Blues de la payasada
(Por Edgardo Ariel Epherra*) ¿Alguien puede decir que lo que hacía M.G. cuando bailaba era una payasada? No: era ‘ballet’. Pero la palabra no tiene origen español. Si la lengua no hubiese ‘incluido’ procesos de cambio, y el idioma permaneciera inamovible, el modo de llamar a eso que practicaba de joven M.G. sería ‘payasada’ -en sus propias palabras-, porque ‘ballet’ no es Español puro: viene del mestizaje lingüístico más diverso.
‘Ballet’ procede del francés y fue tomado por la lengua inglesa en el siglo 17. La palabra francesa a su vez tiene sus orígenes en italiano con ‘balletto’, un diminutivo de ‘ballo’ (bailecito). El arte que cultivó el retirado M.G. tiene nombre, identidad, gracias a la mixtura de otros idiomas. O sea que ‘ballet’ no pertenece al Español: es una palabra en lenguaje inclusivo, en un punto. Porque incluye gente, actividades, pensamientos distintos: el idioma que tanto reivindica M.G. necesitó de otros lenguajes para definir muchas cosas, inclusive la actividad de donde él proviene.
M.G. censura como ‘payasada’ al lenguaje inclusivo y otros modismos contemporáneos. Pero se muestra ignorante de que el Español viene de usos y costumbres populares que lo hicieron evolucionar. Sería entonces una especie de lenguaje inclusivo del Latín, porque lo forjaron los hablantes de las ‘lenguas romances’ actuales, cada quien desde nuevas realidades que aparecieron en sus vidas individuales y colectivas.
El Latín devino Español mediante procesos que M.G. llamaría ‘payasadas’. ¿Es el idioma Español una payasada en la concepción de M.G. y los que copian, pegan y multiplican su juicio previo -su prejuicio- de exbailarín de ballet travestido de filólogo?
¿Por qué insultar a los hablantes que están en proceso de modificar el idioma? No hace falta que seamos tan crueles entre nosotros. Nadie tiene por qué suscribir los cambios que asoman en el habla cotidiana de los pueblos, pero tampoco hay razón para despreciar, estigmatizar, odiar y atacar a otros porque hablan distinto, porque piensan diferente.
El tiempo al cabo convalida lo que es natural y descarta lo que es impostura (en los procesos lingüísticos y en las reacciones que despiertan). Repensemos eso de ‘payasada’, dicho por este excultor del ballet en retiro efectivo: si la lengua no hubiese ‘incluido’ procesos de cambio, y el idioma permaneciera inamovible, el modo de llamar a lo que hacía de joven M.G. sería -en sus propias palabras- pura ‘payasada’. Gracias a que el habla popular modificó al idioma, él puede decir que antaño se dedicaba al ‘ballet’. Y encabalgado en tan mestizo vocablo puede fungir hoy como purificador del idioma.
Lamento si el que censura como payasada los cambios en el habla no está de acuerdo con una realidad histórica y lingüística que claramente lo excede.