Megacausa Zona 5: alegaron en defensa de Kussman

El abogado Gonzalo Miño representa al imputado que se desempeñó desde 1975 como oficial principal de seguridad de la Policía Bonaerense. Está acusado de integrar un grupo de tareas que secuestró y torturó a Laura Manzo y María Emilia Salto junto a Daniel Bombara, quien falleció como consecuencia de los tormentos.

“No hay un solo elemento que ligue a Kussman con estos hechos. La única prueba por la cual aparece imputado es la carta manuscrita por la señora Catalina Repeto de Manzo a su esposo mientras la hija de ambos se hallaba privada de su libertad en la Unidad 4. Carta que ya vimos que la señora, su primera declaración en el año 2006, no menciona. No dice, yo recuerdo tener una carta, yo recuerdo que mi hija me dijo quiénes eran los autores de sus torturas. Si en la carta dice mi hija me dijo mis torturadores son fulano y sultano, ¿cómo no lo dice en la declaración del año 2006? Ni menciona el hecho”, dijo Miño.

Esgrimió que la carta “aparece cinematográficamente en un cajón y es aportada como prueba salvadora para demostrar quiénes fueron los autores de estos hechos, aportada por la nieta de Manzo. Ahora, no tenemos ningún elemento de prueba más que esta carta. Esto en cualquier causa normal no resulta en menor análisis y la oposición hubiese salido con falta de mérito y sobreseída”.

Manzo reconoció a sus torturadores, se lo dijo a su madre Catalina en una de las visitas que le realizó mientras estaba presa a disposición del Poder Ejecutivo. La mujer le escribió una carta al padre donde menciona con nombre y apellido a los cuatro policías acusados como los torturadores de su hija: Pedro Noel, Jesús Salinas y Claudio Kussman.

Otro de los testimonios que abona el relato de Manzo es Carlos Alberto Paschetta quien declaró que el represor Pedro Noel le reconoció haber participado de su secuestro y el de su hermano, Osvaldo Agustín. El testigo reconoció a Manzo en la comisaría.

“Ella fue una de las chicas con las que nos hacían una tortura psicológica, porque le hicieron el famoso cepo de campaña. (…) Y a nosotros nos hacían mirar y nos golpeaban, nos decían ‘no sos capaz de defenderla’, eso me quedó muy grabado. Yo no había visto nunca hacerle a una mujer eso, tenía la cara amoratada”, contó Paschetta en la audiencia.

La historia de las víctimas

Las tres víctimas eran militantes de la Juventud Peronista, radicadas en la ciudad de Bahía Blanca. En la mañana del 29 de diciembre de 1975, las tres personas fueron secuestradas en el barrio Noroeste por personal policial que revistaba en el Comando Radioeléctrico de la Policía de la provincia de Buenos Aires.

Los obligaron a subir a un patrullero de la policía. Ese traslado concluyó en uno de los centros clandestino de detención que funcionó en dependencias de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Allí las tres víctimas fueron sometidas a interrogatorios bajo torturas, a aplicación de picana, al sometimiento a desnudez y descargas eléctricas sobre los genitales, con especial ensañamiento en el caso de Daniel Bombara, quien murió el 2 de enero de 1976 como consecuencia de tales prácticas.

Aquel día, luego de ese episodio, Laura Manzo y María Emilia Salto fueron introducidas violentamente en un vehículo junto al cuerpo de Bombara, y trasladadas respectivamente a la Comisaría Segunda y Primera de la policía de la provincia de Buenos Aires. Desde el 6 de enero de 1976 las mujeres fueron trasladadas a distintas cárceles hasta su libertad en 1981.

Respecto al asesinato del hombre, en las actuaciones sumariales se hizo constar falsamente que el 1 de enero de 1976, a las 21:45 horas, Bombara se había herido a sí mismo al lanzarse de un vehículo policial en un intento frustrado de fuga y que posteriormente había fallecido como producto de esas heridas auto-infligidas. En la documentación consta que el cadáver había sido secuestrado, en la madrugada del 3 de enero de 1976, por un comando extremista, que interceptó violentamente a la ambulancia policial que lo trasladaba hacia el Hospital Municipal.

Recién en el 2011, el cuerpo de la víctima fue hallado e identificado en el cementerio de Santa Mónica del Partido de Merlo, provincia de Buenos Aires. Sólo entonces, los registros permitieron conocer que el fallecimiento Bombara había sido documentado –como N.N.– el 5 de enero de 1976, como ocurrido en el cruce de la Ruta 1003 y calle Pereyra, a pocos metros del mencionado cementerio donde fue inhumado casi un mes después. El cadáver estaba parcialmente calcinado y politraumatizado.

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