Basta de matarnos
(Por Maia Dittler) La risa contagiosa de Mariana aparece una y otra vez y resulta ensordecedora por estas horas para quienes la conocimos y seguimos intentando entender qué pasó, quién les arrebató la vida tanto a ella como a su mamá, Myriam, “la Miri”, como le decíamos.
El porqué lo intuimos: la violencia y el odio machista que matan a una mujer cada 30 horas en la Argentina. Una vez más, aparece el fuego como mensaje para ratificar el ensañamiento sobre los cuerpos de las mujeres y recordarnos lo descartables que podemos ser ante la crueldad de los femicidas y un sistema que permite que nos sigan matando.
Las autoridades aún intentan establecer qué ocurrió la noche del martes en la casa del barrio Thompson, donde Mari se crió junto a su hermano Leandro, su mamá y su papá, David, fallecido hace un par de años tras padecer un cáncer. Ella tenía la risa fácil, una sonrisa que le achinaba los ojos y la virtud de patalear ante cada injusticia. Quería ser instrumentadora quirúrgica.
Varios indicios apuntan a que se trató de un doble femicidio. Vecinos declararon haber visto escapar a un hombre en una moto roja, y los primeros resultados preliminares de las pericias indican que el incendio que alertó a los bomberos fue intencional: habría comenzado en al menos dos focos distintos, lo que permite descartar un accidente. Además, la moto de Mariana fue hallada con el tanque de combustible destapado y las mangueras cortadas.
La próxima semana se conocerán los resultados concluyentes de la autopsia y otros estudios complementarios que se están realizando sobre los cuerpos para determinar qué ocurrió. Mientras tanto, los detalles que circulan en los medios no hacen más que profundizar el dolor de esta despedida forzada.
Hace apenas unos días pedíamos justicia por el narcofemicidio de Brenda, Morena y Lara; después supimos de la historia de Daiana Mendieta. Ahora nos arrancaron a Myriam y Mariana, madre e hija, hermanas, tías, sobrinas, amigas, abuela, trabajadoras, mujeres. Además, este hecho se produce a tan solo días de cumplirse un aniversario del travesticidio de la activista Rosario Sansone en Bahía Blanca: a ella también la mataron y la prendieron fuego.
Exigimos que este caso sea abordado por la Justicia con perspectiva de género, que se detenga el desmantelamiento de las políticas públicas contra la violencia machista y que se fortalezcan los dispositivos de prevención y atención en todos los niveles del Estado.