Megacausa Zona 5: “Este Tribunal ha tenido o ha permitido conductas misóginas y sexistas”

La querellante Mónica Fernández Avello se refirió a los delitos sexuales ocurridos en cautiverio y a la postura asumida por los jueces ante reiteradas conductas machistas de los imputados y las defensas.

“¿Señor juez, qué será de nosotras? Y lo mismo pregunto en nombre de todas las víctimas, muchas de ellas ya fallecidas, que han denunciado en esta y en primera instancia los abusos sexuales a los que fueran sometidas. Y debo decir que tristemente no me sorprende, dado que este tribunal ha tenido o ha permitido conductas misóginas y sexistas, como permitir a un imputado mencionar a quien esto suscribe, como ‘mi amiga Mónica’, o a la fiscal ad hoc, doctora Paula Molini, como ‘Paulita’, ‘cachorra’ e ‘ingenua’, o referir a la defensora oficial, doctora Cintia Bonavento, cuando en un receso solicitó diez minutos para darle de mamar a su hija, se le respondió que vaya, si tardaba más tiempo igual podíamos iniciar la audiencia sin ella. O cuando declaró la doctora Virginia Dominella, fue ninguneada por los abogados de la defensa, tuteándola, llamándola por su nombre de pila, mirá si este destrato lo iban a tener con un varón”, comenzó Avello.

Enfatizó que para identificar estas acciones como misóginas y machistas, deberían trasladarlas a los varones.

“¿Alguien imaginaría acaso decirle al defensor oficial doctor Gustavo Rodríguez que iniciaríamos la audiencia sin él? ¿O que un imputado trate a un juez como ‘mi amigo Sebastián’, o ‘mi amigo Ernesto’, o ‘mi amigo Marcos’, y ni que hablar de que los trate de ‘cachorros’ e ‘ingenuos’. Digámoslo con todas las palabras, estas conductas son toleradas o propiciadas porque se trata de mujeres”.

“Reconocimiento social de la muerte”

La querellante puso el foco en el peso simbólico de las desapariciones forzadas. Habló del reconocimiento que otorga la muerte y el luto que un cadáver permite realizar a las familias.

“Aquellos familiares que no tuvieron la posibilidad de identificar y recuperar el cuerpo de un ser querido, debieron enfrentar su muerte eventual de una manera diferente a lo que establece la forma tradicional. En muchos casos, la ausencia de cuerpo y la falta de evidencias de la muerte hicieron que el proceso quedara suspendido en un estado de liminalidad forzosa”, dijo.

Explicó que “el rito queda sin concluir, de modo que la noción de desaparecido remite a la idea de suspensión, no se es, aunque se está por ser. El desaparecido, que es a la vez un muerto, un vivo, o no es ni muerto ni vivo, nunca llega a integrarse al mundo de los muertos. En paralelo, los deudos dificultosamente logran reintegrarse en la vida social, restableciendo el vínculo quebrantado”.

La abogada citó a la licenciada Laura Panizo en lo que ha denominado como muerte desatendida: “Se carece de un espacio o lugar donde atender tanto al muerto como a los deudos. La muerte desatendida es aquella que, por no involucrar un reconocimiento social, no es enfrentada según maneras esperables y claras”.

“Aquel que desaparece y no da evidencia de su muerte se convierte en una especie de fantasma que permite dejar siempre abierta la posibilidad del regreso. Así, la categoría desaparecido hace referencia a aquellas personas que se encuentran en el umbral entre la vida y la muerte”, contó.

Agregó que “para aquellos que tuvieron la posibilidad de encontrar los cuerpos, la ratificación de la muerte no solamente significó sacar a la persona de la categoría desaparecido, sino que implicó el reconocimiento social de la muerte”.

Noticias relacionadas