pinta en la casa de Piri, mi entrenador. Ahí empezó un proceso con ellas dos de acompañamiento, de buscar una terapia, de acompañarme porque yo tampoco iba a denunciar enseguida, yo tenía una carrera deportiva.

Era Néstor Pinta. Lo conozco desde que nací, cumpleaños de 15, primer año, todo. Era como un padre para mí, era muy complicado denunciarlo por la historia familiar. Así como es una persona reconocida en el deporte, mi mamá y yo también, la exposición a que iba a llevar a Néstor Pinta, al campeón.

Un día, en un ataque de pánico en el río, lo cruzo a él y yo ya no podía remar. La conexión que tengo con el río y el canotaje es lo más importante, es lo que me salva. Me bajé del bote y le dije a mi familia: lo voy a denunciar. El 2 de julio lo denuncié, tuve que conseguir abogados. Y conté con el acompañamiento de mi familia.