“Goya” de Pablo Fermento: una novela sobre el poder, la locura y la memoria
El autor visitó el estudio Heinrich y Loyola de FM De la Calle para hablar sobre su primera novela, publicada por editorial Pixel, en la cual recurre a la ficción para adentrarse en la psicología y la acción del genocida Adel Vilas y reflexionar sobre el poder, la locura, el amor, la memoria y el olvido.
El autor cuenta que Goya nació como una forma de procesar la experiencia acumulada en años de trabajo en causas de lesa humanidad. “La fiscalía fue un antes y un después, me atravesó y de alguna manera fue descargar, hacer catarsis con un montón de esas cosas”, explicó Fermento, quien escribió la novela de manera autodidacta.
El ex segundo comandante del V Cuerpo de Ejército, Adel Vilas, figura central de la novela, aparece como el vehículo para explorar los fundamentos del autoritarismo y la violencia institucional. “Me permitía canalizar un montón de cosas, el poder, los fundamentalismos, la conexión con la ciudad y sus características. Era un agente extraño que llega y encarna esa locura y esos condimentos del poder”. En Goya, Vilas no es sólo el represor, sino también un hombre atrapado por sus propias justificaciones, por la ilusión de refundar la patria desde la represión y la limpieza cultural.
Fermento reconstruye las obsesiones del personaje a partir de sus textos, discursos y artículos. “El cuerpo de esta tesis que vuelco en el libro lo voy tomando del trabajo editorial de La Nueva Provincia, de artículos escritos por el propio Vilas, donde condensaba toda su idea de guerra cultural”, contó. En esa cruzada, Vilas impulsa una persecución ideológica en la Universidad Nacional del Sur, con detenciones masivas de docentes y estudiantes bajo la acusación de “infiltración ideológica”. Para Fermento, ese episodio representa el extremo del delirio de refundación que el personaje encarna.
El autor también se detiene en las relaciones de poder y complicidad entre el Ejército, la Policía Federal, el Poder Judicial y sectores mediáticos, ambientando escenas en asados, reuniones y pactos que revelan un clima de mafia institucional. “Era un momento en el que la muerte se había vuelto un recurso naturalizado. Las diferencias se arreglaban con asesinatos”, explicó.
Entre los personajes secundarios aparecen “la titiritera” y “el amante”, inspirados en víctimas reales cuyos destinos reflejan la perversión y el cinismo de los victimarios. “Me interesaba mostrar cómo Vilas construía realidades alternativas, al punto de olvidar qué era verdad y qué era mentira. Queda atrapado en ese laberinto de su locura y su vejez”, resumió el autor. En Goya, Fermento propone una reflexión literaria sobre la violencia estructural y la memoria, a través de un personaje que quiso reinventar el país desde la oscuridad.






