Un demonio llamado ESI
La reforma de la Ley de Educación Sexual Integral tiene dictamen en la Cámara de Diputados. Mientras tanto, sectores eclesiásticos evangélicos se oponen a estos cambios bajo la consigna #ConMisHijosNoTeMetas.
Graciela Morgade, decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA e integrante del equipo que planificó contenidos de la ley actual, comentó a FM De la Calle las modificaciones propuestas.
“La ley que está vigente (26.150) es obligatoria. El artículo 5 fue una negociación política para que saliera en su momento. La ley tiene una línea que dice que las instituciones educativas podrán adaptar los contenidos a su ‘ideario institucional’ y esa parte es la que tomaron algunas instituciones con una interpretación caprichosa y solo enseñan educación sexual respecto a su idearios”, señaló Morgade.
La reforma establece, además, que los contenidos tienen que ser “laicos y científicos” y actualiza los contenidos en relación a otras normas vigentes como la Ley de Trata, Parto Respetado, de Protección Integral contra la Violencia hacia las mujeres, Matrimonio Igualitario e Identidad de Género.
Por último, determina que los contenidos podrán brindarse en forma transversal y en espacios curriculares específicos como talleres semanales o materias de ESI.
“La ESI se apoya en un conjunto importante anterior de leyes que establecen con mucha claridad lo que significa que el Estado sea el garante de derechos, lo que dice básicamente la Convención de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Estos debates de los grupos evangélicos tienden a confundir a la población”, comentó Morgade.
Desde la llegada de Cambiemos al gobierno, el Programa Nacional de ESI está siendo deesmantelado. Para 2018 cuenta con menos del 40% de los recursos que tenía en 2015 según datos de CTERA. Sin embargo, el Consejo Federal de Educación aprobó que en octubre comiencen nuevamente las capacitaciones a docentes y alumnado.
“Casi el 70% de los casos de abuso infantil se producen dentro de marcos familiares en los que los niños y las niñas están con personas con las que tienen confianza y esas son las personas que abusan. Si nosotros no tuviéramos herramientas para intervenir esos niños y niñas quedarían indefensos y no habría instancia jurídica que estuviera por sobre la familia”, dijo la decana.
“El error más grande es creer que si la familia no tiene el formato que establece esa creencia no es una familia y no hay amor”, concluyó.