“Es mentira que un sistema económico moderno tiene que generar excluidos para funcionar”
Mariano Glas, responsable del Gabinete Universitario de Investigación, Docencia y Extensión sobre Cooperativas y otras Entidades de la Economía Social (GIDECOOP) analizó en FM De la Calle el rol de la educación sobre el cooperativismo y la necesidad de su transversalidad.
“El gabinete está en el ámbito de la universidad pero en realidad es amplio porque fue creado en el año ’65 por el Consejo Superior Universitario. Con lo cual, si bien opera en el ámbito del Departamento de Administración, que es donde naturalmente corresponden este tipo de actividades, la creación del originario gabinete cooperativo después fue evolucionando con los años y en el 2011 se reactivó con el nombre de GIDECOOP”, relató respecto de la historia de la entidad.
Glas resaltó que mientras otras universidades están intentando abordar en sus agendas el tema del cooperativismo, en la UNS desde el año ’65 existe un gabinete y previamente se habían realizado distintos cursos sobre la materia.
Según explicó, esto se dio porque había docentes vinculados a temas cooperativos, comunitarios y solidarios que estuvieron en la UNS prácticamente desde sus inicios sosteniendo una convicción que se ha trasladado a través de los años de entender el cooperativismo y la economía social no como un sector marginal de la economía sino como uno activo de la vida social, cultural y económica.
“Al tener profesores que estaban involucrados con temas cooperativos, mutualistas, con temas de sociedad de fomento, incidieron para que este concepto se transmitiera. Es difícil encontrar a alguien que esté en contra, salvo por algún interés muy marcado, particular”.
Américo Maya, Rubén Alfredo Masón, Juan Carrizo, Rodolfo Zoppi, son referentes que impulsaron el cooperativismo en el ámbito de la universidad y que Glas señaló como fundamentales en este proceso.
En la actualidad, el desafío es poner el conocimiento universitario de manera concreta a disposición de las entidades de la economía social “para que no quede en una isla que después no se derrama en mejoras concretas para la sociedad”.
“Bahía Blanca es un ejemplo de la integración que se da entre la universidad, entre los actores de la economía social”.
Por otro lado, se refirió a la Asociación Intercooperativa Regional, una federación horizontal integrada por cooperativas dedicadas a distintos rubros, que no tienen representación sectorial por orden de actividad sino general, lo cual incluye la participación de las mutuales, rama que comprende a las prácticas de las ciencias económicas.
“Acá tenemos desde consorcios hasta clubes y sociedades de fomento, o las fundaciones que forman parte de este colectivo de organizaciones. El objetivo es prestar un servicio teniendo en cuenta a las personas y no buscando una rendición económica pero con una salvedad, todas estas organizaciones para poder subsistir tienen que ser eficientes”, explicó.
Al analizar la presencia de la temática en los planes de estudio de las carreras que se dictan, Glas relató que se viene intensificando en Derecho, primero con la figura de cátedras libres y después de materias optativas, “pensando que un abogado en su formación tiene que conocer y tiene que tener materias específicas de cómo se gestiona y cómo debe asesorar o cuáles son las ideas para que pueda participar en una cooperativa, en una mutual o en una organización”.
En este camino, se plantea una formación que sea transversal, “una tecnicatura -que en algún momento se barajó como posibilidad- es como que uno se recibe de técnico en cooperativismo y después tiene que trabajar en una cooperativa o una mutual. Lo que se pretende es que los profesionales que se forman, independientemente del rubro, tengan conocimiento e información asociativa”.
Respecto al vínculo con otras organizaciones solidarias, Glas habló de dos caminos posibles. El de la acción, a partir de aceptar que hay exclusión social, o un cambio de condiciones donde no se esté discutiendo la forma de colaborar con comedores o merenderos ya que “si la gente tiene trabajo los chicos comen en casa”.
“Son dos visiones completamente distintas, una es una visión netamente asistencialista, donde la economía social es un sector marginal de la sociedad para los excluidos y la otra es plantear por qué tiene que haber excluidos”.
“Es mentira que un sistema económico moderno tiene que generar excluidos para funcionar. Es totalmente mentira porque hay ejemplos contrarios. Esperemos que este sea un siglo donde el asociativismo termine de tomar definitivamente el curso que necesita para ser partícipe de la vida de las personas”, concluyó.