40 años, la misma necesidad de liberación
(Por Laura García Vázquez) Hace 4 años escribía este texto, dedicado a la memoria de mis padres, Néstor Enrique García y María Ester Vázquez, de cuya desaparición se cumplirán 39 años el próximo 13 de julio, y, a través de ellos, a toda su generación de compañeros y compañeras militantes revolucionarios.
Me pregunto, una vez más ¿ Por qué es que desaparecen? y respondo, cada vez con más certeza: porque no todos somos iguales.
“Que la memoria nos ayude para que lo simbólico no nos tape lo real. Por la memoria de nuestros compañeros y compañeras desaparecidos.
Queremos orientar nuestra reflexión hacia el significado de un hilo conductor histórico. Desde el: “seamos libres, lo demás no importa nada” de nuestro general San Martín, pasando por el “Liberación o dependencia” de los 70 queremos llegar a nuestros días.
Desde nuestra mirada, luchar hoy por la emancipación de nuestra patria, por el futuro para nuestros hijos e hijas tiene que ver, directamente, con recuperar nuestros recursos naturales, todos, los de las islas Malvinas y los de la plataforma marítima y continental, con no permitir el saqueo producido por empresas transnacionales, con ser un país con soberanía energética y con soberanía alimentaria, que proteja el medio ambiente, que favorezca el desarrollo cultural y social y los derechos humanos de todos sus habitantes.
Como hay tanto por hacer, creemos que el 24 de marzo es un día de homenaje, de reflexión, de construcción. El mejor homenaje que podemos hacer hacia los desaparecidos es trabajar para que el avance producido en el campo del poder judicial con el desarrollo de los juicios a los genocidas se traslade al campo de la economía donde las consecuencias de la dictadura afectan directamente a gran parte de nuestros hermanos. El proceso iniciado por Jorge Rafael Videla y que continuó en otros gobiernos democráticos vino a ahondar nuestra dependencia. La deuda externa fue contraída ilegal e ilegítimamente mientras se asesinaba impunemente a miles de argentinos. La represión fue un paso necesario para endeudar a nuestro país y acentuar su dependencia. Gobiernos democráticos, un poco más tarde, continuarían con este plan efectivizando el saqueo mediante entregas y privatizaciones.
Por todo esto el “no pago de la deuda” no es una consigna vacía ni panfletaria sino que representa directamente el dolor de las muertes, las de los desaparecidos y las de las muertes evitables que se produjeron durante todos estos años. Y es una consigna con un gran valor histórico que no olvidamos los que venimos con esta lucha desde la dictadura. Nos parece bien que se haya bajado el cuadro de Rafael Videla, pero no nos parece bien que se pague la deuda al Club de París, contraída durante la dictadura. Esta deuda se paga con nuestras reservas que deberían usarse para necesidades urgentes e imprescindibles para el bienestar de toda la población. Con su pago se van los esfuerzos y el trabajo de los argentinos.
El significado de este proceso está perfectamente denunciado por Rodolfo Walsh en su carta abierta a la Junta Militar del 24 de marzo de 1977, carta de la que justamente hoy se cumplen 35 años.”
24 de marzo de 2012
Incorporamos, cuatro años más tarde, alrededor del 24 de marzo de 2016, algunas palabras referidas a este tiempo que estamos viviendo los argentinos. Siempre, desde hace 40 años, hago un balance alrededor de esta fecha tan dolorosa y particular. No pudiendo escapar a las décadas, los números redondos redimensionan la historia, la verdadera historia, desde una mirada que intenta incorporar pasado, presente y, sobre todo, futuro.
Nuestro país gobernado por Cambiemos
Cuatro años después, es otra la situación en la que nos encuentra este nuevo 24 de marzo donde los argentinos salimos nuevamente a marchar por Memoria Verdad y Justicia por las plazas y las calles de todo el país. Múltiples causas han determinado esta etapa que nos toca atravesar en la cual, creemos, humildemente, que, justamente en el año del Bicentenario de la Independencia, se ha vuelto a reformular lo contrario: la dependencia. No porque la hubiéramos superado en estos años anteriores sino porque los acontecimientos nacionales y latinoamericanos indican claramente un retroceso considerable a favor de la dependencia y esta realidad amerita, aunque no es tema de este escrito, estudiar seriamente y con autocrítica lo sucedido, como responsabilidad de cada persona, o grupo, u organización. Todo esto representa una cruel ironía del destino, tan cruel como tener que admitir que ganó las elecciones una alianza encabezada por un partido (el PRO) que no tiene, ni siquiera, un pedacito de origen popular, obviamente con la complicidad y la ayuda de un partido que traiciona, una vez más, su origen. Me refiero a la Unión Cívica Radical.
La conciencia de la realidad nos indica que se producirá en los próximos meses una gran recesión, y también que, por otro lado, hay reacciones importantes, pero que el grado de fragmentación y de disputas mezquinas y egoístas todavía prevalece demasiado y actúa en contra de la necesidad de unirnos y organizarnos.
Hegemonía o democracia
En el camino de fortalecer la esperanza y el espíritu patriótico y emancipador de tantos hombre y mujeres latinoamericanos que han trabajado incansablemente por la emancipación y la integración de los pueblos, es momento de considerar seriamente cómo buscamos la unidad necesaria, ante esto creemos que hay dos visiones: la hegemónica que lleva a disputas internas o competitivas a ver quién o quiénes dirigen o conducen las acciones (y que por lo tanto implican dominar, utilizar y hasta a veces desaparecer al otro, sea una persona o una organización) o la democrática (que nada tiene que ver con lo formal e institucional de la democracia) que necesita de grandeza, solidaridad, respeto, diálogo, intercambio. Por supuesto esto amerita un gran cambio cultural de la práctica política pero sin duda contribuiría a aumentar la participación de personas independientes y ayudaría a reunir fuerzas y voluntades a la hora de enfrentar el proceso político que estamos sufriendo.
Habría que separar los momentos de construir lo propio de los momentos de unirnos y organizarnos en la acción, sin perder convicciones propias ni objetivos comunes. Esto sería sabiduría, eso quisimos que sucediera el pasado 24 de marzo. Por esto seguimos trabajando diariamente considerando que hoy es un trabajo imprescindible para la liberación, que sigue siendo nuestra necesidad.