La Cultura en la cornisa (Nota II)

(Por Luis Ponte) “Ante el cambio de gobierno y la consiguiente redefinición de los programas de estado en el área de Cultura, artistas y productores esperan herramientas de gestión, demandan políticas estatales tangibles y la creación de circuitos regionales, para sostenerse y construir nuevos públicos para las músicas argentinas del siglo XXI. Esas que buscan sostener calidad artística y estética como desafío para cortar tickets”.

Así comienza una serie de notas de investigación del sitio emepea.com – medio digital dedicado a la música argentina – acerca de la preocupación que invade a artistas y productores independientes en la Argentina.

Desde que el gobierno de Mauricio Macri asumió el 10 de diciembre, se discontinuaron distintos programas y ciclos en el Ministerio de Cultura de la Nación que parecían, al menos en parte, abrir el juego a las expresiones menos favorecidas por el mainstream. La Música Interior; Huella Argentina; Generación XXI, y el programa Recalculando, de apoyo al desarrollo de nuevos sellos discográficos, entre otros.

Muchos productores de artistas no masivos están expectantes. El planteo de algunos de ellos de cara al futuro, conlleva una mirada en parte crítica del pasado reciente, como el caso de Jorge Nacer: “Que el Estado deje el rol de productor que tuvo en los últimos años del gobierno anterior. El Estado hacía recitales gratuitos en una enorme cantidad de salas, teatros, centros culturales, y espacios públicos”.

“Ello generó por un lado, que su público esperara a verlos gratis, en lugar de pagar entrada por el mismo artista en algún espacio programado; y también, la dificultad de encontrar empresas auspiciantes que pusieran dinero, como en el rock, por ejemplo. Necesitamos nuevas herramientas, distintas a la presencia de un Estado mega-productor de eventos. Hace falta un Estado gestor que trabaje con nosotros, no para nosotros”.
A la hora de resumir sus reclamos al Estado, muchos productores demandan (clásicos como) facilidades de elementos de producción, pasajes, alojamientos, estructura, y redefinir el tema impositivo, para que bajen los costos. Acerca de esto subrayan que los espectáculos se encarecen mucho al pagar IVA. Otros como Alejandro Jueguen, apoyan la sanción de la ley de mecenazgo (ver NOTA I, jueves 22-09-2016).
Todos coinciden en aumentar la proyección federal de artistas. Cuestión que no depende sólo del Estado, sino de la decisión de incrementar el trabajo colaborativo en redes: “No se trata de que no haya más espectáculos gratuitos, sino de combinarlo con programas o circuitos que fomenten a los artistas de música menos masivas”.
También hay un espacio para la autocrítica: “Necesitamos nuevos públicos para las músicas no masivas. Es indudable. Si no siempre convocamos a los mismos. Hace falta un mayor desarrollo, pero es un tema cultural que no sólo depende del Estado”.
Frente a estos planteos, la subsecretaria de Cultura Ciudadana, del Ministerio de Cultura de la Nación, Débora Staiff, aclara de entrada que “equiparar es imposible, porque la fuerza del mercado es enorme. Además, antes el Estado trabajaba más con el artista a obra terminada. Volver al Estado una gran productora de eventos, no es el modo. No estamos en contra de hacerlos, pero no será la norma de esta gestión”.
En respuesta al reclamo de los programas caídos, y de una mayor generación de circuitos de circulación de los artistas, federal y diversa, la subsecretaria indica que habrá un programa de circulación por las 104 Casas del Bicentenario más las que se sumen en 2017, luego de un relevamiento de espacios reales.
“El diez por ciento de nuestra política de programación será sólo para la Ciudad de Buenos Aires, un 20 por ciento en el Conurbano y el 70 por ciento para el resto del país. Si antes vos podías ver un artista gratis hoy, y el fin de semana no llenaba Café Vinilo, estas medidas permitirán que la mecánica cambie. Pero será muy difícil abrir circuitos sin incentivar el trabajo en red entre municipios, los cuales deben ver que es más efectivo y conveniente trabajar con esa modalidad”.

A la pregunta sobre el desfinanciamiento y el cierre de programas y circuitos creados durante la gestión previa, Staiif lo niega: “No tiene que ver con los recursos económicos sino con armar circuitos, regionalizar la circulación artística y empezar a cruzar artistas y estéticas. Apostamos a que el Ministerio sea innovador en términos de la música que se va a escuchar con una mirada contemporánea. La tradición es importante pero tanto como lo que viene. Si el Estado no apoya a lo que viene como posibilidad de crecimiento, incluso con experimentación, no lo va a hacer nadie. Ni un privado ni el independiente…”.

Habrá que ver – dice el portal, organizador del debate, y nos sumamos a esa pregunta – desde qué lugar ideológico se busca superar lo tradicional y a quiénes se proyecta. Las nuevas músicas del siglo XXI abren otras lógicas frente a los productos afinados por el mercado. Vale el ejemplo de la raíz folklórica: los artistas de discurso tradicionalista, incluso en sus vertientes más pop y románticas, siguen siendo vistos como ‘el folklore’. Las expresiones de vanguardia que trascienden el paisajismo para expresar los conflictos humanos y sociales de hoy poseen mucha menor difusión. Muchas de ellas siguen siendo invisibles. No tan lejos de los años 90: los que se imponen son los que pueden contar con mayor tracción de mercado.
“La prioridad está en los artistas de segunda, tercera y cuarta línea”, describe Staiff. “Nos interesa entender a dónde están esos nuevos artistas y poner el acento en que también haya espacio para ellos. Pero aclaro algo: una cosa es la identidad nacional y otra los autores argentinos. Ahí es donde está la diferencia de miradas”.
Por último, otra pata decisiva en la cadena de generación de música independiente, junto con artistas, productores y Estado, es la de los sellos independientes. Al respecto, las voces de Diego Zapico, director Acqua Records y Javier Tenenbaum, director de Los Años Luz Discos. Quienes, con un enfoque más genérico y dogmático, que focalizado sobre esta nueva coyuntura que se da en materia cultural, no dejan de trasladar su preocupación sobre el futuro del negocio de la música alternativa y un lugar en la mesa de debate: “El galopante proceso de concentración que se manifiesta en el poder de las grandes compañías propietarias de los medios de comunicación hace preciso que las compañías fonográficas independientes nos hagamos escuchar y cobremos una nueva influencia en pos de defender la diversidad y calidad de los contenidos musicales que generamos”.
“Las compañías fonográficas independientes, – dicen Zapico y Tenenbaum – al igual que el resto de la Pymes, hemos creado más puestos de trabajo directos e indirectos que las grandes empresas. Sin nuestro aporte, gran parte del acervo musical del país se perdería y, aun así, gran parte se perderá. La tradición, la cultura y la diversidad, nuestro más valioso patrimonio, es lo que está en juego”.

El pasado reciente tuvo en el Estado (Nacional) una presencia muy fuerte en materia cultural, a través de líneas de programas de estímulo, desarrollo y apoyo en las diversas ramas que conforman la actividad. Muchos de esos planes, invisibles para la mayoría de la gente, hacían foco en el rescate de artistas, sectores o, incluso, regiones olvidadas por el mercado, o el propio Estado en los niveles municipal y provincial. Pero al mismo tiempo, como indicaban más arriba los productores independientes, hubo presupuestos excesivos o no siempre bien aplicados en acciones que respondían más a criterios de impacto directo en el público que a políticas de Estado.

Mientras tanto, el presente marca una tónica totalmente diferente. Lo cual será analizado en la tercera y última nota, la semana próxima.