“Esta plaza sirvió para encontrarnos”
“A esta plaza la dejaron caer porque hay extractivismo urbano. Agarran un lugar emblemático y valuado de la ciudad, lo dejan caer, lo compran por monedas o, si es público, lo privatizan y transforman en un negocio”, dijo a FM De la Calle el ceramista Tato Corte.
Durante la última emisión de En Eso Estamos, transmitida desde la Plaza del Sol en la previa de la fiesta en defensa de dicho espacio público, recordó los años de la Feria de la Cultura.
El artista destacó que “esto es lo mismo que la soja transgénica, la minería o el fracking. Hay un patrimonio que es cultural, que es el que ustedes están rescatando contando estas cosas, lo que significó esta Plaza de la Resistencia y la Memoria donde terminan las marchas del 24 de marzo, donde los desocupados vendían lo que sería la economía popular, todas estas cosas hay que refrescarlas”.
Comentó que la Feria de la Cultura nació con la democracia. “La primera edición fue en el ’87, nos sirvió para encontrarnos y conocernos. La dictadura había generado una gran división, no nos conocíamos los plásticos, los bailarines, los poetas, los alfareros y esta plaza sirvió para eso”.
“Fue un espacio que sigue siendo válido en su propuesta: encontrarnos manos, voces e ideas que testimonian la integración de nuestra gente. Ese fue el lema de principio a fin y está absolutamente vigente”.
Corte dijo que “la Feria fue esa cosa gigantesca en la cual miles personas nos encontrábamos: productores, consumidores de arte, de creación, participando durante tres noches acá”.
“Con el tiempo nos dimos cuenta que la Feria coincidía con el solsticio de verano, una fiesta que la humanidad festeja desde hace miles de años. No estábamos haciendo más que un ritual viejísimo de los pueblos originarios de todo el mundo, celebrando el día con más sol”.
“Y la plaza tenía ese nombre. En realidad porque era parte de una de las tantas estafas de la dictadura. Este era el Banco Trozzo que hizo un hotel, modificó las dos calles -Olivieri y Arribeños que no llegaron hasta O’Higgins- para hacer una plaza seca con grandes cubos como parte frontal. El grupo quebró y, cuando vuelve la democracia, está ese edificio sin ocupar con una empalizada donde se pusieron los nombres de los desaparecidos”.
“Se hicieron dos ferias en esa vieja estructura hasta que Carlos Schardgrodsky -otra persona que tampoco está- remodeló la plaza, eliminó los cubos en el 89. La tercera Feria ya teníamos esta estructura que, además, permitía que en cada uno de estos pequeños círculos Mirta Colángelo narrara historias, los chicos pintaran, dibujaran, más allá estaban los alfareros, los grupos de teatro y los arquitectos usaban el escenario y las veredas tenían puestos permanentes de feria”, recordó.
El alfarero mencionó que el gobierno radical impulsó una política de talleres barriales porque por primera vez “se vio desde la estructura oficial que el habitante de los barrios podía ser un productor de cultura, además de consumidor. Esta Feria multiplicaba esa posibilidad de que lo popular llegara acá”.
Corte afirmó que le “espanta” la posibilidad de “eliminar estos árboles -esa acacia blanca es un bonsai con esas raíces afuera, ni hablar del ombú, tenemos un ginkgo biloba que sobrevivió al ataque nuclear de Hiroshima, el jacarandá que era el favorito de Mirta (Colángelo)-, me aterra que se pueda pensar en eso pero a su vez me doy cuenta con lo que están haciendo en Mendoza”.
“Yo nací allí. Mendoza es un desierto. Con el riego han creado una cultura de oasis y uno de los paños de vida más grandes del mundo. Y la minería a cielo abierto con los químicos va a destruir la viña, un vino emblemático de la Argentina, vamos a tener un malbec cianurado”.
“Esto nos permite pensar, además del espanto, que acá mucha gente se ha movilizado y preocupado. Es una ciudad con inquietudes, me alegra eso, la presencia de la radio en este emblemático lugar”, concluyó.