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(Por Alfredo Grande) “Dedicado al siempre compañero que se suicidó en Italia Eduardo Dellagiovanna,
ex combatiente del prt –erp e internacionalista argentino, enfermo y en la pobreza extrema”.
El suicidio de Eduardo lo pienso, con la debida licencia de Darío Fo, como la muerte no accidental de un combatiente. Suicidarse es matar dentro lo que no se pudo combatir afuera. O peor aún: lo que se combatió con valentía y coraje, pero la victoria fue esquiva y la derrota dio en el blanco. Cuando el suicidio es digno la bala del final siempre va a salir. Porque hay una convicción que no se abandona. Hay una idea de la cual no hay renuncia posible. No es “Patria o Muerte” en abstracto. Es Patria y muerte en concreto. Porque la patria es también la muerte. Por eso los anarquistas decían que cuando el Estado sale a matar se hace llamar Patria. Hay una Patria del fusil y la bandera. Y hay muchas Patrias de los hermanos que están labrando la tierra. La tierra es, desde el alma de los humildes, la esperanza de los desesperados, la vergüenza de los abandonados, la lucha de los que no se rinden.
José Martí, poeta, soldado, escritor, de profundas convicciones libertarias, masón, héroe nacional para la Cuba Revolucionaria, escribió para que nadie se confunda, a menos que pretenda confundir: “El amor, madre, a la patria no es el amor ridículo a la tierra, ni a la yerba que pisan nuestras plantas. Es el odio invencible a quien la oprime, es el rencor eterno a quien la ataca”.
Remarco: es el odio invencible a quien la oprime. Por eso la cultura represora decreta el tabú del odio. No porque practique el amor. Sino porque teme la fuerza invencible que le da al oprimido para enfrentar a su represor. El Che lo escribió. Quizá inspirado en Martí, quizá inspirado en Freud, al que supo leer. Quizá inspirado en su propia vida, en sus propias luchas externas e internas. Y seguramente Eduardo lo sabía, pero no con el saber de las academias, sino con el saber y poder de los combatientes. No es lo mismo combatir al capital, que combatir a la clase capitalista. No es lo mismo. Es incluso, lo opuesto. Porque el capital es, fetiche de la mercancía mediante, una abstracción. La física clásica definía a la fuerza como un ente abstracto que se reconoce por sus efectos. El capital es esa fuerza abstracta, que algunos llaman burbuja financiera.

“No existe el amor.
Existe el vínculo amoroso.
Y en la cultura represora
los vínculos son artificios mediáticos
sin materialidad corporal.”
(Aforismo implicado A. G.)

Cuando el General Perón preguntó: “¿alguno vio un dólar?” la respuesta fue obviamente que no. Pero a diferencia de la publicidad de Gillette que hizo el genial Norman Brisky, no se ve pero se siente. Un dólar abstracto sostenido desde una magia negra que algunos llaman atraso cambiario. Del atraso mental de los funcionarios, algunos de ellos como el actual ministro de economía que propone “comer pobres”, nadie se ocupa. También ellos son incorregibles. Y agrego: irrecuperables.
Pero ladrones, estafadores, contrabandistas, secuestradores, asesinos a sueldo (y buenos sueldos) narco delincuentes, terroristas ambientales, genocidas de género (lo que algunos denominan “trata”) tienen un paraguas sombrilla protector: la democracia.
También en abstracto. O mejor: la Democracia. En mayúscula y singular. Como Valor Absoluto. ¡SI SEÑOR! ¡DESCANSEN!. Lo absoluto es cultivo puro de cultura represora. Y tenemos demasiados absolutos regulando nuestra vida. Que de tan regulada deja de ser vida, para en el mejor de los casos, ser sobrevida, y en el peor, muertes anunciadas.
“La jornada que se vivió en el Lof de Resistencia Cushamen volvió a poner en escena los intereses que defienden tanto los gobiernos provinciales como nacional: en este caso a terratenientes como Benneton. Lo que se sabe es que hasta el momento hay al menos nueve detenidos, que se encuentran en la localidad de Esquel. Según versiones de personas que se hicieron presente en el lugar donde se efectuó la represión a la comunidad mapuche, alrededor de doscientos efectivos de Gendarmería llegaron para lo que en principio era supuestamente despejar de palos y ramas las vías por donde pasa el histórico tren La Trochita”. La represión a la comunidad mapuche es estructural. O sea: no hay actos represivos. La represión es permanente, como alguna vez deseamos que fuera la revolución. Lo que hubo en la comunidad Cushamen es una sumatoria de delitos planificados en forma jurídica y policial. O sea: Terrorismo de Estado. Que se complementa con el estado terrorista que asesina por hambre, frío, calor, tóxicos, sequías, inundaciones, y cuanto método resuelven inventar. Para la maldad, ni el cielo es el límite.
En “Los Brian y la construcción del enemigo” Claudia Rafael nos dice: “El sector social al que se dirige la medida ya tiene en sus territorios una punibilidad precoz. No sólo viven en condiciones semejantes a las carcelarias pero sin techo ni rejas visibles sino que, además, rige para muchos la pena de muerte. Según las últimas estadísticas de la Correpi, cada 25 horas muere una persona en manos de alguna fuerza de seguridad. Casi el 52 por ciento tiene menos de 25 años. Y la absoluta mayoría es pobre”.
Lo interesante es que es una descripción compatible con las atrocidades de dictaduras, posguerras, catástrofes naturales y culturales (como el triunfo de Trump, el aceitoso). Pero Claudia con su habitual implacable lucidez, hace una fotografía escrita de la catástrofe democrática. Porque esos niños, púberes, adolescentes precoces, son asesinos que la democracia supo construir. Los gobernantes, funcionarios, administradores que desde 1983 se (des) interesan en los “únicos privilegiados” tienen que estar presos. En cárceles de máxima seguridad, que apenas serían lugares donde tuvieran que trabajar de acuerdo a las mentiras que nos dicen.

“Si sonríes,
que no sea porque pienses
que dios te ama.”
(Aforismo implicado A. G.)

Tengo de todas maneras, una excelente noticia. La democracia es una estafa. En realidad, apenas es “democracia real”. O sea: liberta, igualdad y fraternidad para el capital y sus gerenciadores, la parásita clase capitalista. No “dan trabajo”. Explotan el trabajo que es lo opuesto. Comparado con la clase capitalista, el mosquito transmisor del dengue es un mosquito scout. Propongo por lo tanto, algunas medidas para pasar a una “democracia democrática”.

1) Revocación de mandatos por mayoría simple o absoluta dependiendo del cargo.

2) Plebiscito vinculante.

3) Audiencias Públicas vinculantes.

4) Voto no obligatorio para no seguir inventando alucinadas mayorías. Padrones revisados por organizaciones populares. Universalidad garantizada por colectivos sociales.

5) La función pública es causal agravante de cualquier delito. El funcionario es también sus circunstancias, o sea, su familia, o sea sus testaferros.

6) El trabajo es digno en tanto contemple el bien común. La masividad actual de trabajos no dignos debe ser abolida.

7) Separación total de la Iglesia y el Estado. El Estado solo subsidia la legitimidad de los deseos, no la aberración de los mandatos.

La acción política estará destinada a desnaturalizar el voto como herramienta de la voluntad popular. Como herramienta para legitimar represores y asesinos. Como estafa periódica para que los reprimidos amen a sus represores. Y último, pero no menos importante, modificación inmediata del preámbulo de la constitución nacional, para impedir que siga legalizando traiciones varias. “El pueblo delibera y gobierna a pesar de sus representantes”.

(Por Alfredo Grande) Los refranes de la cultura represora son un catecismo del sometimiento. De la resignación. De la estupidez. Por ejemplo: “viajar es morir un poco”. Demasiado fácil contraponerlo a “morir es viajar bastante”. Pero en la actualidad de la cultura represora, donde 15 días de vacaciones equilibran 345 días de trabajos forzados, ese “morir un poco” es idealizado. Las compañías de vuelos, tours, hotelería de alto standing, cruceros, tierras exóticas, etc., son adicciones legales que ocupan el alucinatorio social y político de las clases medias para arriba.

La cultura turista y turrista promedio es: inmediata, superficial, fuera de todo contexto, oportunista, reduccionista, a-histórica, sensiblera, desmesurada y amarreta por igual. Y de una candidez, ingenuidad y sencillez que simplemente dan asco. El turista quiere conocer todo pero solicita no entender nada. El guía es su gurú espiritual, su mesías, el Majdi, el único esperado. Un mundo feliz en la cajita feliz de una combi. Obviamente, siempre hay una pincelada social, incluso política.

Un guiño a la realidad real de la cual no conviene despegarse del todo. Son las estrellas fugaces del tour. Quizá para diferenciar de la realidad virtual, el casco queda oculto. Como el turista promedio es clase media alta y alta, los matices deben ser cuidadosamente vigilados. La miseria que se nota debe ser banalizada con frases del tipo: pobres hay en todos lados. Y pasar rápidamente al lado iluminado de la luna ya que los oscuros de la historia son solamente para los resentidos, los anarquistas, los malnacidos y los hombres y mujeres lobo.

“Viajar es
anesteciarse un poco”
(Aforismo implicado A. G.)

El turismo es una industria sin chimeneas. No sale humo: salen dólares. Pero es su dimensión transnacional se ha convertido en otro opio no de los pueblos, sino de los que explotan a los pueblos. Cada uno tiene el opio que puede pagar. En el 2001 se puso de moda el turismo social. Europeos venían a entender cómo podíamos vivir con un dólar por día, como había titulado el diario Clarín. Turismo social que seguramente era sostén de interesantes papers de estudiantes y graduados de universidades de élite de la vieja Europa. También el turismo sexual. Cuidadosamente administrado por corporaciones internacionales. Con su cara más siniestra, el turismo sexual con niñas y niños. También el turismo económico y financiero, que algunos llaman inversiones y flujo de capitales.

El turismo quizá sea una de las formas de la modernidad líquida, de acuerdo con Baumann. La subjetividad turística es intensa y fugaz. Toca y se va. Por mucho que toque, nunca se queda. Y habitualmente tampoco sabe que está tocando y de dónde se está yendo. Me acuerdo del título de una película, muy anterior a la psicosis de internet y el tiempo on line. “Es martes, debe ser Bélgica”. Un título similar podría ser: “Son urnas, debe ser democracia”. Porque hemos entronizado un turismo democrático. O sea: diferentes paisajes, diferentes tours, diferentes beneficiarios, diferentes paquetes, diferentes compañías, diferentes operadores locales e internacionales… pero ¡siempre viajan los mismos!.

“En la cultura no represora
el perro no ladra, pero muerde”
(Aforismo implicado A. G.)

El turismo es la industria más funcional a la cultura represora. Es la expresión más contundente de la banalidad del bien. Sin obreros, sin cultura proletaria, con una simbiosis entre turistas y servidores, hace realidad el mito burgués de la alianza de clases y la armonía universal. A veces hay pequeños ruidos por una excursión que fracasa o una reserva que se cae. Pero poco ruido y siempre muchas nueces.

El fomento del turismo no es solamente una cuestión de ingreso de divisas. Las divisas ingresan, pero no solas. Cada turista es un Hernán Cortés que, sin quemar ninguna nave, intenta y muchas veces consigue, colonizar al turisteado. Turismo incluso matrimonial. Turismo político y turismo deportivo. En la selección argentina de fútbol tenemos un contingente de turistas 5 estrellas. Viajan mucho, entrenan poco, pierden y se van. Pero el operador AFA sigue facturando.

Afiliados a diversos partidos políticos, hacen turismo partidario. Cada partido, según le va en suerte, ofrece paquetes para turismo en el congreso, en el ejecutivo, incluso en el judicial. Ofertas que no se pueden resistir para que las vacaciones pagas que duran todo el año, puedan optar por nuevos destinos. Y siempre hay nuevas compañías con tours novedosos y atractivos paquetes. No faltará el imbécil que no solamente contará la historia que cuentan los vencedores, sino la historieta que cuentan los turistas.

De las decenas de miles que hacen del turismo la razón de su vida, hay muy pocos que tienen privilegios extraordinarios. El Jefe de Gobierno sin dudas es uno de ellos. Ya que tiene incluso residencia propia cuyo alto alquiler pagamos todos o casi todos los argentinos. Y parafraseando a Bernardo Verbitsky, puedo decir que Villa Riqueza también es América.

(Por Alfredo Grande) Una receta sencilla pero muy eficaz en tiempos desordenados, es hacer, pensar y decir exactamente lo opuesto a lo que la cultura represora pontifica. Si fuera filósofo -pese al cariño de Nora Cortiñas que así me bautizó, no lo soy- diría que en el “mientras tanto” nos ubiquemos cómodamente en el espacio del “anti”. Quizá no tengamos propuestas superadoras, pero eso en modo alguno obliga a mantener propuestas conservadoras. La cultura represora detesta la justicia por mano propia. En realidad, detesta la justicia. Lo que llama justicia apenas es revanchismo y venganza de clase.

“La que “malcorra”
mal escapa”
(Aforismo implicado A. G.)

La así llamada delincuencia está siendo construida con prisa y sin pausa en los talleres de la pobreza, la indigencia y la exclusión social. Ni la pobreza ni la indigencia son condición necesaria y suficiente para construir delincuencia.

