HLVS: murió Patricia Chabat

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La pedagoga, militante por los derechos humanos y sobreviviente del genocidio, Patricia Chabat, falleció el viernes pasado en La Plata, donde vivía desde su juventud. En la década del 70 fue secuestrada en una visita a Bahía Blanca y sufrió el cautiverio en el CCDTyE La Escuelita y la cárcel de Villa Floresta.

Plasmó su testimonio en diversas obras literarias como “Asuntos Pendientes”, “Cuatro Tiros y Té de Maracuyá”, “De Cuerpos Ausentes” y “No siempre se puede entrar y salir por la misma puerta”. Integró Justicia YA!, la Asociación Ex Detenidos Desaparecidos y la Unión Por Los Derechos Humanos.

Más de una década después de cruzarse con uno de sus torturadores, Julián “Laucha” Corres, en el marco de los Juicios por la Verdad, declaró ante el Tribunal Oral bahiense en el primer juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos desde el V Cuerpo de Ejército.

En aquel entonces, recordó que fue secuestrada en diciembre de 1976 en casa la de sus padres de calle Enrique Julio. “Tengo la imagen de una persona que no pude ver. Un empujón, un golpe y lo demás es un recuerdo confuso”, comentó a los jueces.

En el asiento trasero de un coche con la cabeza entre las piernas fue trasladada a lo que luego supo era La Escuelita. “En ese lugar nos sacaban a torturar a un espacio que le decían el quirófano, ahí fui torturada, fue el 15 de diciembre, pasé a estar con otras personas, siempre vendada y las manos atadas, en un catre”.

Afirmó que en el centro de detención el suboficial Santiago “Tío” Cruciani cumplía el rol de “autoridad máxima, más allá de si lo era se comportaba de esa manera, te hacía saber que él iba a decidir sobre mi vida o muerte”.

Mencionó la visita que le realizó tiempo después en la cárcel el cura católico Aldo Vara a quien “había conocido cuando iba al secundario” y dijo que el religioso arremetió contra sus padres: “Me dice que me olvide de lo que pasó en La Escuelita y que todo lo que pasaba era responsabilidad de las personas que nos cuidaban, o sea nuestros padres”. Supuso que el sacerdote sabía de su paso por La Escuelita y confirmó que al menos estaba al tanto de su secuestro.

En la misma audiencia, su mamá Doris Lunsky de Chabat dijo respecto a la búsqueda de su hija: “Al día siguiente yo armé un bolsito, mi hija estaba haciendo un tratamiento, y me fui al Comando. No fui por la entrada principal sino por la lateral donde se hacía verificación de motores, ahí en la guardia le di el bolsito y le dije que le hiciera llegar a mi hija. Tomó el bolso, levantó un teléfono, después se puso muy mal y me dijo que no estaba en ese lugar”.

“Después me voy en el auto con un bolsito a la casa del padre Vara. Cuando llegué estaba su madre, le dije a la señora que le haga llegar el bolso. Al día siguiente se aparece el padre Vara en mi casa con el bolso para decirme que me quede tranquila que la chicas estaban bien cuidadas, yo le contesté con algo que no voy a repetir aquí”, agregó Doris.

Además dio detalles de su primer encuentro con el represor Delmé: “Había mucha gente conmigo en la cola, él me presenta una carpeta, empecé a leer y él me dice ‘Su hija estuvo en tal lugar en un atentado’. Le digo ‘No siga lo que tiene ahí, jamás se lo voy a creer. Todo eso que tiene ahí es mentira’. No me contestaba nada. Le digo ‘Mire señor, yo sé de dónde saca usted esa información que es de tercera personas’. Él me dice que sí. O sea las acusaciones eran cosas que querían hacerme creer a mí”.

Doris relató cómo se decidían las liberaciones de personas secuestradas a partir de la información que le acercó un amigo de la familia, Juan Amerio, que era retirado del Ejército. “El que tenía mayor poder de decisión era Tejada en las reuniones de ese cónclave, que integraban los oficiales y jefes de área. Se reunían una vez al mes y ahí se decidía a quiénes iban a liberar”.

Fuente: FM De la Calle – El Juicio desde la Calle.

Foto: Gabriela Hernández.

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