Terraplanismo económico: “La respuesta a la crisis puede venir a cuestionar derechos de inclusión”

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“¿Qué tienen en común el terraplanismo, lxs antivacunas, los movimientos antiderechos (con mis hijos no te metas, salvemos las dos vidas), lxs detractorxs del lenguaje no binario, lxs autodenominadxs libertarixs y, más recientemente, los movimientos anti-cuarentena?”, se preguntó Nicolás Dvoskin, doctor en Ciencias Sociales de la UBA, investigador posdoctoral en la universidad católica de Eichstätt, Alemania.

En diálogo con FM De la Calle afirmó que “después de la crisis del 2001 en Argentina, en América Latina hubo una expansión de derechos de la diversidad, derechos que no son los que piensan en una sociedad uniforme. A la vez, se conjuga con un momento en el cual crece la desigualdad en el mundo y hay fuertes crisis económicas”.

“Tenemos un movimiento que reclama derechos de inclusión y tenemos una crisis económica, que nada tienen que ver, pero rápidamente la respuesta a la crisis puede venir por el lado de cuestionar esos derechos inclusión”.

El autor de “El anarcoliberalismo como terraplanismo económico” destacó que “es fácil echarle la culpa a procesos concretos y ese fenómeno permite la expansión de ideas vinculadas a discursos de odio, los cuales virulentamente se oponen a los derechos de inclusión”.

Los movimientos mencionados en el interrogante inicial “surgen como un cuestionamiento a todo desde el odio y el resentimiento y tienen una perspectiva de cierta superioridad intelectual. Cierta ignorancia se expresa con aires de superioridad y para hacerlo tiene que deslegitimar la voz de espacios formalmente autorizados a emitir opiniones científicas”, como el Conicet.

En cuanto al impacto de la crisis sanitaria en el desarrollo de las ideas antiderechos, Dvoskin opinó que, al principio, “aparecía esta idea de que la pandemia convirtió a los neoliberales en keynesianos, que todos nos dábamos cuenta que el Estado era necesario. Con el tiempo la lógica política se impuso más, sobre todo a partir de que se desnudó que el Estado es necesario pero que eso implica tomar decisiones que van a perjudicar o beneficiar a unos u otros. En Argentina fue desde que se pensó en el impuesto a las grandes fortunas, más allá de que no se haya implementado”.

“Vivimos un contexto de mucha incertidumbre, nadie sabe cuándo va a terminar y las ideas más disparatadas tienen mayor capacidad de expansión porque se erigen sobre el descreer de lo que se nos presenta. Cuando el mundo que se presenta es incierto, obviamente surgen las dudas. Si le agregamos que la gente la está pasando económicamente peor y que hay gente aislada, angustiada por no ver a su familia y amigos y gente que ve que quienes toman decisiones dudan -que es lógico porque nadie está preparado para esto- empiezan a aparecer estas ideas”, detalló.

El investigador del Conicet agregó que como “tenemos un Estado que está tomando decisiones extrañas por este contexto particular, se nos obliga a confiar o creer en determinada voz científica. Ante una medida extraordinaria nos damos mucha más cuenta que hay decisiones conscientes: confiamos o no en quien toma la decisión”.

Por último, señaló que expresiones “anarcocapitalistas” como las de Milei o Espert, “no dejan de ser minoritarias en Argentina pero no en todo el mundo. No hay que dejar de prestarles atención. El debate es más político e irracional que científico y racional”.