Pero cuando pobres, indigentes, excluidos son bombardeados por pautas de consumo absolutamente demenciales, la bomba explotará más temprano que tarde. Lo he dicho: en todo sistema injusto la constante de ajuste es el azar y el delito.

Casinos clandestinos son allanados. Pero no por ser casinos, sino por ser clandestinos. La timba tiene que ser oficial. Incluyendo la bolsa de valores. Wall Street es la estafa institucionalizada. Y esa estafa, que incluye la mal llamada deuda externa que apenas es otra de las estafas internas de la cultura represora, está justificada desde la llamada “economía de mercado”. Cuya mano invisible no es tan invisible. Y es una mano sucia y ensangrentada. Pero el 80% del electorado estrecha esa mano.

El colapso catastrófico del socialismo real, la mutación de la revolución socialista cubana, nos ubica en un paradigma político siniestro. En esta época no hay captura revolucionaria de la violencia. La única captura de la violencia es reaccionaria. O sea: sostiene el sistema represor aunque lo transgreda. De la reforma agraria, de la utopía de desalambrar, a la lucha contra los tarifazos. No solo nos quedamos con las sobras del banquete reaccionario, sino, y esto es doloroso, con las sobras del banquete revolucionario.

Hemos sido capturados por la teoría del derrame electoral. Algunos votos caerán para el lado de la justicia. Pero la copa seguirá llena con líquidos contaminados y las aguas seguirán bajando y subiendo muy turbias. La justicia por mano propia, siempre colectiva, siempre instituyente, tiene en su dimensión revolucionaria su expresión más completa y real. Justicia revolucionaria, tribunales populares, expresiones que quizá nunca más escucharemos. Y quizá nunca más exigiremos. Y quizá nunca más lucharemos por lograrlas.

“Una cultura no represora
sostiene el obstinado
deseo colectivo de vivir”
(Aforismo implicado A. G.)

Por eso la cultura represora tiene el mandato de la injusticia por mano ajena como meta no negociable. Lo que se llama impunidad, para todos los crímenes y asesinatos del Estado, incluyendo los de lesa humanidad. Pero sean o no de lesa, son crímenes contra la humanidad. El crimen organizado desde los estados es sagrado. Fuera del estado son mafiosos. Cuando las mafias capturan el estado, abandonemos toda esperanza en estas democracias que sostienen rituales y temen los escraches. También los escraches son una forma de justicia por mano propia. Y la cultura represora escrachó a los escraches.

Por eso la única opción porque las demás están deshabilitadas es: “debido proceso”. Más que proceso, calvario para los pobres y salvoconducto para los ricos. Antes “hecha la ley, hecha la trampa”. Ahora queda claro que la trampa es la ley. Porque esa ley muestra su verdadero rostro de legalidad de clase, o sea, un aparato jurídico de las clases explotadoras. El “exceso en legítima defensa” en realidad es un caso paradigmático de “injusticia por mano propia”.

Pero la vieja cultura represora que más sabe por represora que por vieja, utiliza ese ejemplo para entronizar el tabú de la mano propia cuando hace justicia. La “ley del talión”, siempre denigrada (literalmente, como lo negro de la cultura) establece la proporcionalidad entre el acto y su castigo. No hay excesos. No hay desmesura. No pagan justos por pecadores. No pagan los platos rotos los que no los rompieron. No cosechan los que nunca cultivan. Pero la cultura represora es la cultura de todas las desmesuras.

Se destruyó un país, una cultura buscando armas de destrucción masiva en Irak. Nunca se encontraron. Incluso hay una película donde se muestra ese fraude y estafa. Pero esas armas existen: las fabrican los estados unidos imperiales. Las buscan afuera para que nadie las encuentre adentro.

Estados Unidos, el gran exportador de guerras y masacres en todo el planeta. Por eso sostengo la necesidad política y ética de la justicia por mano propia. Los comedores populares es la mano propia colectiva para mitigar los crímenes del hambre. Como dice Morlachetti: “a los niños se les niega la ternura del pan en el país del trigo”- El hambre es un crimen y evidencia irrefutable de la injusticia por mano ajena.

“No importa que haya vida
despues de la muerte.
Lo que importa
es que hay muerte antes de la vida”
(Aforismo implicado A. G.)

Vivimos rodeados de justicia por mano propia en educación (bachilleratos populares) salud (cooperativas y mutuales) trabajo (fábricas recuperadas y autogestionadas). Pero la batalla cultural la sostenemos desde los paradigmas de la cultura represora.

Así estamos. Insisto. La mano propia es colectiva, y eso es lo que espanta a los retroprogresistas, a los liberales y a los fascistas. Y esa mano propia, clasista, combativa, libertaria, no es una utopía imposible. Es la única forma de subvertir el horizonte de lo posible. Entonces le podremos decir al militante, al escritor, al poeta, al militante: “Nunca más habrá penas y nunca más habrá olvidos”.

(Por Alfredo Grande) En el marco de la cultura represora, es fundamental plantear mal los problemas. O sea: si desordenamos, confundimos, “empiojamos”, reducimos, simplificamos, banalizamos y dogmatizamos el punto de partida, siempre las conclusiones serán parciales, convencionales y, casi siempre, reaccionarias.

A mi criterio, el punto de partida es el “derecho a la vida”. Es decir: yo tengo el derecho a defender mi vida frente a aquello que pretenda atacarla. Este es para mí el nivel fundante. Y justamente por ser fundante está atravesado por lo ideológico y lo político. Si yo tengo el derecho a defender mi vida, eso implica que nadie tiene el derecho de atacarla. Asesinar no es un derecho. Es el arrasamiento de mi derecho. No hay derechos incompatibles entre sí.

“En la cultura represora,
siempre es mejor el malo conocido
que el bueno por conocer.
Lo que está prohibido es conocer”
(Aforismo implicado A. G.)

Cuando son incompatibles, estamos en presencia de diferentes formas de abuso de poder. Entonces se observa el pasaje del derecho al privilegio. Asesinar es lo opuesto a matar. El mandamiento es no asesinarás. El “no matarás” es un mal punto de partido. Entre otras cosas, porque hace la violencia tabú. Una serie se llamaba: “mujeres asesinas”. Mujeres eran, pero no asesinas. La “ballena asesina” ni es ballena ni es asesina. La orca mata para vivir. No asesina porque odia a la población de focas. Matar en defensa de la propia vida amenazada es un derecho y un deber. Desde ya, para la cultura represora matar y asesinar es lo mismo. Simplemente porque la cultura represora tiene el monopolio de los asesinatos impunes.

En el lenguaje encubridor que utiliza: asesinar es “neutralizar al activo”. Pero matar es también destruir un vínculo que oprime, una cultura que nos arrasa o las ideas que nos destruyen. Es necesario insistir con que matar siempre es en defensa propia. Pero la “defensa propia” no es un absoluto. En realidad nada lo es, y bien podríamos decir que incluso lo absoluto es absolutamente no absoluto. La “defensa propia” no es solamente individual, aunque también.

El fusilamiento de Liniers fue en defensa propia de la revolución de mayo. Pero no es un absoluto que el fusilamiento era lo único que se podía hacer. El debate actual sobre la justicia por mano propia se hace sobre la convicción más profunda, casi diría el prejuicio más reaccionario, de que toda justicia tiene que ser por mano ajena. O sea: los directamente afectados tienen que someterse a su majestad el derecho, al feudalismo de los códigos de procedimiento y a los principados de los diferentes fueros. La mano ajena en el ámbito de la justicia asegura los diferentes mercados cautivos, que hasta hace poco incluía los divorcios de común acuerdo.

Se sigue apelando a la “justicia por mano ajena” cuando hay evidencia suficiente de que apenas es “injusticia por mano ajena”. Lo que muchos llaman impunidad. Y la impunidad no es solamente jurídica, sino también política y cultural. Ya no hay códigos y la pedagogía del gatillo fácil, hipócrita forma de designar a la pena de muerte, fue enseñada durante décadas por las llamadas “fuerzas de seguridad”. Los garantes de la más absoluta inseguridad, como queda evidenciada con la venta de las indulgencias por parte de las fuerzas policiales. Indulgencias o licencias para asesinar y robar. Indulgencias que algunos llaman zonas liberadas. Con un tarifario para nada vigilado pero rigurosamente actualizado.

Consumado el delito, desde la denuncia, todo el proceso está viciado por la más absoluta inoperancia y la más abyecta complicidad. Versión siniestra del “roba pero hace” a su actualización: “asesina y sigue haciendo” Se ha perdido la adecuación necesaria entre el acto delictivo y las herramientas necesarias para consumarlo. Dicho en otros términos: para robar se asesina, para secuestrar y pedir rescate se asesina a familiares.

Hiroshima y Nagasaki fueron bombardeadas siguiendo la misma lógica. El exceso, la desmesura, la falta de equivalencia entre los medios y los fines. Los pungas, los descuidistas, las mecheras, han sido reemplazados por organizaciones criminales que se han cartelizado. Desde que la industria de todo tipo de drogas llegó para quedarse, no hay lugar para los débiles. Nadie busca el consenso y las hegemonías y jerarquías se resuelven a balazos. No hay que esperar que las “maras” se multipliquen. Hay versiones locales igualmente letales. Si a la delincuencia versión siglo XXI que se sostiene y se ampara en algún poder del estado, le sumamos el aparato policial y judicial, es fácil entender que hoy todos somos, como en los tiempos de la dictadura asesina, un blanco móvil.

Obviamente, la derecha liberal y la derecha fascista usarán el argumento de la inseguridad para publicitar y plebiscitar prácticas de exterminio. El narco-terrorismo será una de las claves para justificar exterminios plenamente anunciados. Pienso que una de las claves del accionar de la cultura represora es preparar los peores efectos, para luego combatirlos sin interesarse en las causas.

Más de 14 millones de personas entre pobres e indigentes es un enorme caldo de cultivo y campo de cosecha de una marginalidad que sólo encuentra justicia en el azar y en el delito. La mitad de niñas y niños no son pobres. Han sido empobrecidos que es una forma de asesinato a mediano y largo plazo. De la misma forma que gobernar queda delegado, depositado y cristalizado en los representantes, la justicia queda monopolizada por los diferentes estamentos del poder judicial.

Por eso más que gobierno hoy se habla de gestión, y por eso la justicia es degollada con la guillotina de la impunidad. En “Búsqueda frenética” el personaje que hace el actor Liam Neeson brinda un buen aprendizaje de lo único que permite enfrentar a los secuestradores y torturadores de mujeres. En “Durmiendo con el enemigo” el personaje que hace la actriz Julia Roberts nos enseña del método para liberarse de un marido acosador y golpeador. Insisto: el derecho a defender la propia vida y, desde ya, la dignidad de la propia vida, es para mí fundante.

“Si es mejor un mal arreglo
que un buen juicio,
la justicia es un parche
y el derecho es un rito”
(Aforismo implicado A. G.)

El derecho a comer es sostenido por una de las formas de justicia por mano propia, que son los comedores populares.

El derecho a estudiar está sostenido en las clases más empobrecidas por los “bachi” populares.

Pero la cultura represora juzga a la justicia por mano propia desde su propia perspectiva de clase. Sabe que su lógica es robar y asesinar y temen, y con razón, que la tortilla se vuelva. Pienso que la justicia verdadera siempre es por mano propia. Una mano propia colectiva y revolucionaria. Lo demás son expedientes.

La delincuencia hizo un pacto con el Poder y pasó al lado siniestro del espejo. Para esterilizar a la justicia por mano propia se le endilga el san benito de la venganza.

Por eso conviene discriminar 4 registros que exigen un análisis concreto: 1) In Justicia por mano ajena (impunidad). 2) Injusticia por mano propia (exceso en legítima defensa, caso ingeniero Santos) 3) Justicia por mano propia (colectiva, cuando la propia vida está amenazada) 4) Venganza (individual y/o grupal y sostenida por los directamente afectados).

Será desarrollado en futuros trabajos. Pero conviene recordar esta advertencia: (Mateo 26:52) Jesús le dijo: “Guarda tu espada, porque el que a hierro mata a hierro muere”.

(Por Alfredo Grande) No tengo el disgusto de conocer a Héctor Aguer. Y habiendo tantos motivos para pasarla mal, no creo que lo incorpore en la lista. Héctor, el mítico héroe que defendió el honor de Troya, siendo vencido por el legendario Aquiles, no le cabe como nombre al inquisidor sexual. Pero me alegra que lo haya dicho. Porque Héctor se ubica en ese lugar donde nadie quiere estar. En lo fundante de la cultura represora.

Héctor ha producido, bien que le pese, el más formidable analizador para entender, incluso a honestos creyentes, que es el fundamento de la cultura represora: el exterminio del placer. Corporal sin duda, pero no solamente. Los anatemas sobre libros, la censura y represión de ideas, haber liderado todas las noches oscuras de la historia, indican que el placer mental, intelectual, espiritual, también debe ser castigado.

“En la cultura represora,

las sorpresas que te da la vida

son siempre indignantes”

(Aforismo implicado A. G.)

Héctor sabe, y quizá lo haya sufrido, pero con seguridad lo hace sufrir, que el placer puede generar dependencia, pero nunca sometimiento. Que el placer cuando genera dependencia, abre el camino a la autonomía y a la libertad.

