Debate sobre el poder económico: Bercovich, Yofra y Lanciotti en las Jornadas de Economía Crítica

Bahía Blanca fue sede de las Jornadas de Economía Crítica y de Economía Feminista, las cuales convocaron a 175 participantes en un evento que combinó debate académico, talleres, mesas temáticas y conferencias centrales. El espacio volvió a mostrar la vitalidad del pensamiento crítico en el campo de la economía y la urgencia de generar herramientas para comprender y transformar la realidad.

El eje central de la agenda fue una mesa que colmó el salón de actos de Colón 80, encabezada por el periodista Alejandro Bercovich, el titular de la Federación de Trabajadores Aceiteros, Daniel Yofra, y la historiadora especializada en Historia Económica, Norma Lanciotti, quienes dialogaron sobre la coyuntura económica, la necesidad de recuperar perspectivas alternativas frente al ajuste y la concentración del poder económico, y los desafíos de pensar la economía desde una mirada crítica.

El intercambio, que se extendió por más de dos horas y fue señalado por la organización como uno de los momentos de mayor intensidad del encuentro, se encuentra disponible en YouTube.

Yofra compartió su experiencia como trabajador y dirigente sindical. “Yo sé algo de sindicalismo, de lucha de clase”, inició. Con un recorrido que comenzó en 1992 en la multinacional Dreyfus, relató cómo debió organizar reuniones clandestinas en plena década menemista para defender a sus compañeros, en un escenario de precarización. “Durante 12 años fuimos trabajadores pobres, viviendo en fábricas ricas”, recordó.

Además, subrayó que la huelga ha sido la herramienta fundamental de los aceiteros para conquistar derechos. Mencionó los 25 días de paro en 2015 y los 22 en 2020 como hitos que permitieron alcanzar un salario mínimo acorde con lo que marca la Ley de Contrato de Trabajo y la Constitución. Según sus cálculos, ese piso debería ubicarse hoy en 2,3 millones de pesos, frente al 1,85 millón logrado en la última paritaria.

Por otro lado, denunció que el actual gobierno “vino a plantear una guerra hacia la clase trabajadora” y alertó sobre la amenaza de reformas laborales regresivas. También cuestionó la connivencia de sectores políticos con el poder económico: “Lo único que quieren las empresas es mayor rentabilidad y paz social. Y paz social significa que no podamos reclamar ni hacer huelga”.

En otro pasaje de su intervención, Yofra señaló la necesidad de renovar la dirigencia mediante democracia sindical y elecciones de delegados, para que los trabajadores puedan disputar representación genuina.

“Nos quieren hacer creer que tenemos que ser pobres trabajando, cuando hace 50 años buscábamos trabajo para dejar de serlo. Nosotros vamos a seguir con las huelgas porque es la herramienta fundamental que tenemos. Y estamos más locos que Milei, pero tenemos conciencia de clase”, aseguró.

A su turno, Bercovich planteó que aún hoy persiste un tabú para hablar de los dueños y del poder económico, lo cual limita los diagnósticos y las salidas posibles a la crisis. Retomando a Nancy Fraser, sostuvo que el capitalismo atraviesa una metamorfosis en la que se autodestruye, al arrasar con sus propias condiciones de reproducción: desde el medioambiente hasta los derechos laborales y la vida social.

“El capital no es solo dinero: es una relación de poder que se basa en la explotación. Por eso cuando hablamos de desigualdad no alcanza con mirar los números, hay que ver quiénes concentran la riqueza y cómo lo hacen”, enfatizó el autor de “El país que quieren los dueños”. 

En diálogo con las otras exposiciones de la mesa, Bercovich advirtió que la crisis actual no puede analizarse sin considerar el peso de las grandes corporaciones y su influencia sobre los gobiernos. Y remarcó que, frente a la ofensiva de reformas regresivas, los movimientos sociales, sindicales y académicos críticos deben articularse para pensar alternativas de fondo.

La historiadora Norma Lanciotti sumó una mirada sobre el comportamiento de la élite empresarial argentina. Señaló que, a diferencia de lo que ocurría en los años 40, 50 o 60, hoy el rol de la clase dominante casi no se discute en la agenda pública. “La agenda la impone la propia clase dominante, algo que antes no sucedía”, remarcó.

Para explicar esta dinámica, retomó los orígenes de la clase terrateniente bonaerense, tal como los analizó el historiador Tulio Halperín Donghi: se trató de una clase “creada por el Estado roquista” mediante el despojo de tierras indígenas y la consolidación jurídica de la propiedad privada. Esa impronta —una élite económica nacida al calor del Estado—, afirmó Lanciotti, marcó la historia posterior de los grupos empresarios.

La especialista repasó también las interpretaciones clásicas sobre el comportamiento de la burguesía argentina, desde la hipótesis de la complementariedad entre terratenientes e industriales que bloqueó el desarrollo autónomo, hasta las lecturas de FLACSO y de Hugo Nochteff, que destacaron la tendencia a evitar la competencia, formar monopolios y quedar subordinados al capital extranjero.

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