El liderazgo de Calfucurá y la resistencia indígena

El historiador Sebastián Alioto se refirió a la figura del toki Juan Calfucurá, conocido por su capacidad militar, sus dotes diplomáticas y su liderazgo para la unión de poblaciones originarias. A 166 años de la masacre del 19 de mayo de 1859, registrada oficialmente como “el último malón”, un repaso sobre parte de la historia de nuestro territorio.

“El malón del 19 de mayo de 1859 no fue el último porque hubo otros más, y sobre todo uno muy grande también encabezado por Calfucurá en 1870. Pero sí fue un malón de los importantes, de los grandes”, señaló el investigador del CONICET.

Según explicó, la ofensiva de Calfucurá fue una respuesta directa a una serie de hechos previos. “Ocurrió porque Calfucurá y sus aliados acumularon varias ofensas que querían vengar en Bahía Blanca, incluyendo una invasión del año anterior de parte de las tropas de Bahía Blanca hacia Salinas Grandes, justamente. Fue la única vez que las tropas llegaron ahí en vida de Calfucurá. Los indígenas tuvieron que salir, huir y dejar las tolderías paradas incluso. Y obviamente los cristianos se llevaron el ganado que encontraron, quemaron las tolderías”, relató.

A este ataque se sumaron otros episodios que profundizaron el conflicto. Uno de ellos fue la detención de una de sus esposas durante una misión diplomática: “Calfucurá mandó a una de sus esposas con una comitiva. Se la encomendó a Iturra, que era un personaje importante, un comerciante que también fue encargado político de la población. Iturra la apresó y la mandó a Patagones”.

“Hay varias cuestiones más que se fueron sumando. Entonces Calfucurá organiza este gran malón”, afirmó Alioto.

“El malón es un éxito porque el grueso de las tropas de Calfucurá, que se estiman en 2000 guerreros más o menos, se queda en las afueras de Bahía Blanca, en los valles”, añadió.

“Ese es su objetivo principal: no entrar a la ciudad sino llevarse el ganado. Eso lo hacen a la vista de todo el mundo. Incluso hace una especie de desfile militar en la zona alta de la ciudad sin que nadie haga nada porque las fuerzas locales están en inferioridad de condiciones numéricas”, apuntó.

El malón “iba por la calle que hoy se llama 19 de Mayo, justamente por eso, y destruye parcialmente el boliche de Iturra, que estaba en 19 de Mayo y Zelarrayán. Lo prenden fuego y en parte se toman lo que hay ahí. Eso deriva en enfrentamientos”, explicó el historiador.

Además, apuntó que quienes respondieron no fueron las tropas militares formales, sino civiles armados. “El comandante militar se atrinchera. Los que lo combaten son las personas de la Legión Agrícola Militar, que al enterarse de lo que está pasando vienen, combaten con esa partida y matan a varios nativos”.

“Después reúnen los cuerpos en la plaza Rivadavia y el comandante político militar de Bahía Blanca, que había tenido esa conducta más bien cobarde, decide hacer una hoguera y quemar los cuerpos en la plaza principal”, contó Alioto.

“El malón en sí fue un éxito porque la mayor parte de su fuerza se dedicó a llevarse el ganado de todo el valle alrededor de Bahía Blanca”, concluyó, aunque recordó que quienes se internaron en la ciudad sufrieron “una especie de derrota militar” y que “varios de ellos fueron muertos por las tropas locales”.

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