El sometimiento por el contrario, avala el destino de todas las formas de la esclavitud. Héctor nos ahorra el tiempo perdido en el remanido “¿Qué habrá querido decir?”. Muy alejado de los laberintos semióticos de Carta Abierta, lo de Héctor es una carta, patética, pero carta al fin, que de tan abierta se le puede entrar por cualquier lado.

Héctor ha unido -no es el único, pero quizá como uno de los últimos jerarcas desnudos- la fornicación con la mortificación. Porque no puede ir lo uno sin lo otro. En una canallada cuasi sacramental, cuestiona la entrega de preservativos. Calcula el uso dado, y quizá, y hasta allá llega su sinceridad, imagine aquellos puertos en los cuales los preservativos amarran las cajas y los plásticos.

Si lo aterra que se coja (sic) 1 atléticamente, quizá prefiera que se coja (sic) 2 en forma profesional. Podría haber echado algún rayo y centella contra el delito de lesa sexualidad que es el abuso sexual de niñas y niños, la prostitución a escala industrial que algunos llaman “la trata”, y ya que no estamos, la pedofilia. Puedo acercarle info chequeada sobre el caso Pacheco Melo. Se lo pido a ENRED Mar del Plata, y en minutos le llega.

La fornicación la confunde con una fábrica de humanoides, despojados de deseo y de vergüenza. Vergüenza por desear. Incluso a la propia mujer, además de la del prójimo. Algo así como un fordismo sexual. Pero en su brutal necedad, les da a los hijos la misión imposible de reprimir la sexualidad de la madre y el padre. O sea: aunque pagues el peaje, la barrera del placer sigue baja.

La molestia del “petting” (sic) 3 es por hacerlo en lugares públicos. Héctor seguramente prefiere la cruel práctica de la pedofilia, siempre realizada en lugares privados. Bueno, clandestinos. Que no es lo mismo y que no es igual. La pacatería y cinismo de Héctor lo lleva a una cruzada anti concepción. La sabia naturaleza nada sabe de las burradas de Héctor. Y por suerte para todos, porque en otro diluvio universal ya no salvaría ni siquiera a dos por cada especie.

Además, por cosas menos graves que las que dijo Héctor, algunos filósofos fueron quemados vivos.

Horrorizado por la adopción de niños por parejas no heterosexuales, confunde amor con género. Quizá nada sepa de ambas cosas. El embarazo no deseado, o sea, el embarazo por mandato, el embarazo como castigo, el embarazo como freno al desenfreno y a la lujuria, el embarazo como marca del hierro candente de la monogamia, necesita método anticonceptivos totalmente inútiles.

Héctor, por favor. La naturaleza nada tiene que ver con los ciclos de fertilidad de una mujer. La mujer no es un mamífero. No es la hembra de una especie de primate superior. La mujer, como el varón, son cultura. A veces liberadora, a veces, y gracias a personas como vos, represora. Pero nada tiene que ver la naturaleza en esto. Ni en esto ni en el estro. El deseo sexual es independiente de la potencia reproductiva.

No creo que tu ignorancia sea tal. Me inclino a pensar en un mecanismo de pensamiento perverso, capturado por lo peor de dios y lo mejor del diablo, que busca todo tipo de cruel alquimia que despoje al humano de su capacidad de placer. No solamente fusionándola con la culpa, terrible constructo represor en el cual participaron todos los príncipes y patriarcas de todas las iglesias, sino exterminando de raíz el irresoluble problema que los gerentes del placer y la sexualidad no hay podido resolver

“A Dios rogando

y con el diablo fornicando”

(Aforismo implicado A. G.)

Y en la repugnancia de tus palabras, asocio con el anatema que colgué hace años sobre la testa de Won Wernich, capellán torturador: cerdo de dios. Te cabe como preservativo hecho a medida.

Preocúpate más por hambre de tus ovejas, ya que no hay buen pastor que se ocupe de encontrarlas y cuidarlas.

Gracias a compañeros como Ruben Dri, Gerardo Duré, Rafael Villegas, Carlitos Cajade, Eduardo Pimentel, y tantos otros y otras, entendí que otra religión no sólo es posible, sino que también es necesaria.

En el fundante de todas las libertades está la libertad sexual. Libertad para el placer. Libertad para todos los placeres. No hay peajes, ni corrales, ni murallas que frenen el deseo. La vida, esa que merece ser vivida, no la tuya Héctor, siempre se abrirá paso. Por eso te cuento lo que dije en una de las reuniones del Seminario de Formación Teológica: “la fe es otro de los nombres del deseo”.

Por favor, Héctor. Por tu incurable sexofobia, no invoques este aforismo implicado: será en vano.

Pero te dedico versos de Silvio Rodríguez, asumiendo que nada de él conocés y menos practicás.

ojalá se te acabe la mirada constante
la palabra precisa, la sonrisa perfecta
ojalá pase algo que te borre de pronto
una luz cegadora, un disparo de nieve
ojalá por lo menos que me lleve la muerte
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones
ojalá que no pueda tocarte ni en canciones

(1) Textual obispo Héctor Aguer

(2) Textual obispo Héctor Aguer

(3) Textual obispo Héctor Aguer

(Por Alfredo Grande) Varias veces expresé mi total rechazo al “día internacional o nacional” sobre lo que sea. Si hubiera -a lo mejor lo hay y como de tantas cosas (además de las off shore) no me enteré- un día internacional del cooperativismo de trabajo en salud mental, no iría a los festejos. ATICO con más de 30 años, ha sido para mí, origen y destino de mis deseos libertarios e igualitarios en el campo de la salud mental. Mucho antes, por qué no decirlo, que la Ley de Salud Mental nacional y de la Ciudad de Buenos Aires legislara sobre aspectos necesarios. Más allá del habitual vaciamiento de legitimidad por los sectores reaccionarios que la han convertido en letra moribunda. Digo moribunda porque hay colectivos, y pienso en el de Prácticas Comunitarias, que insisten y resisten al avasallamiento de lo que tenemos en común los profesionales y los trabajadores (y hasta pueden coincidir ambas categorías) cuando nos convoca el arte de curar y no el arte de lucrar y de currar.

“En la cultura represora,
detrás de cada gran hombre
hay una pobre mujer”
(Aforismo implicado A. G.)

Dicho lo cual vuelvo a porque la segunda convocatoria #NIUNAMENOS me interesó menos que la primera. A un año de aquella, la transformación en lo real es nula. O sea: las condiciones concretas, materiales, objetivas y subjetivas no se han modificado. El alucinatorio social y político que sostiene nuestra decadencia, o sea, al decir del Zorzal Criollo, la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser, pretende que un botón antipánico, o la difusión mediática del día y la semana después, no mucho más, una larga colección de adjetivos alarmistas, la evidencia de que el escándalo sigue siendo la cara visible de la hipocresía, el horror del maltrato y los asesinatos, sean conjurados con marchas que en realidad tiene más de desfile y peregrinación.

En las marchas a Luján, en las peregrinaciones a La Meca, hubo tragedias inconcebibles para cualquiera que se tome en serio las cuestiones de fe. No sé a quién interpela el NIUNAMENOS. Los lectores de esta columna saben que la culpabilidad del victimario se diluye en la culpa de la víctima. Por lo tanto no es posible invocar al victimario para que deje de asesinar. O peor dicho: es posible pero es inútil, peligroso y letal. El empoderamiento de la víctima (aborrezco la palabra empoderamiento porque a mi criterio arrasa con el fundamento clasista de la subjetividad) no es cultural. Ni siquiera es político.

“El feminismo
será revolucionario
o no será”
(Aforismo implicado apócrifo)

Los derechos humanos, incluso el derecho a tener derechos, no se tienen. Se ejercen. Y ese ejercicio es un acto poder. Las mujeres asesinadas, en cuotas o al contado, no ejercen ese acto poder fundante. Defender la propia vida. Enfrentar con violencia a la crueldad del asesino serial que algunas llaman pareja o marido. La cultura represora decreta el tabú de la violencia y entonces nos deja indefensos ante la crueldad del victimario. Crueldad que va desde la tortura sexualizada que algunos llaman violación, la tortura vincular que es el daño permanente a hijas e hijos, la tortura psicológica que el daño profundo y también permanente a la autoestima, la tortura física que implica quemar, cortar, golpear, perforar los cuerpos. Todas estar torturas van juntas y los torturadores son asesinos por naturaleza.

Naturaleza cultural, pero naturaleza. La naturalización es la burocratización de la vida, es la inercia, la repetición, es el maldito refranero represor “mejor malo conocido que bueno por conocer”. El meritócrata, que es un burócrata en la salita de 3, es una de las formas de congelar la vida. La vida entendida como aquello que en común nos hace humanos.

No es problema que el hombre sea el lobo del hombre. El lobo tiene su dignidad. Por algo no aceptó ser un perro sometido a las limosnas de sus dueños y dueñas. Ante una pregunta de Vicente Zito Lema, me definí como “lobo estrafalario”. No estamos rodeados de lobos sino de hienas carroñeras. Los asesinos seriales que practican el femicidio bajo el manto de neblina de los amores que matan, viven de la carroña de los amores que han degradado, contaminado, envenenado y luego, asesinado. Por eso, marcha más, peregrinación menos, hasta no arrasar el tabú de la violencia que la cultura represora nos encriptó, nada, pero nada cambiará. Todo será peor que antes.

“Hay tres enigmas para la humanidad:
el origen, el destino y Laura Alonso.”
(Aforismo implicado A. G.)

En el año 91 se estrenó “Durmiendo con el enemigo”. Cuando en un programa televisivo hice mía la propuesta del personaje de la mujer torturada, la conductora se alarmó. Sigo pensando lo mismo. El que a hierro mata, a hierro muere, Y si no me creen, o se enojan, o me acusan de instigar a la violencia, sólo puedo responderles: están, más allá de las mejores intenciones que sólo conducen al camino de todos los infiernos, trabajando para el #MUCHASMAS.

(Por Alfredo Grande) Varias veces he insistido en la extrema disociación entre democracia y estado benefactor. O sea: el terrorismo de estado anula la democracia, aún la más superficial. Pero la democracia no anula todas las formas de estado terrorista. Creo que es necesario definir el concepto de Terror. León Rozitchner escribió mucho sobre como el terror construye subjetividad. He tomado mucho de sus ideas e intento amplificarlas en lo que he bautizado como “psicoanálisis implicado”.

Mi primer libro publicado por la Agencia de noticias Pelota de Trapo se llama: “Crónicas de Trapo desde el psicoanálisis implicado”. Lo he definido como un “analizador del fundamento represor de la cultura”. La cultura represora tiene su máxima expresión en el terrorismo de estado, pero tiene múltiples expresiones en las democracias superficiales. Desde la masacre de Budge hasta los tarifazos.

Sobran los ejemplos y no hay organismo de derechos humanos que no haya denunciado y combatido estas formas del fascismo camuflado. Democracia o dictadura es una fórmula encubridora. Puede haber democracia y dictadura. Después de todo, hasta un asesino serial puede ser tierno con su familia. Pero creo que los globos de la democracia han impactado demasiado como un bien en sí mismo. Es decir: a un dispositivo lo hemos clonado en un valor. Y la democracia no es un valor. No es el bien y mucho el menos malo. El posibilismo, la resignación, el minimalismo fundamentalista de los demócratas, los meritócratas, los burócratas, tiene como uno de sus orígenes la idealización del voto y la entelequia de la voluntad y el poder popular.

“En la cultura represora
siempre el remedio
es peor que la enfermedad.”
(Aforismo implicado A. G.)

Para ilustrar: desde la conadep, el juicio a las juntas, los juicios de lesa humanidad lo que está en el banquillo de los acusados son personas. O sea: conductas concretas tipificadas como delitos. Menos el de genocidio. Creo que la única excepción es un fallo no fallado del juez Rozanski. Lo que nunca se juzgó políticamente es a las fuerzas armadas para asesinar. Si los bancos salieron airosos de todas las crisis, las fuerzas armadas, como institución, también.

Se han abierto delivery del ejército, marina y aeronáutica. Gendarmería, policías municipales, barras bravas, las “batatas” del sindicalismo ocre, etc. El monopolio de la fuerza pública tiene muchas sucursales, pero la casa central sigue siendo el Estado Represor y Democrático. Como éramos pocos, parió la abuela fascista. El decreto 721/2016 publicado en el boletín oficial por el gobierno nacional deroga el decreto 436/84 firmado por el ex presidente Raúl Alfonsín que determinaba un control civil sobre las Fuerzas Armadas para la democracia. Control relativo pero control.

Gradualmente, o de golpe, las fuerzas armadas volverán a ser el brutal ejército de ocupación que, desde Roca al menos, siempre fueron. Y serán. Pronto le pedirán perdón por los juicios de lesa humanidad. Y habrá una estatua a Videla. Ya empezó Prat Gay pidiendo perdón por el sufrimiento de los capitales españoles. No sabía que los capitales sufren. Ese perdón es una forma nada larvada de traición a nuestra patria. Es el mismo espíritu que ordenó amputar nada menos que nuestro himno nacional.

