Argentina y la crisis alimentaria mundial

La revista The Economist se refiere en su última edición a la “catástrofe alimentaria que se viene”. La invasión de Rusia a Ucrania está impactando en la economía mundial y disparó el precio del trigo y otros cereales que Argentina produce y exporta. Agostina Costantino analizó la situación en FM De la Calle.

 

La columnista detalló el impacto en los precios a nivel global y las opciones que está evaluando Argentina. Advirtió sobre la necesidad de que el gobierno no demore en intervenir fuertemente para evitar que se agrave aún más la espiral inflacionaria.

“Según la revista, Rusia y Ucrania suministran a nivel mundial el 28% del trigo, el 29% de la cebada, el 15% del maíz, el 75% del girasol y le suministran casi la totalidad de los alimentos que importan muchos países”.

Costantino explicó: “Como consecuencia de la guerra y del parate en las exportaciones de estos dos países es que The Economist está anunciando esta catástrofe a nivel mundial, que además dice que se ve un importante aumento en el precio de los alimentos, por ejemplo: la tonelada de trigo en febrero costaba cerca de 300 dólares y hoy vale casi 500. Además están los aumentos en los valores del barril del petróleo, el gas, el carbón, etcétera”.

“Estas subas contrastan con las de otras commodities en las que Rusia y Ucrania no juegan papeles tan importantes, como es el caso de la soja que subió muy poco en su cotización a causa del enfrentamiento bélico, pero que viene subiendo sostenidamente debido a motivos ligados con la guerra como el aumento de los combustibles”.

“The Economist también anuncia que incluso antes de la invasión Rusa a Ucrania el programa mundial de alimentos había previsto que el 2022 iba a ser un año terrible porque China, que es el mayor productor de trigo, está pasando por una de las sequías más importantes de toda su historia y eso impacta fuertemente en el abastecimiento mundial”.

La situación de Argentina

“En respuesta a esto hay 23 países que declararon o impusieron severas restricciones a las exportaciones de alimentos, entre ellos la India, que hace un par de semanas directamente prohibió las exportaciones de trigo y sus derivados”.

La economista dijo que “la ventaja -si pudiera llamarse así- para la Argentina es que somos un país exportador de esos productos y que el aumento en el precio de ellos genera un aumento en la entrada de dólares, con todo lo que ello significa para un país con serios problemas de restricción externa y crisis recurrentes en su balanza de pagos”.

“El problema principal para Argentina, es que tenemos la particularidad, que no tienen muchos países del mundo, de que nuestros principales productos de exportación son alimentos, es decir que forman parte de la canasta de consumo de nuestra propia población”.

“En muchos otros países las principales exportaciones no tienen nada que ver con la canasta de consumo interno. Del total de trigo que produce Argentina, cerca del 65% es exportado y se exporta directamente en forma de grano, ni siquiera luego de algún proceso de industrialización como puede ser la harina u otros derivados”.

“Estamos como en la etapa de la colonia, exportamos trigo e importamos las galletitas. El problema de esto es que importamos la inflación externa. Y a este problema que venimos teniendo ya desde hace muchos años con la inflación interna ahora le sumamos el componente externo”.

“Al aumentar el precio de esos bienes a nivel internacional aumenta el precio interno de los mismos en un sentido distinto al de los países importadores de alimentos. Argentina no es un país importador de alimentos, en gran medida puede abastecerse internamente”, aseguró Costantino.

Agregó que “para los países importadores de alimentos aumenta el precio y por ello la inflación. Ahora, para los países exportadores como Argentina, siendo que el exportador vende al mercado que le dé un mejor precio, si los precios externos están altos venderá afuera y si vende adentro lo hará al mismo precio al que exporta. De esta manera se importa la inflación”.

“Esto tiene efectos directos sobre los niveles de pobreza, ya que lo que aumenta son productos que forman parte de la canasta básica, con todo lo que implica además en cuestión de género debido a la sobre representación de las mujeres en los sectores más pobres”.

  • ¿Qué se puede hacer al respecto?

Hoy hay dos herramientas que están en discusión en la arena política y que son contrapuestas. Por un lado, las retenciones a las exportaciones –herramienta que promueve el gobierno nacional-, y por otro, desde las cámaras empresariales ligadas al agro, lo que proponen es que se subsidie la compra de alimentos para la porción de la sociedad más vulnerable. La semana pasada Grobocopatel decía que esta era la solución.

  • ¿Qué implicancias tienen estas dos herramientas?

A diferencia de lo que ocurre con distintos impuestos que se cobran sobre la producción agropecuaria, como el impuesto a las ganancias, bienes personales, el inmobiliario rural, etc, las retenciones sólo deben ser pagadas cuando el bien es vendido al exterior, si es vendido al mercado interno no cabe ninguna retención y si el precio percibido por el productor que exporta es el precio internacional menos la alícuota de la retención ese mismo precio será el que abonen los compradores locales.

Las retenciones tienen un efecto distributivo progresivo aun si el dinero derivado de la recaudación no se use para nada. En este caso no es que se sugieren las retenciones por su efecto en la recaudación, sino por su efecto sobre los precios internos. Es distinto al caso de la soja porque esta no forma parte de la canasta de consumo de los argentinos y, por ello, el efecto distributivo de las retenciones no es tan directo como en el caso de las potenciales retenciones al trigo.

El economista Nicolás Dvoskin dice que las retenciones son una excepción en el mundo pero eso es porque la mayoría de los países tienen control sobre sus exportaciones y pueden limitar cuantitativamente las exportaciones, poner cuotas, que es lo que han hecho estos 23 países. En Argentina esto no sería posible por una correlación de fuerzas, imaginemos que mañana Alberto Fernández -que no puede ni imponer retenciones- salga a decir que prohíbe las exportaciones de trigo. No parece posible.

Respecto a la alternativa, es decir, los subsidios a la compra de alimentos para la población vulnerable, ahí sí el problema es fiscal. De dónde saldría la plata para esos subsidios si los que sugieren esa solución son los mismos que no quieren pagar más impuestos y que quieren bajar el gasto público. Además, esta estrategia de los subsidios tiene un montón de problemas derivados de la implementación, la gente debería acreditar su vulnerabilidad.

Lo cierto es que si no se hace algo al respecto, los niveles de inflación van a aumentar.

  • ¿Qué pasó con el fideicomiso para abaratar el pan anunciado semanas atrás?

No parece haber tenido resultado. La idea de Feletti era que los exportadores destinaran una parte de las ganancias derivadas del aumento del precio del trigo dentro del fideicomiso, y que este sea el que subsidie el precio del trigo. Lo que ocurrió es que ningún exportador aportó a ese fideicomiso, ya que el aporte era voluntario.

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