Megacausa Zona 5: declararon peritos caligráficos y un militar

Durante la audiencia 72 se escucharon los testimonios de especialistas convocados por la defensa y el relato de un suboficial que defendió a algunos acusados. También se reprodujo el testimonio de Gustavo Fabián Aragón, quien declaró en la causa Bayón en 2011.

En primer lugar las pericias apuntaron a deslegitimar los informes de calificaciones y del Libro Histórico del Batallón de Comunicaciones 181.

El calígrafo Gastón Federico Latour examinó las firmas de Argentino Tauber y Emilio Freyre y explicó que las contrastadas entre fotocopias y el Libro Histórico “no son atribuibles a los elementos que nos dieron como indubitables”.

La perito caligráfica María Luján Radavero se dedicó a examinar un informe de calificaciones en el cual notó “alteraciones sustractivas” y borrados que no pudo establecer si fueron fraudulentos o no. “Estaba alterada la fecha y se había reemplazado por otra”, declaró.

Por su parte, Jorge Antonio Barria, suboficial mayor retirado del Ejército, declaró en favor de los imputados Gutiérrez Velasco, Flores, Maidana y Rey Pardellas.

Sin embargo, acreditó la existencia de detenidos en el Gimnasio del Batallón: “El gimnasio era un área restringida que teníamos prohibido andar cerca, circular o charlar con algún personal que estuviera ahí. Se comentaba que traían gente a testificar en que andaban, comentarios que hubo siempre. Hay gente que viene a testificar porque anda en algo raro, los que no tenían nada que ver andaban tranquilos por la calle. Andábamos sin miedo”, dijo.

Para el mes de noviembre el Tribunal informó que habrá audiencia el jueves 2, inspecciones oculares los días 8 y 9 y nuevamente sesiones el martes 14 y el jueves 30.

Por último, el tribunal reprodujo el testimonio de Gustavo Fabián Aragón, quien declaró en la causa Bayón en noviembre del 2011.

Contó que tenía 16 años cuando, alrededor del 21 de diciembre de 1976, fue secuestrado y detenido en La Escuelita.

“Me vendaron, me pusieron contra una pared, me maniataron en la espalda. Luego me introducen hacia otra dependencia donde se percibía que había una puerta corrediza, me hacen subir a una cucheta. Me llevaron a una cama, me aplicaron picana, siempre haciéndome preguntaban si yo había estado en el atentado de la Ford. A esa edad me dedicaba a hacer deportes, eran todas cosas irreales para mí. Creo que terminé diciendo lo que ellos querían porque uno se esperaba cualquier cosa”, testificó.

Agregó que después de las sesiones de tortura lo devolvían a la cucheta “y de vez en cuando aparecía alguien y me hacía preguntas como que incluso ahí dentro la pasábamos bien porque ellos en el monte la pasaban mal, querían hacerse pasar por lo que no eran”.

Aragón relató que “después de 3 o 4 días nos llevaron a un patio, nos pusieron mirando a la pared, supongo que habrá sido un simulacro de fusilamiento. Nos tuvieron 15 minutos contra esa pared. Todos temblábamos, no sabíamos que pasaba”.

“En mi caso me metieron en un vehículo otra vez, en la parte de atrás. Reconocí que pasaban por el empedrado del Parque Independencia. El vehículo paró, me tiraron en un yuyal y ahí escucho que el auto arranca, que se detienen más adelante, vuelve a arrancar y no escucho más a los vehículos. Logré desatarme, me saqué la venda y ví la ciudad. Nos habían dejado tirados al costado del cementerio”, dijo.

Un rato más tarde, Aragón volvió a ser interceptado por un grupo de tareas del V Cuerpo, quienes lo detuvieron aunque esta vez en otras condiciones. “Nos subieron a un unimog, éramos 6, nos llevaron al Comando, nos pusieron en un calabozo que para nosotros era una suite”.

Allí pudo ver quiénes estaban detenidos junto con él, reconoció a otros compañeros de la escuela: “Estaba Gustavo López, Roth, Mengato, Petersen, Zoccali. Todos del colegio industrial. Todos mayores que yo”.

“Al día siguiente nos pudimos bañar después de 30 días. Al segundo día nos vendaron, nos hicieron ir a declarar, no sé ante quien declaré. Al octavo día de estar allí apareció el padre de un compañero de celda, fue a exigir que se lo entregaran y nos fuimos todos con el padre de este muchacho que fue quien me devolvió a mi casa”, dijo Aragón.

Detalló que “estaba hecho una piltrafa, habría perdido entre 16/17 kilos. Mi vida fue difícil, tuve muchos temores. Traté de llevarlo lo mejor que pude, dejé de estudiar, dejé el colegio, fue una consecuencia de esto. Después comencé a trabajar de joven y más adelante terminé en un secundario nocturno”.

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