Para mayor penuria, el abrazo de Hebe de Bonafini con el General Milani anticiparon estos males. Hebe, la gran luchadora contra la dictadura militar, indultó a las Fuerzas Armadas al abrazarse con su jefe mayor. La agrupación HIJOS de La Plata fue duramente cuestionada al quemar dos muñecos que simbolizaban ese abrazo siniestro. Hasta remover esa yerba mala de nuestra democracia, mucha sangre será nuevamente derramada. Ya lo está siendo porque desocupación, tarifazos, inflación, amenazas laborales, es anticipar la muerte. Es la muerte en vida. Mantengo una profunda convicción: a las fuerzas armadas el pueblo no las abraza.

(Por Alfredo Grande) La cultura represora comienza antes del nacimiento. Por la deuda externa e interna, ningún bebé llega hoy con un pan bajo el brazo. Ni siquiera migas. Lo que sí tiene es: endeudamiento y enculpamiento. La deuda no es una foto. La culpa tampoco. Y la culpa de no pagar la deuda es una película mala pero larguísima.

La deuda no es estática. A lo largo de la vida se va incrementando, segundo a segundo. La culpa no es estática: aumenta segundo a segundo. Y tanto la deuda como la culpa son artificios de la cultura represora para legitimar diferentes formas de castigo. La deuda: en realidad es estafa. Serial. Agravada por el vínculo entre gobernantes y acreedores.

La culpa: es amputar el deseo. Agravado por el vínculo entre familia y represores. La trampa está armada y bien armada. Pocas y pocos logran romperla y atravesar los mandatos para encontrar sus deseos.

Si detrás de cada necesidad hay un derecho, como dijo Eva Perón, delante de cada necesidad hay un deseo. Es notable la poca importancia que en el campo de la izquierda se le da al sujeto del deseo. Incluso al sujeto. Hay apelaciones abstractas al “sujeto” pero sin adjetivarlo. Es conveniente poner en superficie tres registros: sujeto del deseo, sujeto del mandato y sujeto del deseo del mandato. La derecha opera en los tres registros. Su logística es la publicidad.

“Solamente podemos
cambiar el pasado”
(Aforismo implicado A. G.)

Ya escribí por qué todos unidos no triunfaremos. Pero en los tiempos de nuestro alucinatorio social y político, las épicas liberadoras han sido reemplazas por una empanada. O sea: el presidente nos explica que una empanada exige que nos tenemos que juntar para estar cada día mejor. “Todo es posible juntos”.

Como siempre, la derecha tiene razón. Aunque es una razón represora. Lo posible no es un abstracto. Lo posible está atravesado por la lucha de clases. Y entonces lo posible deviene reaccionario. Lo revolucionario es lo imposible. Lo imposible en el sarcófago de los actuales modos de producción de bienes, mercancías, personas, política y cultura, deviene posible cuando el horizonte de lo posible se adelanta al generar el acontecimiento.

Ser realistas es pedir lo imposible. O sea: subvertir ese sarcófago, ese ataúd cultural en que estamos enterrados. El todo es menos que la suma de las partes en una cultura deseante. Porque no hay un todo que pueda abarcar lo infinito de las partes que en forma constante se van produciendo.

La metáfora de la empanada es encubridora, represora, reaccionaria. Porque las relaciones de producción están ocultas, sepultadas, disociadas. Cambalache liberal donde trabajadores y empresarios están dentro del mismo repulgue.

Lamentablemente, ese cambalache no es sólo liberal. También es de la socialdemocracia, del socialcristianismo y del progresismo. O sea: no se trata de unirse, sino apenas de juntarse. Que el viento los amontone, y si es un viento de derecha, que de paso los barra.

Por eso es necesaria a toda épica reaccionaria sostener la idea delirante de Patria. Otra empanada. Patria a secas. Sin adjetivar. Patria sí. Otras cosas no. Pero la Patria es también un sujeto histórico, político, social. Hay una Patria del mandato, hay una patria del deseo, y hay una PATRIA que organiza el mandato de nuestros deseos. Jurar la Bandera. El desfile. Cantar un himno amputado de sus estrofas emancipadoras. Y encima pasarlo a las 0 hs por los medios de comunicación.

“No dejes para mañana
lo que puedes hacer hoy.
La cultura represora
sabe que no habrá mañana.”
(Aforismo implicado A. G.)

Como recuerda mi compañera Alicia Susana Gómez: Quizá mi única noción de patria sea esta urgencia de decir Nosotros escribió Mario Benedetti. Por eso pienso que tenemos que adjetivar a la cosa para que la cosa no termine siendo otro absoluto represor. Patria Liberada. Patria Socialista. Patria Rebelada. El adjetivo da el sentido.

Hoy nadie (bueno, casi nadie, bueno, algunos pocos) habla de familia. Siempre adjetivamos. Familia patriarcal. Familia monoparental. La cosa familia no es una sola y absoluta cosa. Cuando la parte y el todo se fusionan, entonces es la muerte. Muerte en muerte o muerte en vida. Pero muerte. Estatuas en vez de bailarines. Aullidos en vez de cantos. El “nosotros” que exige Benedetti es un nosotros clasista. Donde no entran los “ellos” de las clases dominantes. Hegemónicas. Saqueadoras. Corruptas. Mafiosas.

Y desde el “todos unidos” a la empanada, la insistencia en que la fuerza es sumar puede ser suicida. Porque cuando sumamos lo negativo, en verdad os digo que restamos. Nos juntamos pero no nos unimos. Nos apelmazamos. Por eso la coyuntura es traicionera. El aliado de hoy será el enemigo de mañana. Lo ayudamos a construir poder y luego nos pagará con falsas monedas. O sea: todo antimacrismo que no sea anticapitalista, socialista y libertario, es una empanada. Por eso: Patria o Vida. Vida Liberada.

(Por Alfredo Grande) Me he puesto a pensar en estas últimas semanas, qué tipo de espacio vacío queda cuando un amigo se va. Más allá de si se puede llenar con la llegada de otro amigo, me interesa evaluar de qué vacío estamos hablando. ¿De afectos? ¿Sentimientos? ¿Ideas? ¿Sueños?

Quizá el espacio vacío sea la multiplicidad de vacíos que, justamente por ser tales, no tienen espacio. Mantener el espacio ya es algo. Un espacio vacío nos habla de algo que estuvo, y que ya no está. Ni siquiera está el espacio. La curvatura del tiempo nos hace alucinar con la idea del eterno reencuentro. Alucinación tan necesaria como inútil. Ya lo dijo el poeta: esas golondrinas ya no volverán. Al menos de la misma manera. O de manera parecida.

Hay tiempos y espacios que tienen formas tan diferentes a la conciencia cotidiana, que escapa a los molinos de nuestros pensamientos. Y de nuestros sentimientos. En el mito del eterno reencuentro, el pasado está en el por-venir. Construcción imaginaria y deseante. O sea: el espacio vacío sigue siendo eso, un espacio. Si está vacío, podrá ser colmado. Si hay nada, algo hay, aunque sea nada. No creo
que estemos condenados al éxito, pero si al menos estamos condenados al minimalismo de la positividad.

“Cuando la letra
entra con sangre,
no buscan la letra
sino la sangre”
(Aforismo implicado A. G.)

Yo mismo escribí: “la diferencia entre poco y nada es mucho”. ¿Y si así no fuera? Es decir: ¿si la diferencia entre poco y nada fuera poco, incluso fuera nada? La maza sin cantera. A lo mejor ni siquiera 

es importante negociar la sangre derramada. La sangre también se seca, los vientos de la historia soplan en todos los sentidos, y lo que ayer fue un juramento, hoy se convierte en una traición.

En el “Cyrano de Bergerac”, monumental obra poética de Edmond Rostand, luego de ser herido a traición por un lacayo del Poder, el poeta y espadachín exclama: “no me hirió paladín fuerte, me hirió un rufián por detrás, para no acertar jamás, tampoco acerté con mi muerte”. Mi amado Cyrano lo dijo hace más de cuatro siglos. El dolor y la indignación de ser asesinados por rufianes y a traición. Sin la dignidad de un Héctor y un Aquiles, en un combate por el honor y el amor.

Estamos, y no siempre, preparados para que el enemigo nos enfrente. Nos combata. Nos arrase. Preparados porque siempre hemos sabido que hay amigos, adversarios y enemigos. Que no estamos todos en el mismo barco. Si hay naves de los locos, también hay naves de los asesinos. Y que toda lucha es cruel, que toda lucha es mucha, y que solamente podemos soportarla cuando estamos implicados en colectivos. O sea: en grupos con estrategias de poder. Pero cuando los amigos se van, o traicionan, no solamente queda un espacio vacío. Hay un vacío de espacios. Y de tiempos. No podemos pensar el vacío. Quizá nombrarlo. Quizá invocarlo. Pero no pensarlo. Porque el acto de pensamiento es una forma de llenado de ese vacío.

El vacío es el horror del origen que tiene todo, pero no tiene origen. ¿Cómo entender el origen de los amores, de las ideas, de las causas, de las entregas? ¿Cuántas razones tiene nuestra vida que en toda nuestra vida no entenderemos? En aquellos días y aquellas noches cuando la constituyente social nos interpelaba con “ahora es cuando”, yo pensaba, tal vez porque quería pensarlo, que otro mundo no sólo era posible, sino que además era probable. “Ahora es cuando” me pareció una respuesta implicada a la eterna pregunta: “¿y para cuándo?”. Ahora es cuando. Pero ahora no es cuando, porque el ahora ya no está entre nosotros.

Que amanezca me parece poco. Además, hay amaneceres que solamente continúan el horror de los anocheceres del dolor y del espanto. Cuando el amigo se va, ese espacio queda vacio de palabras. Y de cosas. Las palabras y las cosas. La maza sin la cantera.

Frente a la pornografía del puro relato, no nos resignamos a la pornografía de la cosa impura. Ni el oro ni el barro. Solamente la lucha templará el buen metal y entonces no habrá corrosión que degrade las luchas populares. Habrá que buscar otros mazos y otras canteras. Pero sin pagar el peaje ingenuo de que el futuro es nuestro. O que el pueblo unido jamás será vencido. Siempre que llovió paró. Nunca es más oscura la noche que cuando está por salir el sol. Cinco por uno no va a quedar ninguno.

“El que a votos mata,
a votos muere.”
(Aforismo implicado A. G.)

Traigamos arcilla para el hombre nuevo. Demasiadas aguas y demasiados cadáveres pasaron bajo los puentes. Pensemos, al menos pensemos, que las generaciones más jóvenes, incluso las que todavía no han nacido, tendrán que pagar por nuestros errores, por nuestras vacilaciones, por nuestras idolatrías, por nuestras incoherencias, cobardías, por nuestros realismos y grotescos mágicos.

Hemos sostenido a demasiados anticristos y demasiados falsos profetas. Pero podremos recuperar la desgarradora pregunta del Nazareno: “padre, ¿porque me has abandonado?” Aunque no tuvo respuesta, hago mía el valor de esa pregunta. Porque coloca en el punto límite de la más extrema implicación, una verdad que devora: “sé que me has abandonado”. Y entonces sé, dolorosamente sé, que hoy ya es tarde.

(Por Alfredo Grande) La democracia parió de todo. Inmenso útero que alberga herbívoros, carnívoros, solidarios, crueles, sexualidad del placer, sexualidad del terror, lucros astronómicos, salarios microscópicos. Humanidad y monstruosidad. Y es difícil predecir cómo será la próxima parición.

La lujuria empresarial y ese infierno terrenal que algunos llaman mercado, del cual dicen que tiene una mano invisible, pero que a no dudarlo tiene caras bien expuestas, ha parido una nueva raza canalla. Los meritócratas. O sea: la cracia de los meritorios. En los lejanos tiempos en los cuales los que rezaban era porque creían en Dios, a estos del posmodernismo obsceno donde se supone que creen en Dios porque rezan, el meritorio era algo digno, muy alejado de cracias y prebendas.

Meritócrata es el significante actual de: oportunista, trepador, alcahuete, lengua de trapo, lame nalgas, recontra alcahuete, converso serial, serruchador militante, besapies, trapero. Por supuesto el meritócrata termina comprando el último modelo de una marca de autos. Modelo que cuando sale a la venta, es porque ya tiene programada su obsolencia. Lo importante de señalar es la vuelta a la eterna, remanida, sempiterna, insoportable, mediocre, elegía del individualismo. Una especie de publicidad de la autoayuda. Just Do It. Tú puedes.

“Cortarse,
pero no solo”
(Aforismo implicado A. G.)

Este reduccionismo que arrasa con las sobre determinaciones histórico políticas y sociales es otra de las marcas, quizá la más profunda, de la derrota cultural. Si hacer cucharita para Dolores Barreiro es tomar un yogurt, algo debe ser subvertido. Por eso insisto y persisto en señalar que la publicidad es el ácido lisérgico de los pueblos. A los avisos rogando y con el mazo dando. A eso lo llaman “pauta oficial”. Medios que solamente sobreviven por la pauta. Y mueres con pena y sin gloria cuando se cae la pauta.

Me acuerdo de una anécdota de hace algunas décadas. Iba a un programa de radio “Tiempo con voz” en radio Palermo. La conductora era Alicia Caniza, la que se interesó en mis ideas al leer un artículo que publicó Página 12: “Terrorismo Puro”. Artículo escrito luego de atentado criminal contra la AMIA. Obviamente, hace décadas. Le pregunté donde estaba el dispenser para tomar agua y me contestó: “no hay más. Se cayó el canje”. Lo recuerdo con ternura.

