Reconocimiento al maestro Raúl Soto

Autoridades municipales entregaron al artista Raúl Soto un diploma en el que se lo declara “personalidad destacada de Bahía Blanca”, a partir de su trabajo ininterrumpido en la música. Fue en el Concejo Deliberante. El edificio se pobló de artistas y colegas del músico, de diferentes momentos de su carrera.

Luego del breve acto protocolar, Soto tocó junto a Diana García Del Cerro (saxo), Federico García del Cerro (bajo eléctrico), Daniel López (batería) y Rodrigo Prieto (Guitarra eléctrica). Luego de tres momentos jazzísticos, cambió de compañeros de escenario y abordó otro repertorio junto a Emiliano Rodríguez (bajo eléctrico) y Coco Catanese (batería).

Raúl Soto empieza a estudiar clarinete en el año 1979. Comenzó su carrera como músico de orquesta en la Orquesta Filarmónica del Sur, dirigida por el Maestro Luis Cicive. Estudió fuera de la ciudad jazz, música de cámara, entre otras cosas, con diferentes maestros.

Se desempeñó como músico de la orquesta sinfónica provincial de Bahía Blanca y con su amigo el saxofón en innumerables formaciones.

En su casa, siempre se escuchó muy buena música. Su tío tocaba en la banca del comando. A sus dieciséis años le pidió que le consiguiera un instrumento. Al poco tiempo llega con un clarinete y le dijo: “éste es tu instrumento. No sé si era mi instrumento pero sí sé que me cambió la vida”.

“Hay mucha gente que tiene talento y no lo sabe”, dijo una vez al programa Notas de Vida, de FM De la Calle. “¿Cuánta gente hay que nunca puede encontrarse con ese talento? Tenés que tener la suerte de tener un instrumento”, o de que alguien te acerque a tu vocación.

“Que soy músico lo digo humildemente. Soy un músico laburante. ¡Mozart es músico!”, dijo entonces, sin falsa modestia, uno de los artistas de mayor reconocimiento tanto del público como de sus pares.

Volviendo a su primera juventud y a su vínculo con el instrumento, dijo: “Todo es cable a tierra que necesitaba lo metí ahí. Empecé a dedicarme más a estudiar. Siempre buscaba la manera de tener el día libre y trabajar de noche. A mí me gusta toda la música, lo único que esté hecho con respeto, bien hecho, o lo mejor que uno lo puede hacer”.

“La llamita es sentarte atrás del atril. A mí me sigue gustando armar mi clarinete, hacerme el mate y ponerme a estudiar. Vivo de la música pero ese es un resultado de algo: de sentarme detrás del  atril. El bruto es el atril, sentarse y agachar la cabeza frente al instrumento, que en el realidad sos vos el instrumento”.