Victoria Ocampo por María Celia Vázquez
(Por Astor Vitali) Hay figuras de la literatura argentina que adquieren cierta notoriedad y prestigio de tal o cuál cosa más por las interpretaciones de sus decires públicos o pareceres políticos en diferentes contextos históricos que por su obra literaria concreta o su quehacer cultural concretos.
Si son mujeres, dese por seguro que su obra concreta será mirada muy en última instancia. En el caso de Borges, por ejemplo, todo el mundo conoce su carácter de aplaudidor de genocidas y, sin embargo, todo comentario crítico culmina en: “pero era un enorme escritor”. Cuestiones que, en ambos casos, son ciertas.
Durante este verano fui a buscar un ensayo cuya lectura tenía postergado: Victoria Ocampo, cronista outsider de María Celia Vázquez, quien hasta hace pocos años se desempeñara como docente de la Universidad del Sur.
Me acerqué al libro porque soy de quienes piensan que la universidad pública debe formar intelectuales críticos que sean capaces de elaborar lecturas originales de sucesos que importen a la comunidad. En este caso, me parecía de mucha relevancia saber qué escribió nuestra vecina acerca de una figura disputada y mal reputada para el campo intelectual progresista de la literatura argentina.
Antes de leer un libro de investigadores universitarios uno suele armarse el temple para indagar entre formatos académicos, citas y oraciones más pensados en posturas de congresos y hojas para llenar formatos vacuos que en ideas sustanciales maleadas con estilo propio. Si bien es cierto que la academia suele sistematizar con objetivos de investigación e intercambio, también es cierto que el sistema de productividad alienta al preformateo de documentos que se asemejan a un océano árido sobre el cual quienes leemos debemos bucear con mucho esmero para encontrar la idea nueva sobre montañas de arena de la forma.
El caso del libro de María Celia Vázquez, por el contrario, es de otro orden: si bien el trabajo original proviene de una tesis, la publicación que leemos en el libro editado por Beatriz Viterbo Editora es de acceso al público general, con un trabajo de tematización que aborda diferentes asuntos que serán apreciados de una forma por especialistas y de otra por curiosos. Los primeros encontrarán interpretaciones, documentos y miradas novedosas acerca de su objeto de estudio y los segundos enfoques enriquecidos de Ocampo, intelectual que, si fuera por el zarandeo de las interpretaciones habituales, podría ser reivindicada por cierto gorilismo –que no comparte con ella nada de su militancia cultural sostenida con el cuerpo– y defenestrada por cierto progresismo contemporáneo o pensamiento nacional, popular o de izquierda que, a menudo, prefiere preguntar a su jefe político qué debe pensar de una figura determinada en lugar de leerla y sacar sus propias conclusiones.
Victoria Ocampo, cronista outsider ofrece una contextualización de los debates entre corrientes literarias y políticas que transcurren durante diferentes momentos del siglo XX, una interpretación de la mirada liberal (liberal de cuando los liberales eran liberales, enfrentaban al fascismo y tenían un proyecto civilizatorio por el que se la jugaban), el rol de Ocampo en Sur y de Sur en la cultura latinoamericana, los debates con las corrientes de izquierda y nacionalistas (Ramos, Hernández Arregui, Jauretche), las disputas intestinas (Borges), el feminismo, las éticas de la militante cultural, de la amante y de la amiga.
Cualquier enumeración excluye algo y por ende es arbitraria. La que acabamos de hacer no solo es arbitraria sino insuficiente y solo pretendemos con ella dar cuenta de algunos de los temas que aborda Vázquez. Entiéndase que nos referimos a una publicación que oscila entre lo biográfico y una aguda interpretación de lo literario y epistolar. Es decir que, por cada tema señalado y otros, le espera al lector no solo el goce estético de una escritura eminentemente comprometida con comprender a una figura rica y compleja sino la posibilidad de la sorpresa en las lecturas articuladas y descubrimientos postulados.
Pero además el libro, para quien suscribe, contiene en su enfoque un elemento de peso para la actualidad: una lectura acerca de los modos de debate y de intervención en la esfera pública. En referencia a la reacción vernácula de la diatriba de Ortega y Gasset sobre asuntos que ahora no nos competen, es señalada la postura de Ocampo en un sentido crítico: “ni ataques, ni elogios en sí, pueden sernos provechosos”.
Este enfoque es crucial: ni ataques, ni elogios en sí. Se trata de un problema atinente a diferentes ámbitos, principalmente el político y el cultural. La discusión de lo público en la actualidad se construye frente a la negación irrestricta del pensamiento de lo diferente y mediante la maquinaria embrutecedora del sesgo de confirmación. En el ámbito de lo cultural, la maquinaria industrial promueve y retira productos según alzas y bajas que poco tienen que ver con las obras en sí mismas sino con, como decía Viñas, el tráfico de las reputaciones o prestigios.
Ustedes dirán que lo político y lo cultural goza de estatutos diferentes. Yo diré que estoy de acuerdo. Ocurre que se trata de un problema del lenguaje, es decir, de un problema eminentemente humano y por ende cultural y político.
Hagamos un ejercicio. Pensemos en: 1) la última obra que hayamos leído; 2) la última discusión política a la que hemos asistido o de la cual participamos. Recordemos ahora las posiciones, las reacciones y, si es que hubo, los argumentos y las fundamentaciones. Apliquemos ahora la pregunta: ¿fue sin ataques ni elogios en sí? ¿Fue con trabajo intelectual para escudriñar argumentos?
Debe notarse que Ocampo se refiere a ataques y elogios “en sí”, es decir, diatribas que no se ocupan de la cosa de la cual se habla. En otras palabras, elaborar un pensamiento crítico no es atacar en sí sino pensar críticamente una obra. Reivindicar una determinada acción cultural es pensar también críticamente sus aspectos destacables, lo cual en nada se asemeja a la adulación en sí.
De la lectura de este libro se sale mucho mejor informado acerca de la obra y la figura pública de Victoria Ocampo. Pero también se sale con algunas preguntas movilizadoras para el pensamiento crítico. Preguntas que les serán de utilidad al artista y al político. Preguntas que forjó una investigadora que se animó a salpicar su mirada de la humedad de aquella pampa húmeda, la de Ocampo, y contrastarla con esta árida superficie blanquinegra de las miradas actuales más difundidas.
Ficha técnica:
Victoria Ocampo, cronista outsider
María Celia Vázquez
Beatriz Viterbo Editora
Fundación Sur
2019
ISBN 978-950-845-378-5