Triple A: represores sin fronteras

, , , , ,

El secuestro y asesinato en Bahía Blanca del refugiado chileno Víctor Oliva Troncoso es uno de los casos que se analiza en el Juicio Triple A. El militante del MIR llegó escapando de la dictadura de Pinochet y estudiaba Filosofía y Letras en la UNS.

“Para grupos como la Triple A no hay frontera, el hecho de matar al que está en contra aparece en cualquier momento y en cualquier lugar”, dijo al tribunal el pastor de la Iglesia Metodista, Aníbal Sicardi.

Esta semana declararon por el mismo caso Guido Bello Henríquez y Eunice Rebolledo. Las audiencias continúan este jueves desde las 9 con transmisión por el canal de Youtube de la UNS.

Sicardi dijo ante el tribunal el 31 de agosto que a mediados de la década del 70 se vivía “un ambiente muy tenso” en el cual “era noticia corriente la participación de la Triple A, acompañada generalmente por el signo de la muerte”.

Recordó que se asociaba a la banda parapolicial con el ministro José López Rega y, en Bahía Blanca, al diputado nacional y secretario general de la CGT, Rodolfo “Fito” Ponce, y al rector de la UNS Remus Tetu. “Teníamos hasta seguridad que el diario La Nueva Provincia estaba inclinado a mantener y dar promoción a la Triple A”.

Entre sus funciones como pastor estaba la de acompañar a los refugiados chilenos. Uno de ellos era Víctor Oliva Troncoso. “Mi metodología era no hacerle preguntas similares a las que podían hacerle las fuerzas de seguridad. Muchas veces decían que venían de alguna militancia de partidos de izquierda, del MIR, daba por hecho que si eran refugiados le temían al régimen de Pinochet y, por lo tanto, estaban más en la izquierda que en otro lugar”, contó.

Relató que la hija de los caseros de la Iglesia Metodista de Belgrano 355, Eunice “Niche” Rebolledo, fue testigo del secuestro de Víctor. “Tenía que ir a comprar algo al centro y salió rápido para ver si lo alcanzaba. Debía haber una distancia de varios metros, lo siguió por Belgrano y vio que había un patrullero por Soler que estaba cortando el tránsito y que Víctor se enfiló hacia Alsina. Cuando pisó Alsina salieron de algún lugar cuatro o cinco personas que lo llevaron a un vehículo de la Universidad del Sur”.

Niche volvió a su casa. “Entró gritando ‘¡lo levantaron a Víctor!’. Yo estaba en mi oficina y la escuché”. Sicardi hizo algunas averiguaciones y supo que “por la forma que se había hecho (el secuestro) venía la orden de la Universidad Nacional del Sur. La policía trabajaba con la Triple A, eso no era una novedad”.

Otro refugiado, ex funcionario del gobierno de Salvador Allende, le dijo que había que conectar el hecho con organismos de la dictadura de Pinochet: “Están trabajando con la Triple A y con la Universidad. Las alianzas entre Chile y Argentina en los organismos represores son evidentes”.

Dejaron pasar unos días, “atentos a los cuerpos que aparecían en las afueras de la ciudad”. Se enteró que había ingresado una persona asesinada al Hospital Municipal y, como ya lo había hecho en otras dos ocasiones, fue a reconocerlo.

“El comentario fue que tenía como treinta balazos en el cuerpo. Me llevaron a verlo porque ingresó con el nombre de Víctor Oliva. El cuerpo estaba totalmente limpio, lavado, se veían orificios de bala, pero la apariencia me desorientó un poco”.

Ante la duda recurrió a otro refugiado, el pastor y docente Guido Bello. Al día siguiente Sicardi reclamó al cónsul chileno la repatriación del cuerpo de Víctor. “Si no atiende este caso vamos a denunciarlo internacionalmente ante el Consejo de Iglesias y otros organismos. Me dijo que tenía que consultarle al Ejército y a la Iglesia Católica Romana”.

El testigo comentó que los jóvenes del barrio se reunían en la sede metodista y debatían con los refugiados. “Venían una media docena de muchachos de la Iglesia San Roque” de los cuales desaparecieron uno de Dorrego y otro de Tres Arroyos. “Uno apareció asesinado en las afueras de Bahía y tuve que ir a reconocerlo. Tenía impacto de armas de fuego y así salió en La Nueva Provincia”.

Sicardi aseguró que Fito Ponce tenía “cercanía ideológica” con Remus Tetu, “tal es así que a Watu lo mata la gente de Ponce”. También mencionó los vínculos del represor con la Armada: “Se afirmaba era que la Marina le limpiaba las armas y que Ponce había arreglado con el sistema represivo que el manejaba la prostitución y dejaba que ellos se quedaran con el juego”.

“Ordenábamos que el día viernes no se podía salir por cuestiones de seguridad. Ese día era indicado para desaparecer gente o tomar decisiones que no se podían enfrentar hasta el lunes. Había más secuestros porque luego sábado y domingo nadie se enteraba”.

Respecto a la Iglesia Católica, Sicardi mencionó al obispo “conservador” Germiniano Esorto, quien “en determinado momento obligó a varios sacerdotes a que salieran de sus parroquias y los metió en la Curia, luego los mandó a otra parte. Eran sacerdotes que trabajaban mucho con la población y tenían debates sobre la situación (…) Algunos fueron directamente censurados y algunos laicos desaparecidos”.