Ahora el canje son megacanjes, estancias más, off shore menos. Ya no es un tema de capitalismo de amigos, ahora el tema es una democracia de cómplices. Una persona que respeto, creo que no es recíproco, es Luis D Elia. Calma, sigan leyendo. Lo escuché en su programa de radio: “hablan de que Milagro Sala había creado un estado dentro del estado. ¿Y los Blaquier?” Fin de la cita. Es como si un femicida dijera: ¿Y Jack el destripador? Calma, sigan leyendo. La cuestión es que ensayar una defensa con las mismas armas discursivas del enemigo no favorece a los inocentes y es cultivo de impunidad para los culpables. Y eso es también una derrota cultural. Si no hay revolución sin alegría, tampoco hay revolución sin dignidad. Hasta Macri expropió la alegría para convertirla en manía. O sea: la alegría por mandato. La revolución no podrá expropiarla, porque no tiene, por ahora, la talla necesaria.

Franco necesitó una guerra civil. Que en realidad fue un ejército invasor contra un pueblo que nunca pudo construir la unión. De lo que no tengo duda, es de que desde el advenimiento de la democracia formal, que no es lo mismo que la democracia de fondo, mal que le pese a la derecha liberal, hubo multiplicidad de guerras entre fuerzas de seguridad y población civil indefensa.

“Cuando los cántaros
rompan la fuente,
la cultura represora
será arrasada”
(Aforismo implicado A. G.)

Tan indefensa que continúa la guerra en el ámbito del poder judicial con un derecho y una injusticia que el arma preferida de todas las impunidades. Tan indefensa que más que guerra es un exterminio. Al cual llamarlo “gatillo fácil” ya resulta una síntesis pequeña. De la masacre de Ingeniero Budge a la actualidad, muchísimos asesinatos corrieron bajo los puentes de la democracia. Clarín miente, CORREPI no. La fundación Pelota de Trapo tampoco miente porque lucha hace mas de 30 años lucha contra el enemigo más solapado, mas canalla, más evitable en un país superavitario en la producción de alimentos: el hambre.

Desde la primavera alfonsinista que terminó con el gélido invierno del punto final, la obediencia debida y la hiperinflación, pasando por la cruzada liberal justicialista del menemato, derrapando en la estafa de una alianza que terminó siendo un pacto perverso con el delirante creador de la convertibilidad, y aterrizando en la tierra fértil de un movimiento nacional y popular que fue contaminado por los tóxicos de multiplicidad de robos agravados por el vínculo, eso que algunos llaman corrupción

Y llegamos a la expresión más plena de lo que he bautizado como Estado Terrorista. Terror a la desocupación, terror a la ocupación que no permite vivir con dignidad, terror de los condenados de la tierra que vuelven, una y otra vez, a ser la constante de ajuste de las falsas alternancias entre la derecha erótica y la derecha pornográfica. Desde la represión dictatorial a los trabajadores de Tierra del Fuego hasta la patota en casa Amarilla para sostener el negociado brutal de la nueva bombonera. En este marco es imposible ser feliz. En este marco, es imposible estar contentos y satisfechos. En este marco, la alegría es estrella fugaz en las noches de niebla, miedo y melancolía.

Por eso nuestro aniversario fue pequeño, pequeño. La cooperativa ATICO fue acompañada en su 30 aniversario por la militancia: profesional, periodística, política, social, y todas ellas en cada uno de ellas. El 1 de Mayo las hermanas y los hermanos de B.A.U.E.N nos recibieron como lo que son: compañeras y compañeros en la lucha. Que siempre será mucho, pero no necesariamente cruel. A menos que seamos solo Uno. O Una. Un colectivo, o sea, un grupo con una estrategia de poder, es siempre múltiplo de múltiplos. Colectivo de colectivos.

Tenemos muchos hermanos y con un poco de esfuerzo también los podemos contar. Un aniversario pequeño, pequeño, pero también inmenso en su derrame de coherencia, consistencia y credibilidad. Por eso quiero escribir un aforismo implicado, con el cual finalizo aquellas actividades que movilizan lo fundante. Y los 30 años lo han movilizado. “No tengo la certeza de una tierra prometida, pero si la convicción de una lucha compartida”.

(Por Alfredo Grande) En segunda acepción del Pequeño Larousse Ilustrado, consulta obligada antes de los tiempos de google y wikipedia, ático es lugar alto y soleado. Varios asociados nos reunimos para intercambiar ideas sobre la próxima asamblea constituyente. El nombre propio nos desvelaba. Queríamos que no fuera una sigla más ni una sigla menos. Mucho después me di cuenta que las siglas son encubridoras. AAA, CIA, NBI para solo citar algunas. La sigla que es una palabra que no tiene otra cosa que otras palabras, diluye su sentido. Es invocada en vano.

Nada de esto lo planté en las reuniones mencionadas. Alguien dijo ático y enseguida quedó asociado a altillo. Si bien la primera sede fue en un primer piso, para altillo no daba. La Lic. Silvia Gomes consultando al mencionado diccionario, nos iluminó con la segunda acepción. Lugar alto y soleado. Fue amor a primera oída. La idea de la cooperativa fue posterior. Yo estaba convencido que era necesaria la legalidad, además de la legitimidad. Hoy no sé si pienso igual. Y no me convencían ni las sociedades de responsabilidad limitada (SRL) ni las anónimas (SA) y no teníamos capital para una off shore.

Tampoco las conocidas asociaciones civiles sin fines de lucro, porque si hay algo fácil de disfrazar, es el lucro. Creo que me quedé con ganas de la fundación. Creo que no era mi tiempo político para pensarlo y mucho menos realizarlo. La cooperativa de trabajo decantó no sólo como deseable, sino como necesaria. Yo militaba hacía muchos años en el socialismo. Héctor Polino, que fuera amigo de mi padre, era el líder con el cual más afinidad tenía. Ingresé en la Confederación Socialista. Cuando Héctor fue designado Secretario de Acción Cooperativa, alguna posibilidad de un socialismo autogestionario devino posible.

“No es lo mismo un cooperativista
que un pequeño burgues sin plata”
(Aforismo implicado A. G.)

Un lejano 1 de mayo de 1986 fundamos la cooperativa y fue Polino quien firmó la resolución que nos otorgaba la matrícula 11.142. Yo no era cooperativista. Los fundadores tampoco. Pero Ático nos fue haciendo cooperativistas, porque la mayoría, o quizá la minoría, pero seguro que no estaba solo, empezamos a conocer el espacio del cooperativismo, el mutualismo, las empresas autogestionadas, etc. Mucho antes que se hablara de fábricas recuperadas, el cooperativismo de trabajo era una opción para la barbarie capitalista. Y en sus orígenes, no solo era una opción. El cooperativismo de trabajo era anticapitalista.

Poco de eso queda, y si hablamos del movimiento cooperativo en general, nada queda. Pero la potencia instituyente del acto cooperativo nos sigue interpelando. Yo diferencio tres espacios donde se despliega el conflicto social. Cooperación, competencia y rivalidad. Los dos primeros son compatibles, incluso necesarios. Cooperación sin competencia deviene chatura y rutina. Competencia sin cooperación rápidamente termina en rivalidad. No es lo mismo eliminar, destrozar, barrer, destruir a competidores, que intentar mejorar la calidad de su producción.

Me sorprende y no habla bien de nosotros, que en 30 años no hayan querido pulverizarnos. O sobornarnos. Obviamente, no somos peligrosos para la jauría de empresas privadas mercantilizadas. Lo siniestro es que por un veto a un artículo de la ley de medicina prepaga, las cooperativas son consideradas al mismo rango que un prepago. He tenido que presentar escritos como si abogado fuera, para que retiren a Ático del registro de las empresas de medicina prepaga. Pero la burocracia tiene razones que el corazón no entiende. Nuestro reino cooperativo no es de este mundo capitalista. Recuerdo que en los primeros años de la cooperativa, cuando me presentaba en algún evento de salud mental, decía: médico psiquiatra, psicoanalista y cooperativista. Siempre un murmullo que podía ser de asombro y/o burla aparecía como reacción.

Hoy la formación de cooperativas de trabajo de profesionales no es una epidemia, pero aparecen muchos colegas con interés genuino por esta forma de trabajo asociado. Como lo he dicho varias veces, lamento que en la Ley de Salud Mental no figura en forma explícita que el Estado debe alentar a la formación de estas “empresas sociales”. Refiere al sector estatal, las obras sociales y el privado. Y en el privado meten a todo lo que no sea estatal u obras sociales. O sea: en un mismo lodo todos manoseados.

“La diferencia entre poco y nada
es mucho.”
(Aforismo implicado A. G.)

Los pescadores – explotadores, sólo tienen ganancia cuando logran que el rio esté revuelto. Lo cual gracias a la endemia del canibalismo, el mesianismo, el iluminismo de toda la izquierda toda, es bien sencillo. Ático es como Kamchatka, un lugar para resistir. Resistir al represor, pero no más resistir al deseo. Y nunca ir por todo, pero siempre ir por más. Por eso amplificamos al terreno del arte, del cine debate, de incluir las políticas de género, de sostener la militancia social y política. Tenemos convenios con la Comunidad Homosexual Argentina, la Fundación Pelota de Trapo, Barbecho espacio para el cuerpo y la cultura.

La cientificidad no nos resulta ajena, pero nos resulta totalmente ajeno e incluso siniestro el cientificismo. Por eso el psicoanálisis implicado atraviesa nuestras prácticas y nuestra clínica. El “analizador dinero” a diferencia de la hipocresía cultural que el capitalismo ha creado, es un tema descubridor. Para los pacientes atenderse en una cooperativa es fundante. Sienten y saben que estamos ante una lógica verdadera que amplifica el acto asistencial en un acto solidario y creativo. El cooperativismo es una lógica institucional asimétrica pero no jerárquica.

La voz es de los que no tienen voz y de los que tiene voz también. Pero no es una voz individual, aislada, náufraga. Es una voz que tiene resonadores, amplificadores, voz que nace para ser escuchada y comprendida. Y entre los asociados y asociados, las voces circulan. También la mía. Pero no solamente la mía. Nadie baja línea. Ni tampoco la sube. No hay líneas. En todo caso hay líneas de fuga. Formas de escapar de los dogmas y bulas laborales y científicos. Durante 30 años lo intentamos. A veces lo logramos. Y lo seguiremos intentando.

Ático es la profecía de una salud cosa de todos en el marco de la autogestión y la justicia por mano propia. Que no es otra cosa que el maestro enseñe, el trabajador trabaje, el artista pueda crear, el profesional de la salud pueda curar, el militante pueda luchar. Justicia, entonces habrá paz. Y nuestro mundo cooperativo que hace 30 años transitamos es justo. Es necesario. Y tampoco daremos ni un solo paso atrás.

30 años de cooperativismo en salud mental.

(Por Alfredo Grande) El viernes 22 de abril, a partir de las 17.00 hs., será inaugurado el Recreo Pelota de Trapo como también se entregarán los premios del concurso de crónicas “Alberto Morlachetti”, convocado por la Fundación Pelota de Trapo. Publicado por la fatigable pero obstinada Agencia de Noticias Pelota de Trapo. Recreo que lleva el nombre de otro luchador fatigable, pero no menos obstinado. Alberto Morlachetti, el “Morla”, será por derecho y deseo propio, un referente único.

Nunca ejerció autoridad, pero siempre tuvo ascendiente. Nunca estableció jerarquías, pero siempre construyó asimetrías creativas. El Morla, grandote en varios sentidos, nunca dejó de ser un pibe más de todos los pibes que ayudó cuando la agonía de ser niño y pobre se ensaña con los retazos de las más pequeñas alegrías. Lo conocí bien, al menos eso deseo creer. Pero lo conocí poco, y eso me duele saber. Poco en el tiempo, poco en sus sueños, poco en sus tristezas, poco en sus desencantos, y poco también en sus muchas alegrías.

Dicen que el peor de los pecados de Borges fue no ser feliz. Lo dijo Borges. ¿Habrá sido feliz el Morla? Porque de algo estoy seguro: podemos ser felices. Pero ni tenemos ni debemos serlo por mandato de la cultura represora. Escribí hace algunos años por qué maldecía a la felicidad de todas las “felices fiestas”. Cobertura sin pan ni chocolate para las más atroces agonías.

“Cuando un amigo se va…
no deja un espacio vacío…
para eso estan los recuerdos
que me mantienen contigo”
(Aforismo implicado A. G.)

¿Habrá sido feliz el Morla? Para responder a esa pregunta, sabiendo que no tiene respuesta, es necesario pensar que también la felicidad está atravesada por la lucha de clases. No hay una sola forma de ser feliz, aunque hay demasiadas formas de ser desgraciado. Si la felicidad tiene como fundante la obstinación en la satisfacción colectiva de necesidad y deseos, estoy seguro de que el Morla fue feliz. E hizo feliz también a muchas y muchos que pudieron aprender que la ternura es un arma cargada de futuro, pero también de presente.

