Del Santo: La música “para mí es magia”

(Por Astor Vitali) Julián del Santo presentará su disco Danza de las Manos este viernes en Kánika Espacio de Arte. El artista dedicó su vida a la guitarra y a la enseñanza de este instrumento. En la producción recorre un repertorio que visita clásicos, autores contemporáneos y composiciones propias y de artistas con los que compartirá escenario.

“Si yo le pregunto al mundo, el mundo me ha de engañar”, escribieron atinadamente Atahualpa Yupanqui y Nenette. Por eso pedían: “guitarra, dímelo tú”.

¿Cómo expresar la ternura mejor que pulsando unas cuerdas, bailando los dedos sobre las notas de Un día de Noviembre de Leo Brouwer? ¿Cómo evocar a este instrumento mejor que ocupando el silencio con el arreglo de la Danza de las manos  de Carlos Aguirre –que ya empieza gambeteando, ligando notas, como el gesto de quien toma por primera vez un instrumento? ¿Cómo pensar la sonoridad de América sino a través de seis cuerdas e incontables guitarreadas que forjaron buena parte de nuestra identidad cultural? ¿Cómo evocar la infancia mejor que tarareando Berceuse?

Hay un problema que suelen tener algunos intérpretes cuya vida estuvo vinculada a la música académica o a instrumentos que lograron introducirse en el canon de repertorios clásicos: no logran que la partitura cobre vida. Por el contario, en el caso de Julián, logra que el sonido de lo popular (la guitarra es uno de los instrumentos más populares de nuestra tierra) suene en toda obra, aunque sea una pieza de estudio.

Tal vez deberíamos corregir el término por un sinónimo, cambiar popular por vital. Lo que hace al carácter popular de una música es que esté viva, que pueda ser cantada, esto resuena cuando decimos carácter vital.

A todas las piezas se las puede sacar del sarcófago si hay vitalidad en la interpretación. La música es enemiga de la momificación.

La música puede ser devuelta a la vida en cualquier tiempo, así como la música devuelve vida cuando andamos vestidos de harapos y sombras.

El título refiere a la obra para guitarra de Carlos Aguirre. Es un aire de malambo que escribe para Edurado Isaac, un gran guitarrista. Tengo un cariño muy entrañable por el Negro y hablé con él para ponerle el nombre del libro. Tiene que ver con el movimiento de las manos sobre la guitarra, es un movimiento increíble.

Consultado acerca del repertorio, Del Santo dijo a FM De la Calle que “tiene que ver con mi historia personal. Lo edité a los sesenta años y tiene toda la música que toqué durante toda mi vida. Esa es la selección de las obras que a través de todos estos años he tocado. La grabación fue un poco salteada en cuanto a años y tiene que ver con la idea de tocar con otros músicos. Por ejemplo, con Gustavo Fernández, Guillermo García o Lucas Magallán. El primer tema es una de las primeras canciones que yo aprendí a tocar en la guitarra”.

La guitarra

Respecto de su instrumento y sus posibilidades expresivas, el artista piensa que “son infinitas. Es el instrumento ideal porque es un instrumento armónico. Uno puede abrazarlo, con tus manos vas ejecutando de una manera particular, vos producís el sonido, podés hacerlo vos con tus dedos. Las posibilidades pueden ser hacia adentro, hacia lo más íntimo, podés lograr cosas pianísimas y ahora con los instrumentos que se están haciendo tenés la posibilidad de tocar también bastante fuerte”.

“Yo creo que hay cosas que la música puede comunicar que no sabrá cómo decirlo con palabras. Quizá se puede describir con palabras pero la comunicación a través de la música es muy particular y mueve mundos internos que siempre no se pueden describir o imaginar. La música comunica de una manera particular, misteriosa, mágica. Para mí es magia”, finalizó.