El pastor recordó a Oliva como “alguien siempre dispuesto a ayudar a la gente, de buen humor, inteligente. Al conocer a sus hermanos y parientes en los homenajes, conocí otras características de la solidaridad de Víctor y el respeto a su persona que fue mucho más allá de su participación política. Era un humano que merecía el respeto y el derecho a ser juzgado si es que estaba violando alguna ley del derecho argentino”.

Sicardi concluyó que “Víctor, al igual que Watu, molestaban a la universidad y a la Triple A más por lo que son que por lo que piensan, molestan porque son personas que viven su vida con honestidad. Tenían toda la vida por delante y se la cortaron insanos que gustan de hacer esta tarea porque tienen miedo de verse a sí mismos”.

“Había sido orador en una acto de solidaridad con el pueblo de Chile”

El martes 15 de septiembre declaró Guido Bello Henríquez. Fue docente de Oliva Troncoso en el profesorado de Educación de la Universidad Católica de Temuco. Tras el golpe de Estado en Chile emigraron como refugiados políticos hacia Argentina y fortalecieron su vínculo en Bahía Blanca.

Bello afirmó que las esperanzas en la primavera democrática culminaron en 1974. “Empezaron a haber amenazas y situaciones riesgosas, fue el momento en que irrumpe en la UNS una patota armada y matan a balazos a Cilleruelo. Los últimos meses del 74 el clima ya era de violencia y miedo”.

“La propaganda política y social de la Triple A era bastante fuerte en el ámbito académico y el gremial. (…) Para los chilenos que recién habíamos ingresado a la Argentina era muy difícil entender la situación política del momento”.

El pastor aseguró que quedó “muy desolado con la manera en que lo habían asesinado” a Víctor y relató que el joven “había participado como orador en un acto de solidaridad con el pueblo de Chile que se hizo en el aula magna de Avda. Alem. Cuando lo vi me asusté mucho porque era una exposición muy fuerte”.

Bello comentó que “el alto comisionado de las Naciones Unidas intercedió en el trámite de la repatriación de los restos de Oliva, creo que primero fue sepultado en Cipolletti y después fue trasladado a Temuco”.

Por otra parte, aseguró que además del crimen de Watu, en 1974 habían ejecutado a “un estudiante que había sido su ayudante en la Cátedra de Pedagogía General de apellido Balduvino (NdR: Fernando Alduvino es una de las víctimas del juicio), era trabajador de la Municipalidad y un poco mayor que el resto de los estudiantes. Le decíamos el Gurí porque era originario de Corrientes”.

Recordó que en noviembre del 76 el diario local publicó una larga lista de docentes del Departamento de Humanidades supuestamente “integrantes de la banda marxista peronista”. “Después de esa lista aparecen los nombres de tres de los profesores que habíamos venido de Temuco, decían que eran prófugos de la justicia del vecino país que habían sido contratados por la intervención ‘marxista peronista’. No éramos prófugos de nada”.

“Sicardi habló con el cónsul chileno, el cónsul llamó al V Cuerpo de Ejército y le dijeron: eso no era parte del comunicado del Ejército sino un agregado de La Nueva Provincia. Fue una bravuconada contra nosotros”, afirmó.

“El amor es lo que triunfa, ni el odio ni la crueldad pueden matar las ideas”

La docente Eunice Rebolledo es hija de un matrimonio chileno que llegó a Bahía Blanca en 1968 intentando mejorar su situación económica y, en 1973, proyectaba su vuelta bajo el gobierno de Salvador Allende. El golpe de Pinochet frustró sus planes e incrementó la llegada de compatriotas  que buscaban refugio en la ciudad.

 “Tengo un lindo recuerdo de Víctor, mi mamá le arreglaba alguna ropita, venían a comer pan casero, algunas empanadas. A mí me gustaba estudiar y ellos me alentaban, me regalaban libros de cuentos, me estimulaban a seguir, mis papás eran analfabetos y no tenían mucha idea de eso. Víctor era muy alegre, tocaba la guitarra, eran jóvenes con muchas ganas de vivir, proyectos e ideales”.

En línea con lo relatado por Sicardi, Niche describió el secuestro de Oliva Troncoso y al ser consultada sobre el accionar de la banda anticomunista recordó: “Se hablaba de torturas, había un común denominador que era la saña con la cual mataban a las personas, es claro el caso de Víctor, le dieron 35 balazos, lo tiraron semidesnudo, los ataban con alambres en los pies y las manos. Eran muertes realmente atroces, no sé cuánto tendrá una descarga de ametralladora pero recuerdo que la impresión que me dio fue enorme”.

“La de los chicos en casa fue una época muy linda, muy alegre, realmente eran familia. Después de eso el miedo, tenía miedo de caminar por la calle, cuando veía a los patrulleros, me marcó mucho, nunca me imaginé que podía haber gente tan cruel que hiciera esto con alguien desarmado, que iba caminando por la calle y no tenía como defenderse”, agregó.

Rebolledo concluyó que “a pesar de que tenía 11 años había cosas que ya entendía y que me marcaron para toda la vida y tenía que ver con los ideales que ellos tenían: ideales de justicia, de igualdad, de solidaridad, de valorización del trabajo de las personas, valoraban mucho la familia, el trabajo de las manos de mi mamá, eran personas con mucha sensibilidad, era muy difícil que los pueblos pudieran ser más felices. Después vino el golpe y fue terrible”.