La muerte del cruzado: “En cárcel común y sin decir adónde están”

Con múltiples condenas a reclusión perpetua, murió a los 93 años el genocida Miguel Etchecolatz. Eligió irse en silencio, sin aportar datos sobre las víctimas de desaparición y apropiación. La abogada Guadalupe Godoy dijo a FM De la Calle que “era un cruzado, un convencido de lo que habían hecho, un reivindicador del genocidio y, a diferencia de otros represores que seguramente pensaban igual, no tenía reparos en exteriorizarlo”.

El ex comisario general tuvo a su cargo, entre 1976 y 1979, la Dirección General de Investigaciones de la Policía Bonaerense bajo el mando de Ramón Camps.

“A diferencia de otros territorios, en la provincia de Buenos Aires los centros clandestinos de detención funcionaron en la propia Policía Bonaerense, en lo que se denomina el Circuito Camps, y bajo responsabilidad de quien estaba a cargo de la Dirección General de Investigaciones de la Bonaerense que era Etchecolatz. Se demostró, gracias a testimonios como los de Jorge Julio López, que también era brazo ejecutor de sus propias directivas”, destacó Godoy.

La abogada querellante agregó que “hay que tener en claro que los genocidas cometen delitos hasta el último día de su vida porque cada día que deciden no decir dónde están los niños y niñas apropiados, dónde están los cuerpos, y qué pasó, hay allí una decisión que es la de seguir cometiendo un delito que es la desaparición forzada de personas. Ellos, en general, han elegido callar”.

“Etchecolatz sabía montar un show dentro de los debates en los juicios. Tenía un gran oportunismo. El día en que muestra el papelito, yo me acuerdo que le pedíamos a los fotógrafos que por favor no, porque era un día de testimoniales muy importantes y él sabía que con eso iba a neutralizar todo”, recordó respecto a la intimidación del genocida con la frase “Jorge Julio López Secuestrar”.

Godoy dijo que “hay que pensar a los juicios no sólo como un lugar donde se obtienen condenas, sino como un espacio donde se construye verdad, y también un lugar donde se disputa el sentido de lo que significó la dictadura. Cuando en ese primer juicio planteamos y el tribunal reconoce que estábamos frente a un genocidio, lo que hacíamos era justamente disputar el sentido que judicialmente estaba plasmado bajo la Teoría de los dos demonios”.

“Es algo que está en permanente disputa, y seguramente no sea el ámbito judicial el único donde se dispute el sentido, pero creo que en eso hemos cumplido un rol sumamente importante desde el movimiento social por los derechos humanos en su conjunto”, concluyó.

“No le permito ser mi padre”

Mariana Dopazo, integrante de Historias Desobedientes e hija biológica de Etchecolatz decidió cambiar sus datos filiatorios. “Más que por dejar de tener su apellido, lo hago para no permitirle más a Etchecolatz ser mi padre. No le permito a él ocupar un rol que por otro lado jamás habitó, esta denominación de ‘ex hija’, que por un lado no existe, por otro tiene mucha contundencia simbólica”.

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