Lara Tramontana- Todo patromonio es político: “El patrimonio en la vida cotidiana”
La arquitecta y música, se acerca al aire de En Eso Estamos para traernos la columna sobre patrimonio arquitectónico, cultural e histórico de Bahía Blanca. “Todo patrimonio es político, cuando hablamos de patrimonio histórico: las historias que nos atraviesan como sociedad persisten en el tiempo a través de la transmisión escrita u oral de aquel relato”, dijo.
(Por Lara Tramontana) Para comenzar a hablar sobre esta temática, les quiero contar un poco mi historia. Nací en Bahía Blanca en el año 1989 y a los 18 recién cumplidos me fui a estudiar arquitectura a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la ciudad de Bs. As. Tuve un hermoso recorrido académico, sin embargo, siempre me sentí la oveja negra del grupo. Siempre sentí que me movilizaba más un cierto camino específico que el común denominador de la facultad y de mis propios compañeros y compañeras. Estaba orgullosa de ese camino elegido y de hecho me iba bastante bien, pero, aun así, esta forma de caminar “en contra de la corriente” me obligaba, de forma inconsciente, a no confiar en mis pensamientos e intereses personales.
Aquella “oveja negra”, recién en el último año de la carrera, eligió una de las materias optativas que cambiaría su perspectiva como profesional. Para cumplir con aquellas horas extra curriculares que te exigen, opté por “Arquitectura argentina” con el Arq. Alberto Petrina. Aquí, aprendí que la historia, el arte, la cultura, el paisaje, la política, la arquitectura y hasta la religión, entre otras, se ponían en juego para contar sobre el patrimonio argentino.
Tuve que elegir por primera vez en mi carrera qué es lo que quería estudiar; tuve que tomar la decisión de elegir – porque quise – el camino menos común y ser una “arquitecta patrimonialista”. Nunca había visto una oveja negra tan empoderada y feliz por ser distinta al resto… Ahora bien, para explicar el título “todo patrimonio es político”, quisiera hacer un paralelismo simbólico entre esta historia y el concepto de política que, desde ya cabe aclarar que no hablo desde una postura política o partido político, sino de la toma de decisiones. Decisiones que tuve que tomar en este caso en particular de mi vida estudiantil y que marcó mi perfil profesional, pero que, de ahora en más ya no van a ser decisiones individuales, sino que serán colectivas y representarán a toda una sociedad.
Todo patrimonio es político, si hablamos desde la etimología: ¿por qué patrimonio y no matrimonio? Más allá de que esta última palabra le cambia definitivamente el significado, el mero hecho de analizar la palabra en sí misma, nos sumerge en la temática de políticas de género, unos de los debates contemporáneos más contundentes que tenemos hoy en día en la sociedad y, en este caso, encima llevado al patrimonio. ¿A caso no es un acto político el “masculinizar” la palabra?…para pensar. Pero volviendo al significado en sí, si hablamos desde el concepto como un legado en la historia que fue heredado y que algunospersisten en nuestra actualidad a pesar del paso de los años y otros ya no. ¿De quién es ese legado? ¿por qué unos persisten y otro no? ¿Quién tomó esa decisión?
No se puede hablar de un patrimonio estanco, ni desde su acepción etimológica ni desde su vinculación a lo material porque su evolución fue abrazando diferentes contenidos según lo que se consideraba importante como legado para una sociedad. Entonces, repito ¿Quién decidió qué era importante para la sociedad? ¿Por qué el patrimonio de una es más importante que de otra? ¿Quién le pone ese valor? ¿Por qué? ¿Cuánto es ese valor? Todo patrimonio es político, cuando hablamos de patrimonio histórico: las historias que nos atraviesan como sociedad persisten en el tiempo a través de la transmisión escrita u oral de aquel relato. ¿Cuánto simbolismo tiene que haber en una historia para permanecer en el tiempo? ¿Cuánto simbolismo puede tener una historia si a ésta le obligan a cambiar su rumbo? ¿Cuánto simbolismo puede tener una historia, si deciden cancelarla y obligar a olvidarla?
Infinitos relatos atraviesan nuestra cultura, nuestro arte, nuestra existencia y depende de una sociedad mantenerla en pie… o no. De todas formas, es innegable la existencia de un patrimonio histórico que construye una identidad, construye una forma de vivir y de construir una comunidad. ¿Cuál es nuestro patrimonio histórico de Bahía? ¿Qué historia nos pertenece más: la fundación del Coronel Estomba o la ya existente población indígena? ¿quién tomó la decisión de qué historia contar? ¿Acaso la llegada de los ingleses y sus ferrocarriles tiene más peso histórico que otros?
Al analizar estas cuestiones, no hablo de negar historias, sino de despertar todos los relatos y componer nuestro patrimonio histórico, acorde a lo que verdaderamente consideremos importante como sociedad y no queremos olvidar.Todo patrimonio es político, también si hablamos del paisaje: ¿Cuántas veces decimos que en la Patagonia no hay nada? ¿o que la pampa es sólo llanura? ¿Cómo sólo? ¿Cómo nada?
