Teatro Municipal: Tierra arrasada
(Por Astor Vitali) En la mañana de ayer, trabajadores y trabajadoras que llevan adelante diferentes tareas en el Teatro Municipal de Bahía Blanca se encontraron con la ingrata sorpresa del destrato patronal: dieron orden jerárquica de desalojar el edificio, sin aviso previo y con todos los objetos encerrados.
El gobierno municipal había anunciado el “cierre por tiempo indeterminado” del histórico edificio. Sin plan de inversiones ni contingencia para la comunidad artística que contaba con su teatro público, de buenas a primeras se tomó esta decisión. Podrían haber invertido desde los primeros días de su mandato, dado que a partir de 2016 las autoridades ya estaban informadas de las necesidades de renovación técnica.
Sin embargo, sin contar con las propias habilitaciones municipales ni de bomberos, y sin gas (es decir, sin calefacción) desde el 2018, decidieron cerrar en un contexto de ajuste. Dicen que es para invertir pero no hay ningún anuncio verificable de cuánto y en qué lo harían.
Si bien, entonces, se sabía que cerraría por tiempo indeterminado: ¿qué novedad hizo que tomaran esta medida, sin aviso, de cerrar las puertas y echar al personal del establecimiento? Una orden del intendente municipal habría dado pie al artilugio. Coincide además, con la presencia de funcionarios de cargo político del Ministerio de Cultura de la provincia de Buenos Aires en Bahía Blanca.
¿Qué cosas funcionan en el Teatro Municipal de Bahía Blanca, además de sus salas de concierto? O… con tristeza… deberíamos decir, funcionaban… en tiempo pasado. Sastrería, peluquería, taller de luthería, el archivo y, desde hace 65 años, la asociación civil Artistas del Sur.
En el caso de los trabajadores y de las trabajadoras de provincia, hoy tienen cita con el coordinador de los Organismos Artísticos del Sur a las 12 30. Tardíamente, allí comunicarían acerca del destino de sus lugares de trabajo.
Es menester llamar la atención acerca de posibles malos tratos a instrumental específico como campanas y otras herramientas de trabajo para cuyo tratamiento hace falta capacitación. No vaya a ser cosa que más inoperancia genere más perjuicio.
La responsabilidad política de este desastre para la cultura local corresponde al gobierno de Héctor Gay y su funcionario en el Instituto Cultural, Ricardo Margo. Sólo esto le faltaba para terminar su gestión de la manera menos honorable posible. Felicidades, señor funcionario, ha pagado servilmente el premio de la jubilación especial que buscaba al asumir su cargo.
Todavía no hay dimensión del impacto que el cierre por tiempo indeterminado del Teatro Municipal de Bahía Blanca tendrá para la región. No sólo hablamos de las funciones que requieren de esa estructura –que no tiene reemplazo- sino encuentros, jornadas de formación, talleres, seminarios y otras actividades para las que no hay ningún plan B.
En la actualidad, cuando un ejército invade territorio enemigo lo primero que busca es destruir las instituciones artísticas y culturales de su oponente. Bombardean museos, salas, teatros y toda entidad que abona a la identidad cultural de esa región. El gobierno de Bahía Blanca no necesitó una situación bélica para dejar tierra arrasa en las entidades culturales que, constitucionalmente, debería proteger.
Imágenes: Walter Benedetti