Esa ternura derramada no se escurre como agua en la arena. Queda contenida, multiplicada, potenciada en aquellos que la reciben, y que sólo entonces pueden entregarla. “Ternurando” denominé a esa militancia de no perder la ternura jamás. Pero muchos ni siquiera pueden perder la ternura, porque nunca la encontraron. Seguirán morando al este de todos los paraísos, buscando un agua que ya no podrá calmar tanta sed.

Por eso no nos sirve la memoria heroica. Estatuas, mausoleos, cenotafios, museos. La memoria histórica, nunca neutral, siempre implicada, es memoria en acto. En actos que sostienen la misma lógica, la misma convicción, la misma profecía, de aquel que por vez primera los enarboló.

Dime a quién recuerdas y te diré quién eres. Dime cómo lo recuerdas, y te diré qué extrañas. El acto de una plaza de juegos, de una plaza de trapo, es memoria histórica y es recuerdo. La más bella pareja. Sostenida desde la lucha permanente para que no se confunda la paz con la tregua. ¡Cuánto maquillaje para sostener la guerra! ¡Cuánto maquillaje para blanquear las masacres! Y a favor de los vientos de las luchas, y contra las mareas de la cultura represora, el pibe grandote que no quiere convencer ni vencer, pero no deja de enseñar y aprender.

“No habrá paz en tu descanso,
porque en la injusticia,
la paz es cobardía.”
(Aforismo implicado A. G.)

Todos somos sus alumnos, porque “alumno” en su acepción griega, es “el que está dispuesto a aprender”. Y seguimos aprendiendo, así en el aula como en la plaza. En los años felices, cuando la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo era de lucha y resistencia, inventé el psicoanálisis de la plaza en oposición al psicoanálisis del palacio.

Psicoanálisis de la plaza que es el psicoanálisis implicado, analizador del fundante represor de la cultura. Que sostiene mis crónicas de trapo…

Con el Morla aprendí y seguiré aprendiendo porque así son los maestros en su generosidad que nada sabe de despedidas ni espacios vacíos. Nunca me vas a fallar, querido Morla, pibe grandote porque en un cuerpo chico no entra tanta ternura.

Y recuerdo lo que otro amigo maestro, Gregorio Baremblitt, me dijo una vez: “Alfredo, te estás endureciendo demasiado. Y no solamente con el enemigo, a veces también con el compañero”.

Por eso iré a jugar a esa plaza que se inaugura, ese patio de deportes, ese oasis del alma, recordando mi niñez en la plaza Irlanda, cuando yo también imaginaba que podía alcanzar la felicidad, mientras pudiera seguir pedaleando mi triciclo verde. Después de todo y de tanto, algo de pibe me queda todavía.

(Por Alfredo Grande) Operación Masacre es una novela de periodismo de investigación que Rodolfo Walsh publicó en 1957. Los sobrevivientes de los asesinatos en el basural de José León Suarez permitieron durante años de trabajo esclarecer la trama brutal de lo que luego la dictadura genocida perfeccionara con la técnica macabra de la desaparición forzada de personas.

Tampoco los dictadores pudieron predecir el equipo de antropología forense que con la única evidencia de huesos, pudo reconstruir historias de lucha, coraje y dignidad. Rodolfo fue un antropólogo social y político. Implicado en la dignidad de los peronistas de la resistencia, siguió escribiendo y profundizando la investigación. A su lado, “A sangre fría” de Truman Capote es una novelita de Disney. Esos fusilamientos saturados de indignidad, del cinismo canallesco del fascismo criollo, fueron el faro que alumbró con anticipación de décadas, la masacre de Ezeiza.

Derrumbe de la utopía de la Patria Socialista. Implosión de la resistencia que empezó con el Cordobazo
que arrinconó al General Onganía para sucumbir con los esbirros del General Perón. Aunque siempre es difícil decir cuándo empieza la resistencia al represor. Década del 60 y del 70: se luchaba por lo fundante. Fundante represor o fundante deseante. Capitalismo o socialismo. Sabemos cómo terminó. Supongo que hubo errores. Pero hubo más aciertos que errores. Más lucha que traición. Más dignidad que humillación.

“Siempre que volvió,

llovió.”

(Aforismo implicado A. G.)

La Operación Masacre fue necesaria porque la profecía de Evita podría cumplirse. El peronismo será revolucionario. En esos tiempos, la honesta militancia, los trabajadores represaliados, las familias destrozadas, no podían anticipar que…. no será. Al menos, revolucionario.

Las masacres eran necesarias para una cultura represora que siempre teme sufrir el mismo destino que sufren los que la enfrentan. Teme que alguna vez llegue el cántaro que no se rompa en ninguna fuente. Y desde la acordada de la Corte Suprema, que legalizó el golpe de estado de Uriburu, todos sabemos que los poderes del estado son la versión potable de todas las injusticias y todos los terrores. La democracia burguesa, de tan, pero tan burguesa, deja de ser democracia. En el mejor, quizá peor de los casos, puede ser una “partidocracia”.

Los partidos eviscerados de la política y siliconados con una religiosidad sectaria, son peones de un tablero donde reyes, reinas, alfiles y torres mantienen los movimientos del privilegio. Los partidos de la burguesa democracia son los bufones del rey. Divierten a los amos de todos los universos hasta que dejan de ser graciosos y entonces truena el escarmiento fascista. Así una y otra vez. Y otra. De cantar “La Internacional”, “Hijos del Pueblo”, “La Marcha Peronista” a un estribillo que alude a que si la tocan a Cristina, o sea, si la mandan al bombo, va a haber desorden, es a mi criterio un reduccionismo minimalista lamentable.

Llovió y volvió citada por un juez de la burguesa democracia, o sea, un juez burgués. Bastante fané y descangayado. Primera aparición desde la catástrofe de Macri triunfador. Y entonces, como a falta del pan de la revolución buena son las tortas de las citaciones a declarar, las masas se auto convocan, o son convocadas, o ambas cosas, a tomar el palacio de Comodoro Py. El protocolo quedó en eso. Lavarse las manos antes de comer pero antes escupir el asado.

Luego de votar por el levantamiento de la cláusula cerrojo, luego de decenas de miles de trabajadores masacrados por pérdida de trabajo, de la estampida del búfalo inflacionario, de los ratones pérez para los dueños de la tierra, luego de las subas criminales a insumos básicos, desde electricidad hasta peaje, luego de todo eso… ¡Todos a Comodoro Py!!

Napoleón volvió de su destierro con propósitos más contundentes. La convocatoria fue para masacrar a la Justicia que intenta cuasi grotescamente, deshilachar el ovillo de la corrupción. Argumento ganador: no hay una sola ruta del dinero. Hay muchas. Creo que ya lo sabíamos. Pero robo de muchos, consuelo de cómplices. La estrategia siniestra del volveremos, con la vieja marchita o con la frente marchita, eso está por verse, elude por qué nos fuimos. Porque lo que es seguro es que el ingeniero de la triste figura no podía echar a nadie. A menos que lo ayudaran justamente los que debían combatirlo.

Volveremos sin pretender averiguar, pensar, evaluar, criticar, por qué nos fuimos. Masacrar la justicia, incluso la justicia más grotesca, no es lo mismo que luchar por una justicia popular. Lo que denomino la justicia por mano propia. La movilización a Comodoro Py es la versión corregida y degradada de un 17 de octubre. Irigoyen y Perón fueron expulsados por asonadas militares. Si la víctima es complaciente con el victimario, es para discutir en otro momento. Pero no es lo mismo ser barrido por un tornado que volteado por un estornudo. La épica antimacrista es decadente. Es oportunista. Es mediocre. Producto de errores, traiciones, maniobras de palacio, operaciones donde se masacraron las necesidades y deseos del pueblo trabajador.

Volveremos y los que quedarán sumergidos y enterrados serán daños colaterales. Kirchnerismo se escribe con K. Scioli el tranquilo tardó demasiado en averiguarlo. Un movimiento policlasista que encubre la lucha de clases. El peronismo – antiperonismo sepultó la dialéctica fundante: explotadores y explotados. En el peronismo y en el antiperonismo hay explotadores y explotados. O sea que la contradicción fundante dio paso a una contradicción secundaria y encubridora.

Mientras haya peronismo, la revolución incluso dejará de ser un sueño eterno. Una izquierda peronista es necesaria. Un peronismo de izquierda es un lastre. Y la versión on line del peronismo, es el kirchnerismo. Como lo fue el menemismo. Del cual abrevaron muchos y muchas, incluso Néstor y Cristina. Los 90 también fueron ellos, por algo ahora necesitan sobreactuar el rol anti mercado. Privatizaron YPF y luego nacionalizaron un poquito, aunque sigue siendo una sociedad anónima. Las luchas que se avecinan nada tienen que ver con sostener los privilegios de una casta corrupta. Los masacrados de la historia no merecen esta caricatura grotesca. Que ni siquiera es de revolución. Sino del más brutal retroprogresismo.

No solamente el pez por la boca muere. Los relatos artificiales también morirán. La Patria Socialista, tenga el nombre que tenga, volverá a ser bandera y a ser lucha. Y copiando a Pablo Milanés también cantaré: “Yo pisaré las calles nuevamente /de lo que fue Argentina ensangrentada. /Y en una hermosa plaza liberada/ me detendré a llorar por los ausentes”.

(Imagen María Sola)

(Por Alfredo Grande) La tierra necesita héroes. Lo aprendí de Bertold Brecht. Es necesario pensar qué es un héroe. Y pasar del héroe colectivo que postulara el talento masacrado de Oesterheld, al colectivo de héroes. Colectivo en tanto grupo con una estrategia de poder. Héroe por la decisión no reactiva ni oportunista, ni coyuntural, de combatir a todas las formas de la cultura represora. Incluso la que se enquista en las mismas organizaciones que dicen combatirla. Esa lucha puede corromperse, pero en su origen es pura y sin mancha.

“No hay verdad más armada que la pura inocencia” escribió Alberto Morlachetti. La pureza es corrompida, como los ácidos corroen el metal. Pero donde nunca hubo pureza, donde la sonrisa fue ahogada antes de asomarse a los labios, donde la ternura fue tronchada antes que se deslizara por la piel; nada se corrompe porque todo está podrido desde

sus profundidades.

La política en el capitalismo es apenas la cobertura del pan de todas las locuras y el chocolate rancio de todas las amarguras. Y cuando logra los sueños más tranquilos, puede con la tranquilidad de los verdugos y los torturadores hablar de gobernabilidad. O sea: el arte de disimular, de encubrir, de engañar, de estafar, de ganar todos los concursos para que los lobos puedan lucir los trajes y vestidos de las ovejas. En la tierra contaminada de la gobernabilidad democrática, donde proliferan los sabihondos y suicidas como si todo el mundo fuera un cafetín de Buenos Aires en el cual quedan con la ñata sobre el vidrio millones de voluntades y deseos, crecen, siempre crecen, los colectivos de héroes.

“Corruptos off shore del mundo:

uníos”

(Aforismo implicado A. G.)

Es una lucha desigual. Porque ellos tienen todo el poder y lo saben, y nosotros tenemos toda la fuerza y lo ignoramos. Más tarde que temprano, este plano inclinado de nuestra propia desigualdad construida tendrá un cambio de eje. No de una vez y para siempre. Pero tampoco en la crónica esperanza de una espera eterna en la bienaventuranza de una eternidad reaccionaria.

Alguna vez dije, y siempre recordando a George Orwell, que lo único que podemos cambiar es el pasado. O sea: el sentido en el cual nuestro pasado devino este presente que no siempre combatimos. O del cual nos quejamos. O del cual siempre protestamos. Necesitamos que los perros muerdan porque de tanto ladrar ya están afónicos.
A diferencia de lo que tanto se ha cantado, no siempre es triste la verdad y muchas veces tiene remedio. La verdad: la democracia burguesa es la forma más perfecta de encubrir la explotación de la clase capitalista sobre la clase trabajadora, y especialmente, sobre la clase obrera. Explotación que tiene la sutileza de un rayo láser, de un impuesto al consumo, de un ritual electoral.

Nunca más a las formas groseras, grotescas, evidentes, obvias, que se pueden fotografiar, filmar y grabar. La publicidad se encarga de fabricar sonrisas, apretones de manos y abrazos, para sepultar llantos, fracturas de cráneo y suicidios cuidadosamente vigilados. Y entonces aparece como la opción a cualquier dictadura genocida el Estado de Bienestar. Que también necesita un enorme aparato publicitario, al mismo nivel que la Coca Cola. O más. Y el Estado dice de él mismo que es de Bienestar, aunque nunca aclara que hay pequeños bienestares, medianos bienestares y todas las rutas del dinero.

Todos los caminos de la economía capitalista llevan a las sociedades off shore. En el mundo de los negocios de la economía capitalista hay dos tipos de off shore: los que se descubren y entonces el escándalo es la cara visible de la crónica hipocresía y los que no se descubren simplemente porque están a la vista de cualquier que quiera ver. La denominada corrupción, que es una constante, una regla absoluta, es el off shore aceptado. El denominado off shore es corromper más de lo necesario. Los hijos del Poder en realidad son la evidencia que la omertá maffiosa ha reemplazado a la sagrada familia. Ahora se juntan los domingos no a comer ravioles como los tiernos Campanelli, sino toda la semana para contar dólares.

