“Los obispos estaban en la misma sintonía que la dictadura”
El obispado argentino publicó el tomo II de la obra “La verdad los hará libres. La Conferencia Episcopal y la Santa Sede frente al terrorismo de Estado”, editado por Planeta. El libro contiene documentos desconocidos hasta el momento por fuera del entorno eclesiástico y se enfoca en “el terror, el drama y las culpas”.
El periodista Washington Uranga dijo en FM De la Calle que los documentos “hablan de la complicidad de la jerarquía de la iglesia católica con la dictadura, la justificación supuestamente doctrinal”, principalmente de quien presidía el Episcopado, el obispo castrense Adolfo Servando Tortolo.
“Esto surge precisamente por la demanda de los organismos defensores de derechos humanos, a quienes les constaba que existía mucha documentación y que hablaba y ponía en evidencia la vinculación entre la jerarquía de la Iglesia Católica y la dictadura militar”.
“Había una cantidad de documentación de personas cuyos familiares habían desaparecido, estaban presos o torturados y que se dirigían a la iglesia, a la jerarquía a través de las autoridades de la Conferencia Episcopal pero también directamente al Vaticano. Esos documentos estuvieron bajo secreto durante muchísimo años”, relató Uranga, quien insistió con que fue con la llegada de Jorge Bergoglio al Vaticano que se logró destrabar esa documentación.
Otros documentos se encontraban en los archivos de la Conferencia Episcopal “bajo muchas llaves, muchas cerraduras”. Según Uranga, la decisión del Papa junto con la decisión del obispo Oscar Ojea y la comisión ejecutiva del Episcopado fue poner todos estos documentos sobre la mesa.
“De esto se encargó una investigación de 5 personas en la Universidad Católica Argentina e incluso los autores hoy dicen que se publican tres tomos pero que no es un proceso cerrado, sigue abierto”, aseveró.
“Cuando Ojea le entregó la documentación al juez Lijo le dijo que esto no estaba cerrado y que había posibilidad, a partir de la publicación, que se abran nuevas vías de investigación”.
Uranga recordó que Tortolo, previamente al golpe militar, “le pidió a un teólogo que se llamaba Domingo Basso que escribiera un documento doctrinal breve en el que, por ejemplo, hablaba de la guerra lícita, que buscara justificar la pena de muerte para los acusados de subversión e incluso por qué había que esperar que las detenidas embarazadas tuvieran su parto para salvar a los niños, entre comillas”, relató el periodista. Se justifica allí también el posterior secuestro de los bebés.
“Ese es un documento que después, según uno va sacando de la lectura, fue a parar en manos del propio Videla y el que justificó algunos de sus discursos no con las mismas palabras pero con argumentos similares”.
“Había mucho diálogo entre Videla y Tortolo”.
Los obispos sostenían que “en el accionar de los genocidas había una perspectiva católica y que todo se hacía para salvar al país de la subversión del marxismo”, ya que había una obsesión en la jerarquía de la Iglesia Católica con la infiltración del marxismo especialmente en universidades.
“No solo se lo dijeron a Videla, también se lo habían dicho antes al presidente Juan Domingo Perón. Ideológicamente los obispos estaban en la misma sintonía que en la dictadura”.
Durante el último tramo del golpe funcionó una Comisión de Enlace entre obispos y genocidas. Para Uranga esto era “lo menos malo de ese recorrido”. Surge como “resultado de las gestiones que generalmente los obispos hacían en privado, nunca hicieron denuncias públicas pertinentes. La Comisión de Enlace que viene casi al final de la dictadura es como un ámbito de intercambio de información en el que trataban de blanquear situaciones, sirvió incluso para rescatar algunas personas”.