Un juego peligroso

(Por Astor Vitali) Se va yendo abril. Se trata de un mes que arroja algunas confirmaciones de cambio de clima. Hasta hace unos meses, los medios de comunicación discutían si Macri sería reelecto por tal o cuál porcentaje de votos, qué pasaría con Cristina Fernández candidata y en qué momento el oficialismo apostaría a un plan de acción para mejorar su imagen positiva.

Algunos sucesos ocurridos y datos difundidos durante el mes de abril vienen a confirmar la sensación de desgaste del candidato del establishment. La imagen de Macri está afectada. Ahora, cada vez que lo llaman –incluyendo algún medio amigo (suyo)- no dejan de preguntarle: “¿usted será candidato? ¿Se va a presentar, presidente?” Luego de un breve silencio, como si fuera una pregunta que él considera innecesaria, responde que sí. Nadie percibe seguridad en su respuesta.

Si hasta hace algún tiempo el sello de Mauricio Macri representaba la esperanza blanca de una clase social que hace negocios a oscuras, abril imprimió un tufillo rancio en la marca de Mauricio. Mauricio huele mal.

La posibilidad de hacer jugar a la gobernadora como carta fuerte o de que una alianza opositora con centro en ese peronismo de alquiler (aquel que es liberal o populista según quién pague las boletas) que garantice rentabilidad y estabilidad social, hace de Mauricio una referencia relativamente prescindible. El poder paga en vida pero no evoca a sus muertos.

En este contexto, el juego de la oposición no tiene nada que ver con lo que declama. Se dice a viva voz que “hace falta confluir en una gran fuerza opositora que impida la continuidad de este proyecto político, económico y cultural devastador para el pueblo argentino” y sin embargo, entre el cristinismo, el pejotismo conservaodor y el neorandazzismo las señales apuntan a una oferta electoral que irá fragmentada y no dará oportunidad al electorado dispuesto a refrendar en una sola fórmula el mentado “todos contra Macri”.

En nuestra ciudad, que tiene una gran tradición de lucha pero una base electoral conservadora y antipopular, la imagen del intendente no está tan deteriorada en relación al daño realizado hacia la comunidad. En la oposición, de ir separados, Feliú y Susbielles dividirían el voto peronista-progresista. En cambio, si no nace una fuerza socialdemócrata que contenga a facciones antes radicales con intención de voto, nada indica que se le reste fuerza a la máquina electoral Cambiemos. El desprestigio de Macri no es directamente trasladable a candidatos como María Eugenia Vidal o Héctor Gay.

Mientras tanto, las fuerzas populares no han avanzado en la construcción de una herramienta política propia y es muy probable que –quienes se presenten al juego electoral- vayan como furgón de cola de alguno de los proyectos de sello peronista. No más que eso.

Mientras tanto, la noticia de hoy gira en torno a que, según el Barómetro de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), alrededor de seiscientos mil niños y niñas cayeron en la pobreza durante el último año. Se observa que el problema alimentario es que más se agravó. En cambio, no se ha articulado fórmula política alguna para enfrentar esta realidad en serio.

Por supuesto que la política argentina es dinámica y cambiante. Difícil de predecir. ¿Te acordás que ganaba Scioli? Sin perjuicio del hastío social frente a este modelo económico, con la foto de hoy, pese a lo que se dice y como viene la mano, el juego está dado para la continuidad de Cambiemos, más allá de quién sea su candidato/a.