Estamos compaginados para ver y admirar paisajes “perfectos” y manipulados por el ser humano. ¿Cuántas veces se mencionan los hermosos jardines del Palacio de Versalles? ¿Cuántas veces estudiamos que nuestro país es una réplica de Europa aun hablando de
paisajes? ¿Podemos plantar en Bahía las mismas plantas que hay en el Jardín Botánico hecho por Carlos Thays en Bs. As.? No lo creo, pero, aun así, ¿por qué querer sembrar en nuestra ciudad flora que no funciona? O que funciona, pero destruye la autóctona. ¿Por qué no admirar nuestra “nada” o nuestra llanura? Al fin y al cabo, es nuestra. ¿Por qué no fortalecer en plantar aquellas especies autóctonas que hacen únicos a nuestros paisajes? ¿Por qué un yuyo al “natural” es menos seductor que una rosa? Seguramente alguien impuso que eso era feo y lo otro era lindo. ¿Pero quién? ¿Por qué? ¿Quién impuso esa idea?Todo patrimonio es político, cuando hablamos de patrimonio cultural: creo que en este rubro se engloban muchísimas cosas y hace a la riqueza de una comunidad.
El patrimonio que le da identidad a un pueblo, no solamente es un patrimonio material que puede estar plasmado en un trazado urbano o en la plaza principal, por ejemplo, sino más bien en todo lo que respecta a lo inmaterial de una sociedad. Una canción, un recuerdo, un artista, un aroma, un recorrido, pueden asignarle un valor característico que haga que esa inmaterialidad sea representativa. ¿Pero quién delimita si el aroma de ese árbol tiene valor patrimonial? ¿Quién decide que ese artista representa a Bahía Blanca? ¿Cuál sería nuestro principal patrimonio cultural bahiense?
Acá también se entrelazan un poco el patrimonio histórico del que ya hablamos anteriormente y el patrimonio arquitectónico, quedando entonces por decir que:Todo patrimonio es político, cuando hablamos de patrimonio arquitectónico: este patrimonio tiene gran importancia a nivel cultural, porque un edificio, sea de la naturaleza que sea, aporta años de información histórica, cultural, arquitectónica y artística (entre otras). Las piedras, los materiales utilizados en la construcción, nos cuentan la historia de quienes vivieron allí y cómo vivieron. Poseen un nivel de valor cultural extraordinario. También se lo asocia mucho con la arqueología porque a veces sólo quedan restos de esa construcción y debemos reconstruir la historia. Al contemplar el patrimonio arquitectónico, nos muestra una especie de collage en la ciudad, donde cada ventana, cada escalón, cada cúpula, cada farol, contienen en sí mismo identidades propias. Si no dejamos que esto perdure y no lo conservamos… ¿qué historia podemos tener? O ¿qué identidad nos representa?
Es interesante habar sobre el concepto de ciudad, porque se considera que ella está compuesta justamente de todas estas características. Ahora, ¿qué pasa cuando se diseña
de cero? ¿qué pasa cuando las teorías de ciertos arquitectos, pretenden hacer “tabula rasa” para imponer ciertas formas de construir pero que carecen, a mi criterio, de la sensibilidad de la historia, la memoria y de la gente? ¿Serían políticas públicas o serían “caprichos” de algunos solos?… para seguir pensando.
Bueno, y ahora ¿qué hacemos con todo esto, con todas estas preguntas? Para determinar todos estos tipos de patrimonios y lograr un acuerdo lógico, existen convenios a nivel mundial que acompañan a una legislación básica y primordial. Esta es la fuente principal para la toma de decisiones, más allá de las escalas nacionales, provinciales y municipales, que por supuesto contamos con legislaciones más cercanas ya que cada región tiene su característica que lo hace único: a nivel mundial tenemos la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura); ICOMOS(Asociación civil para la conservación de Monumentos y Sitios Patrimoniales); a nivel nacional contamos con la “Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos” cuya presidenta es Mónica Capano; a nivel provincial tenemos a Pedro Delheye como “Director provincial de Patrimonio Cultural” y a nivel local, una comisión adhonorem de profesionales afines a la temática.
Uno de los principales problemas de la ciudad es que no hay profesionales específicos de la materia y, además, no se le da el valor que requiere al patrimonio. Nunca las decisiones políticas son para con el patrimonio. En la municipalidad, tenemos un inventario que data del año 1992 y que, como mencioné al comienzo, el patrimonio no es estanco, por lo que está totalmente desactualizado mires por donde lo mires.
Por último, para ir terminando y retomando nuevamente la idea del concepto de que el patrimonio no es algo estanco, sino que está en continua construcción y transformación, podemos pensar que su uso, dentro de la arquitectura, también puede sercambiante de un tiempo a otro, de hecho, definitivamente lo es. Entonces que algo sea patrimonial, no quiere decir que todo de él se tenga que conservar. Comprender la necesidad de nuestro inmueble como reliquia es también entender al usuario y la que tenemos como sociedad para poder hacer uso de ese bien y poder convivir entre ambas partes, para entonces, poder crear un objeto sujeto viviente donde se pueda volver a reinventar su función para nuevas necesidades sin perder su carácter patrimonial y así poder seguir en pie para mantener el legado a nuestras futuras generaciones.
Finalizando, creo que como sociedad tenemos que exigir políticas públicas y gestiones pertinentes para sostener nuestra historia, pero no desde un punto conservacionista al 100%, sino todo lo contrario: para activar continuamente nuestra historia y nuestra memoria. Es lo único que mantiene viva la identidad de un pueblo. Tomemos decisiones, aunque nos crean la oveja negra del patrimonio, les aseguro que, de alguna u otra forma, se puede… sólo hay que (re) inventarse y para ello, no hay nada mejor que una mirada artística interdisciplinaria.