No sé adónde van las obscuras golondrinas, pero las obscuras ganancias de los capitalistas todos saben a dónde van. On shore, off shore, pero nunca a los bolsillos de los únicos que generan la riqueza: los trabajadores. La derecha liberal y la derecha fascista han visto comunismo, socialismo, anarquismo en las más modestas propuestas de sensibilidad social. Tiene una envidiable conciencia de clase.

Desde esa mirada reaccionaria, el kirchnerismo sufrió el anatema de montonero. Agravio nada gratuito para el colectivo de héroes que luchó por la patria socialista. Y no fue un relato. Fue una praxis revolucionaria. Guerrilleros y guerreros con aciertos y errores, pero que desalojaron queja, protesta y afrontaron el combate. Desde la Alianza Anticomunista Argentina (y mucho antes) hasta la actual derecha en el gobierno y un poco en el poder, la obsesión de las democracias burguesas y el aparato del estado benefactor es arrasar de la conciencia y de la inconsciencia el destello de la lucha de clases. Y lo cambia por su paradigma: la clase explotada no lucha, la clase explotadora masacra. Actualización del fifty fifty.

“Perro que ladra no muerde.

Se queja pero no combate”

(Aforismo implicado A. G.)

Por eso escribí que el macrismo es la etapa superior del kirchnerismo. Plantarse en un antimacrismo a histórico, donde se deploran efectos sin analizar causas, donde queda oculto la alianza FPV y PRO en espacios legislativos, es otra canallada que debemos combatir. Aunque el remedio sea peor que la enfermedad, no añoro la enfermedad, sino que busco otro remedio.

Hoy hay boicot a los súper mercados. La desobediencia civil prepara la insurrección. Hay que boicotear todas las formas de robo calificado que llaman gobernar. El sapo montonero fue el relato alucinatorio que podían unirse capitalismo serio con derechos humanos. Arrasaron los derechos humanos y desarrollaron el capitalismo que tiene la misma seriedad que la tota del sel. No debe sorprendernos que el presidente Macri tenga cuentas off shore. Si la cabra al monte tira, el empresario al off shore se abalanza. Capitalismo y legalidad no se llevan bien.

Pero la pregunta es qué hicimos para que un empresario hijo de un empresario que pactó con todos los gobiernos, que de franco nada tenía, sea hoy presidente electo, aunque cada vez menos erecto. El sapo montonero que fuera relato del gobierno anterior tiene, a mi criterio, una enorme responsabilidad no asumida aún por la mariscala de la derrota.
La denuncia por el asesinato de Rucci, cuando la familia del dirigente sindical y operador de organizaciones de la derecha, cobró la indemnización aceptando por lo tanto que el asesinato era consecuencia del terrorismo de estado, es otro sapo montonero. Quiero creer que esta vez no vamos a tragarlo.

(Por Alfredo Grande) El 30 de diciembre de 2004, se perpetró la mayor masacre civil en la Argentina. La cultura represora tiene, al igual que la divinidad, designios inescrutables. Pero por eso debemos escrutarlos, denunciarlos, combatirlos. Esa noche de la masacre nada podía ser entendido.

Confusión, dolor inaudito, sorpresas que no daba la vida sino que daba la muerte. Varias veces he dicho que las muertes no son todas iguales. De la misma manera que no todas las vidas son iguales.

Masacrar niños por hambre, asesinar jóvenes por el delito de bailar y divertirse, extinguir ancianos por la osadía de haber vivido, no deja lugar para ninguna esperanza. Aclaro: esperanzas de la salvación de alguna providencia. La salvación será auto gestionada o no será. La salvación no hay que esperarla sino que hay que ir a buscarla. Y los colectivos que enfrentan a la cultura represora son tan necesarios como escasos. Muchos terminan negociando espacios de poder lo que algunos llaman “cooptación”. Palabra suave para designar la moral de la traición que funda la política de occidente.

La masacre de Cromañón fue ignorada por muchos organismos de derechos humanos. Solo la Liga Argentina por los Derechos Humanos y la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos apoyaron a familiares y sobrevivientes.

“Resistir es vencer.
Y vencer es
seguir resistiendo”

(Aforismo implicado A.G.)

Tengo clavada en mi memoria el llanto de Ariel Bignami, militante comunista, por un nieto asesinado en un lugar bailable. Trampa mortal de empresaurus depredadores. El colectivo Cromañón cometió el peor de los pecados: pidió justicia para sus muertos, sin que importara la camiseta partidaria de los muertos. El divino Ibarra, al cual le debo mi idea del “retroprogresismo” no debía ser atacado. No podía ser atacado. Porque era hacerle el juego a la derecha. O sea: al Pro.

Y fue al revés: los que le hicieron el juego a la derecha liberal y a la derecha fascista fueron los templarios nacionales y populares. Desde la Jefa indiscutible, al decir de Luis D’ Elía, pasando por Estela de Carlotto que luchó para recuperar nietos desaparecidos, pero que ante jóvenes masacrados optó por defender al César y participó de un acto de apoyo a Ibarra. Para no hacerle el juego a la derecha había que mirar para otro lado, escuchar para otro lado, pensar para otro lado.

¿Una discoteca transformada en una trampa letal para masacrar 192 jóvenes es una política de izquierda, progresista, socialdemócrata? Y alguna salvación vino de los propios jóvenes que murieron para salvar otros jóvenes.

El 30 de diciembre de 2014 se escribió con sangre, pero con sangre indeleble, la historia de otra masacre no anunciada. Hay muertes no anunciadas. Y si alguien pretende ver los anuncios de la masacre en cada acto de los gobiernos, lo diagnostican de paranoico. Por eso definí hace años la “lógica Cromañón”. Ausencia total de prevención, ausencia total de cumplimiento de normativas básicas de seguridad, ausencia total de conciencia de responsabilidad individual y social, ausencia total de autocrítica, ausencia total de medidas que puedan reparar el daño realizado.

“Aunque el remedio
sea por que la enfermedad,
no elogiemos la enfermedad
mientra combatimos el remedio”
(Aforismo implicado A.G.)

La Lógica Cromañón esa una de las lógicas de la cultura represora. La masacre de Once, el exterminio de los pueblos originarios, el hambre aguda y crónica, el hacinamiento, las instituciones de encierro, en todas, en cada una, y en todas las que faltan, la lógica cromañón es Ley Represora y Destructora.

Por eso entrevistamos a Clara Barbero, junto a Irene Antinori, en mi programa Sueños Posibles. Y a Cristina Bernasconi. Y por eso la primera etapa de Sueños Posibles la compartimos con José Iglesias. Abogado de una de las querellas. Y estuvimos marchando con Jorge Garaventa, Susana Etchegoyen, y muchas otros y otras. Ninguna lucha termina porque enseguida aparece otra lucha.

La lógica Cromañón será arrasada por los colectivos autogestionarios. “Ni la bengala, ni el rock and roll, a nuestros pibes los mató la corrupción” Otra paradoja de la cultura represora: la corrupción es inmaculada. Por eso el diablo sabe por viejo. Desde los 30 dineros a la actualidad, la corrupción sigue matando. Habrá que matar a la corrupción.

(Por Alfredo Grande) La revista dislocada fue un programa, de tinte humorístico, que debutó en Radio Argentina en 1952 y su día y horario inicial era el domingo, entre las 12.30 y las 13.30. Posteriormente, pasó a Radio Splendid y en 1959 se trasladó a Canal 7. Más tarde, se emitió por el Canal 13, emisora en la que permaneció hasta 1973 cuando fue prohibido bajo la dictadura de Alejandro Lanusse. La popularidad de “deben ser los gorilas, deben ser…” también es un aporte de la Revista Dislocada. Wikipedia permite precisiones que la memoria desdibuja.

La palabra “dislocada” se asocia con “alocada” y desde ahí hay un pequeño paso a la “asociación libre” siempre ponderada por los psicoanalistas. Alocada, dislocada, trastocada, hacen referencia a la pérdida de una idea directriz. Y no por asumir la creatividad de líneas de fuga rizomáticas como diría un deleuziano, sino a mi sencillo criterio, por una manera estéril y suicida de irse siempre por las ramas. Por las lianas lo hacía Tarzán, un blanco inglés criado por gorilas. Metáfora de cuya potencia histórica dejaremos para otros trabajos. Actualmente la argentina dislocada es la argentina del converso, del oficialista serial (como le gustaba decir al inefable Bernardo Neustadt), quien en una noche de alucinógenos lo vio a Menem alto, rubio y de ojos celestes.

“En una cultura no represora
siempre que llovió no paró.
Lloverá hasta ahogar
a toda la canalla gobernante.”
(Aforismo implicado A. G.)

Quizá lo profetizó a Macri, pero los profetas siempre generan desconfianza y temor. La verdad a futuro no es muy popular en estos pagos. Lo dislocado alude también a los súbitos cambios de lugares. O estar de los dos lados del mostrador. O del bando privatizador y años después del bando nacionalizador, sin que haga mella ni nadie cuestione demasiado. Poliladrones de guante blanco, aunque por la reiteración de eso que llaman corrupción, cada vez están más grises. Supongo que algunos me contestarán desde la teoría del caos. O desde el principio de incertidumbre. O desde la física cuántica. Pero la política que es el movimiento real de la lucha de clases, nada sabe de estas sutilezas. Las incoherencias, las falsedades, las verdades a medias que son mentiras sin medias, están en la superficie. Pero no es una superficie plana. Tiene pliegues, recovecos, sus cavernas y sus penínsulas. No hay tarifa plana para conocer e intentar transformar la realidad. Entendiendo la realidad como modo de producción de cosas y personas. Hay fábricas con trabajadores (algunas quedan) y hay cárceles con esclavos y esclavos que producen especialmente ropa y sexoplacer. Pero están en diferentes planos.

La cultura represora anhela una realidad aplanada y achatada. Dos planos como máximo, sin la dimensión del tiempo histórico ni del espacio de la lucha política. Todas las formas de la esclavitud corporal, mental y social. Gracias al sitio “El Sudaméricano” me reencuentro con este texto de Simón Bolívar en su discurso de Angostura: “La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia. Semejante a un robusto ciego que instigado por el sentimiento de sus fuerzas marcha con la seguridad del hombre más perspicaz, y dando en todos los escollos no puede rectificar sus pasos” (15 de Febrero de 1819 Citado por Silvio Frondizi en La Realidad Argentina)

Es lo que denomino el “alucinatorio social”. Los espejos que deforman y pervierten al vero icono, o sea, la verdadera imagen. Hoy el anti macrismo se nutre de todas las izquierdas, pero también es una estrategia del “robusto ciego” que gobernó una década y más y nos regaló como opción al “absoluto mal” el “relativo mal” del peor gobernador que en la provincia ha sido. Daniel el Tranquilo fue elegido y luego, despreciado. Y antes también, así que tenía una vacuna contra el veneno del deprecio.

“Tenemos que construir lugares para resistir y para insistir.
Pero resistir al represor
y para insistir con el deseo.”
(Aforismo implicado A. G.)

El anti macrismo único es una estrategia canalla. Porque se están colando aquellos que todo hicieron para que llegara lo que ahora pretenden combatir. El recurso de buscar al peor para extrañar al malo. No es casual que a diferencia del 83 cuando Luder vio hundirse su proceso de reconstrucción nacional, no hayan aparecidos mariscales o mariscalas de la derrota. Lo que transforma la derrota en fracaso. Se derrotó a sí mismo el otrora Frente para la Victoria. Eligieron un candidato para sabotearlo. Con alevosía agravada por el vínculo. Un antimacrismo brutal permitirá que “mister músculo” lave toda la inmundicia de la suicida estrategia electoral. Suicida y homicida porque ha entregado indefensos a trabajadores precarizados hace más de 5 años a las fauces del tiranosaurios rex.

La Argentina dislocada es como un Tetris psicótico donde nada encaja. La fragmentación, la dispersión, la dislocación del llamado campo popular, que es un campo minado por el oportunismo, por la demagogia y por todas las formas de corrupción, incluyendo las ideológicas, obligan a una tarea previa a intentar la Unidad. A la que me permito denominar “UNIÓN EN LA DIVERSIDAD”. Como fundante diferenciar lo diferente de lo incompatible. Lo incompatible son los relatos que postulan la comunidad organizada y la anulación del conflicto. O sea: la abolición de la lucha de clases. Lo incompatible: discriminar en el Instituto que lucha contra todas las formas de la discriminación. El Inadi echó por mail a 60 de sus 400 empleados como vienen haciendo de a miles otras áreas del Estado.

Es la Argentina dislocada. No conozco otro remedio para esta letal enfermedad, este dengue psicosocial y político que insistir con el deseo y resistir al represor. Y construir como en la película Kamchatka “lugares desde donde resistir”. O sea: colectivos militantes. Donde haya ternura con el compañero y dureza con el enemigo.

