Víctor Hugo Iglesias

Al momento de los hechos, Víctor Hugo IGLESIAS era empleado de Gas del Estado y estudiaba Ingeniería Industrial en la Universidad Tecnológica Nacional. Vivía junto a su esposa Liliana Inés UGARNES y su hija Paola de 3 meses, en calle Maldonado N° 279 de Bahía Blanca.

El 4 de enero de 1977, alrededor de las 23 hs., fue secuestrado en su domicilio mientras se encontraba con su familia.

Esa noche, desconocidos golpearon la puerta de calle, al grito de “policía”. IGLESIAS abrió y apenas destrabó la puerta, un empujón muy fuerte lo hizo caer. Luego recibió un golpe en la cabeza y fue encapuchado. Pese a lo brusco del ingreso, la víctima pudo ver a un grupo de personas vestidos de negro y con pasamontañas en la cabeza.

Posteriormente, fue subido por la fuerza en la parte de atrás de un Fiat 125, entre 2 personas que le mantenían la cabeza hacia abajo.

Durante el viaje fue golpeado en la cabeza. El último trayecto incluyó un tramo recto y luego un desvío hacia la derecha para atravesar una especie de desnivel que culminó en un centro clandestino de detención y tortura.

En el ingreso, IGLESIAS atravesó un suelo con piedras y subió 2 o 3 escalones de madera. Una vez adentro del lugar de cautiverio, percibió que el piso era de pinotea, por su olor.

Tras su ingreso, los captores le cambiaron la capucha por una venda sobre los ojos. Permaneció con las manos atadas por atrás y con la visión impedida, aun así, percibió la presencia de otros detenidos.

Durante el cautiverio sufrió torturas e interrogatorios, realizados por personal diferente al de custodia. Éstos se orientaban a obtener información sobre sus compañeros de estudios, además de ser requerido constantemente acerca de conocidos en el barrio Palihue. En relación a esto, vale destacar que la víctima recordó que entre los compañeros de trabajo había dos personas de ese barrio, entre ellos, el padre de Carlos Cristian OLIVA, quien meses más tarde sería víctima de secuestro y homicidio.

En dos oportunidades, IGLESIAS fue llevado a una habitación en donde un profesional de la salud, según infirió la propia víctima, le curó las heridas y le vendó el tórax. Vale aclarar que producto de la tortura, IGLESIAS tenía un par de costillas rotas. Una de esas curaciones ocurrió antes de la liberación.

Entre el 10 y el 12 de enero de 1977 , y previa advertencia de que sería constantemente vigilado, IGLESIAS fue retirado en un vehículo y liberado en la esquina de Brasil y Vieytes de esta ciudad.

Durante su desaparición, los familiares realizaron diversas gestiones para dar con su paradero. Entre ellas, denunciaron la desaparición ante diferentes autoridades, y mantuvieron una entrevista en el V Cuerpo de Ejército.

A su vez, su padre Hugo Rodrigo IGLESIAS presentó un habeas corpus ante el Juzgado Federal, con fecha 10 de enero de 1977, en donde expuso las circunstancias del secuestro sufrido por su hijo, quien “fuera secuestrado el día 4 de Enero de 1977 a las 23,50 horas por personas que dijeron ser de la policía según lo expresado por la esposa de mi hijo Liliana Inés Ugarne”.

Dos días más tarde, luego de que las distintas dependencias públicas contestaran en sentido negativo sobre la detención de la víctima, su padre comunicó en el expediente que Víctor Hugo IGLESIAS ya había sido liberado. La acción judicial fue dejada sin efecto, sin que se dispusiera medida alguna para investigar el hecho denunciado, ni se remitieran las actuaciones a otra autoridad judicial.

Los padecimientos vividos por la víctima no fueron solo físicos. Diversas secuelas atravesaron a la familia y perduraron aún mucho tiempo después de la liberación. Víctor Hugo IGLESIAS perdió piezas dentales durante la tortura, lo que derivó en que actualmente sufra aprehensión a los tratamientos odontológicos. A su vez, luego de la liberación permaneció dos meses sin poder dejar su domicilio a causa del terror que le causó lo vivido.

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