(Por Alfredo Grande) En diciembre 2013 escribí en Pelota de Trapo: “Te acuso Felicidad de mancillar la alegría y corromper la tristeza. Te acuso de cultivar la indiferencia, la apatía, el conformismo y la mediocridad. Te acuso especialmente de fomentar la voluntad de adorar y de idealizar y de arrasar la capacidad de amar y de sostener ideales.
“Quiero un nuevo año donde tenga su lugar la alegría, la tristeza, el dolor, la inteligencia, la indignación, la bronca, la justicia, el amor que pone lo que falta y el odio que saca lo que sobra. Aleja de mí el cáliz de la felicidad porque para obtenerlo es necesario anestesiarse ante el horror social. Los que luchan por sus ideas y los que ponen ideas a sus luchas sabrán entenderme. Por un nuevo año…y por un nuevo mundo en nuevos años”.

La felicidad es otra captura de la cultura represora que nos ofrece diversas maneras de comprarla, alquilarla, robarla, estafarla, licenciarla, alucinarla. Confunde y siempre deliberadamente, estar contento, ser alegre y ser feliz. Muchas veces estoy contento, algunas alegre, pero nunca feliz. Porque la matriz de la felicidad es colectiva o no es felicidad.

El mandato de ser feliz es poco feliz. Cualquier escrito en el libro de quejas de la vida recibe un comentario al estilo: “¿y vos te quejás porque no conseguís trabajo? ¿Qué tengo que decir yo que me echan de todos lados?”. En la cultura represora, siempre encuentra el que teje otro que teje peor. La góndola de las desgracias está repleta de primeras, segundas y terceras marcas. La góndola de las alegrías está vacía para conjurar ataques de envidia.

El “todo bien” deviene en su automatismo mental y vincular una negación absoluta del “¿o querés que te cuente?”. Como en las propagandas de cualquier producto, los rostros sonrientes, con almidón en los dientes, cuerpos en movimientos pendulares que a ninguna parte llevan, como hámster que se baja de la rueda y dice “que lindo paseo”, la felicidad tiene cara de consumo. Y esta mecánica de nuestros días felices, de las maravillas que lo posibilitaron, de los dioses y diosas que los tutelaron, toda esas ondas beatíficas de amor, paz, felicidad, bienestar, amor, amor, amor, son las máscaras perversas de los rostros del dolor, de la crueldad y de la desesperación.

“En la cultura represora,
se deploran los efectos,
pero se encubren las causas.”
(Aforismo Implicado A.G.)

Nos dicen que los días más felices para el pueblo fueron los días peronistas. No cuestiono. Sólo interrogo: ¿nadie pudo cuidar esa felicidad para que la “revolución” libertadora, la dictadura genocida, o la derecha liberal no terminaran castigando y sepultando tanta felicidad derramada? Porque si de ser felices se trata, más se trata de cuidarnos de los terrores y horrores de las clases dirigentes.

El precio de la felicidad en la cultura represora es el olvido. Ese precio no lo pago ni en cuotas ni al contado. Y poco tributo es aceptar no ser feliz cuando tantas otras y tantos otros buscando la felicidad para el pueblo encontraron la tortura, el desgarro, la muerte, o esa forma cruel del olvido que algunos llaman desaparición forzada de personas.

Forzamiento que alcanza a los valores, la cultura, la historia, los deseos, las esperanzas. Soluciones finales que se han puesto en práctica con embalaje democrático o tiránico o ambos operando en forma simultánea. Y agravado por el vínculo que no es otro que el origen constitucional de muchos desaparecedores.

Se busca la generación del enamoramiento por la razón o por la fuerza, como dice el escudo de Chile. Por la razón democrática, de Estado y su interminable e insoportable publicidad de los maravillosos actos de gobierno. Siempre con prensa monopólica, oligopólica, oligofrénica, privada y estatal. Aunque en realidad siempre estatal; lo que algunos llaman pauta publicitaria.

Fascinarse es el primer paso y a veces el único paso hacia la alienación. Los índices de fascinación se denominan “índices de aceptación”. Alfonsín fascinó, Menem fascinó, De la Rúa aburrió y Néstor y Cristina re fascinaron. Incluso a opositores, lo que es mucho. La fascinación alguna vez fue llamada “culto a la personalidad”. Criticada por la izquierda como un reduccionismo de cualquier política de masas, y fomentado por las derechas que siempre buscan y siempre encuentran al mesías salvador.

Amamos a Jesús pero en realidad nos fascina Barrabás. El mesías devastador se presenta como caudillo, líder natural, el mejor de los mejores, que grande sos cuanto valés, no te mueras nunca, nestornauta, jefa del movimiento nacional y popular, padre de la democracia. Tantas marcas para sostener el mito fundante de nuestra patria: la cruz y la espada. Con su versión mejorada: la cruz y la picana.

Freud nos enseñó que “no se enamoró porque es maravilloso sino que lo ve maravilloso porque se enamoró”. Los gerentes de la cultura represora lo tienen demasiado claro y es simple: no se trata de ser maravilloso, de lo único que se trata es de enamorar. Por eso el odio es tabú. Pero no es tabú para la derecha, sea liberal o fascista. Los oprimidos, los reprimidos, los pobres, los vengadores de tantas patagonias trágicas tienen prohibido odiar. Y están condenados a amar incluso, y muy especialmente, a los enemigos.

“Robar un banco y fundar un banco
son delitos, enseñó Brecht.
Ser cliente de un banco
es un delito de lesa imbecilidad”
(Aforismo Implicado A.G.)

La culpa del victimario se diluye en la culpa de la víctima, dice un aforismo implicado. Y agrego: también se diluyen en el amor de la víctima por su victimario. Amar es votar un poco. Pero es el amor idealizado, sin fisuras, sin desgarro. El amor idealizado es el enamoramiento, cuna de todos los sometimientos. Amor idealizado que es la fascinación. Lo que nos convierte en fascistas de los afectos. “Es un sentimiento no puedo parar” canta la hinchada enardecida. Y otras hinchadas enardecidas tampoco pueden parar por sentimientos opuestos. Dos que no paran chocan. Algunos llaman a esto violencia en el fútbol.

El fascismo de los afectos quizá sea la matriz de todo tipo de fascismos. Entonces una vez más Rosa Luxemburgo tendrá razón: “socialismo o barbarie”. Y agrego: la barbarie de la fascinación.

(Por Alfredo Grande) Hace algunos años, ante un derrumbe de una casa en la ciudad de buenos aires, un arquitecto amigo comentó: “fatiga de los materiales”. Hace algunos años más, cuando todavía existía Movinet, la internet de Movicom, una operadora ante mi consulta por la imposibilidad de conectarme dijo: “los archivos se corrompen”. Pensando en voz alta, que siempre es preferible a no pensar en voz baja: si los materiales se fatigan y los archivos electrónicos se corrompen: ¿la subjetividad tanto individual, vincular, grupal y social puede estar exenta de estos procesos de degradación?

Mi propia degradación es palpable porque me resulta más difícil ir al pedicuro que al cardiólogo. Y varios y varias decretaron mi degradación política irreversible cuando en mi artículo “Votar en Negro” sugerí optar a Daniel el Tranquilo en el balotaje. Hasta el idioma español ha degradado. “Las cifras de El español en el mundo, anuario del Instituto Cervantes, ratifican un crecimiento sostenido de dominio junto al inglés en 2015. Pero frente a estos alentadores números no conviene caer en espejismos que nublen la cada vez más preocupante calidad del idioma, según alertan los expertos. Su uso resulta progresivamente “zaparrastroso” [adjetivo coloquial: desaseado, andrajoso, desaliñado y roto], en palabras de los responsables del Cervantes y de la Real Academia Española (RAE)”. Lo zaparrastroso nos habita. Hace décadas que hablamos de corrupción, tanto, que debería dictarse al menos una maestría en el tema. Profesores sobran y alumnado también.

“En la cultura represora,

cualquier cacatúa esta convencido

que tiene la pinta de Carlos Gardel”

(Aforismo implicado tanguero A. G.)

Corrupción es, entre tantas otras cosas (delitos varios, por ejemplo), la degradación absoluta de la cosa pública. Degrada a negocios privados y de tan privados que son, son clandestinos. Aceptar la degradación es ser optimista. Nos queda como cantaba Gardel… “la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”. Eso en el mejor de los casos. La degradación anula la vergüenza y también el dolor, aunque alimenta el rencor.

Los dioses de una época son los demonios de la siguiente, señalaba Freud. Agrego que son demonios resentidos. Ofendidos. Lacerados en sus prebendas y privilegios. Heridos y, por lo tanto, peligrosos. El kirchnerismo en su desarrollo político rescató a los derechos humanos como política de Estado. Pero esa lucha degradó a una planificación sistemática de administración de privilegios para los que eran “gente como uno”. Los únicos privilegiados no fueron los niños sino los gerenciadores, los tercerizadores, los ejecutores. Milagro Sala está en esa categoría. Tercerizó e intermedió los presupuestos del Estado construyendo un Estado dentro del Estado, que también martirizó al gobernador Fellner. Y la degradación es homologar la militancia por todos los derechos humanos que interpelan y enfrentar a las pretensiones punitivas y depredadoras de los Estados, con la militarización de sectores sociales para construir organizaciones creadas desde, por y para el Estado.

Para dar carne a las fieras que decretan mi degradación, porque darles pasto es inútil, haré una comparación odiosa. Si alguna vez hubieran sido encarcelados los organizadores, financiadores y ejecutores de la Triple A ¿se los pensaría como presos políticos? Porque la Alianza Anticomunista Argentina y sus integrantes expresaron una política de estado con la nave insignia de López Rega, gerente del Bienestar Social. Fin de la comparación. Estoy de acuerdo con María del Carmen Verdú, Adolfo Pérez Esquivel y Vicente Zito Lema que Milagro Sala es una presa política.

Después de todo y antes de nada, no es fácil polemizar con cualquiera de los tres y suicida con los tres juntos. Pero me permito preguntar (les): “¿de que política es presa Milagro Sala?” Y también: ¿que política expresa Milagro Sala? Una gran compañera, Alicia Jardel en un intercambio con Oscar Castelnovo (Agencia para la Libertad) recordó un artículo de la ley antiterrorista: “ Art. 213 ter: “Se impondrá prisión o reclusión de CINCO a VEINTE años al que tomare parte de una asociación ilícita cuyo propósito sea, mediante la comisión de delitos, aterrorizar a la población u obligar a un gobierno o a una organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo”. Como dijo el poeta, todo es según el color del cristal con que se mira y desde la ideología con que se piensa. Todo preso es político, cantaba el Indio Solari. “Obligados a escapar, somos presos políticos, reos de la propiedad, los esclavos políticos”. Milagro Sala también.

Pero a mi criterio, quizá zaparrastroso, es una expresión degradada de la categoría “preso político”. No es lo mismo pelear por nuevos derechos que combatir por mantener antiguos privilegios. Incluso es lo opuesto. Invocar supuestos fueros parlamentarios (el “hablasur” que algunos llaman parlasur) es otra marca de la degradación. La asamblea del año XIII abolió los títulos de nobleza. Y los fueros, todos los fueros, son el residuo de nuestra “noble igualdad”.

Una de las formas más habituales de degradarme, además de chicanearme con mi contradicción insalvable entre estatura y apellido, es decirme “gorila”. Aunque no necesariamente esté en la niebla. Por eso hago mías, muy mías, las palabras de mi amigo y compañero el “negro” Soares: “Llamaría a la reflexión, a todos nosotros, a los que hoy (por el lunes) marcharon, a los que se solidarizaron, porque a Milagro Sala yo la he visto. Yo he marchado con el Perro Santillán y con los obreros del SEOM y he visto las patotas y bandas policiales reprimir a los obreros del SEOM y entre policías uniformados los infiltrados de la Milagro Sala”.

“Algo elemental en toda política,

desde la estatal hasta la vincular:

no victimizar al victimario”

(Aforismo implicado A. G.)

El abogado de La Gremial de Abogados recordó que en una de esas represiones un obrero perdió un ojo. “Milagro Sala no es una dirigente compañera, es una dirigente de la derecha kirchnerista y de lo peor de esa derecha. Una dirigente que ha reprimido a los sectores populares de Jujuy. Sería bueno que al cortar esta comunicación (1) y antes de recibir las puteadas de alguno lo llamen al Perro Santillán, que tiene muchísima más autoridad que yo para hablar de Milagro Sala”, expresó citando al referente de la Tupaj Katari, agrupación enfrentada con la de Sala. Insisto: no es lo mismo luchar por nuevos derechos que luchar por mantener antiguos privilegios. Los dioses convertidos en demonios cultivan el rencor, tan peligroso como el dengue. Y más contagioso.

El final del duhaldismo fue el asesinato de Darío Santillán que hoy tendría 35 años. Y seguiría luchando por nuevos derechos. Contra el Estado Gendarme que, después de una brutal devaluación, que algunos llaman pesificación asimétrica, pasó a ser nominado como Estado de Bienestar. Luciano Arruga fue preso político, torturado político y asesinado político. Pero, al igual que Darío, de las políticas no degradadas. De las políticas emancipatorias fundantes, donde se autogestiona la vida.

Hasta las cooperativas están degradadas cuando se las convierte en receptorías y licenciatarias de las dádivas estatales. Milagro Sala es una presa política. De una política que más temprano que tarde, tendrá que cambiar. Pero no desde el arriba del Estado sino desde el abajo de los pobres de la tierra. De los que luchan por todos los derechos y no de los administran todos los privilegios.

(1) En referencia a la entrevista en el programa radial “Sueños Posibles” que conduzco en La Retaguardia con Irene Antinori.