Una compañía sin techo
NuevoDrama no tiene techo. En cada obra que el grupo estrena, el espectador supone que han llegado a la mayor madurez artística a la que una compañía de teatro puede arribar. Sin embargo, cuando una nueva puesta pisa las tablas, la sorpresa de los habitantes ocasionales de las butacas es notoria. Y una vez más surge el pensamiento: han llegado a su mayor madurez. Será una nueva ilusión.
Este sábado 13 de junio en Centro Cultural La Panadería de Bahía Blanca, NuevoDrama estrenó una versión de la obra de Bertolt Brecht, La resistible ascensión de Arturo Ui. A 60 años de la ¿muerte? del autor, este grupo de artistas no podría rendir mejor homenaje.
La elección de la obra y el autor suponen varios riesgos. Por un lado, el desafío de que la puesta y la dirección sean originales, ya que se trata de un clásico. Por otra parte, hacer inteligible un mensaje aparentemente de otra época. Nada de esto resultó un problema.
Escrito en 1941, Der aufhaltsame Aufstieg des Arturo Ui, narra el acenso del nazismo al poder, a través de la acción despiadada de un grupo de matones en Chicago, encabezados por Arturo Ui. Esto suelen decir las crónicas. Sin embargo, no se trata sólo de la descripción de un proceso de crecimiento de una figura, sino de un proceso de descomposición social que permite la ascensión de la figura.
La obra es oportuna. La hipocresía, la moral superficial y el terror en la intimidad de las entrañas, no son actitudes de un loco que busca el poder en forma personal, sino la propuesta de control social de grupos reducidos y enriquecidos a través de la violencia. Los negocios turbios cubiertos a través del consenso obtenido por la compra de voluntades o impuestos con violencia. Si una parte relevante del fascismo está constituida por estas características ¿no hay mucho de esto en la oferta política electoral actual? Saliendo del terreno electoral ¿no hay mucho de esto en los discursos de los dirigentes ungidos por el agua bendita de la santa empresa?
La suerte de Arturo Ui y su caterva de obsecuentes (por temor u oportunismo) no está desvincuala del presente político y cultural. Puede el público salir de la sala impresionado y bajar la cabeza de regreso a casa, observando la tierna tranquilidad de las baldosas conocidas del camino, o puede elevar la mirada y ver lo que se ve cuando se miran con atención los negocios de este terruño y su puerto. Más de un Arturo Ui y sus víctimas hay también en los negocios de nuestra ciudad. También una sociedad que calla y va permitiendo más violencia y silencio de los crímenes del poder.
La versión y dirección son del actor, director y dramaturgo Manuel Santos Iñurrieta, que trabaja con el grupo desde hace algunos años. Los detalles y los grandes aspectos del relato construidos a partir de la obra original permanecerán en la retina del buen público.
La calidad del trabajo actoral, sumado al de todo el grupo, permiten salir y entrar de emociones diferentes e igualmente profundas. El público puede reír a carcajadas así como atrincherar los nervios en la angustia más visceral. Identificación. Asco. Simpatía. Vergüenza ajena. Vergüenza propia.
Las actuaciones son implacables. Varias generaciones ponen el cuerpo, los sentidos y la palabra al servicio Arturo Ui. Allí están los veteranos Julio Teves y Oscar Pascuaré dando clase por el módico precio de una entrada. Allí están Hugo Ledesma y Alberto Rodriguez con la presencia actoral que la historia sobre las tablas trasunta en cada función. Allí están los más jóvenes completando una compañía equilibrada y sólida. El desempeño de Celeste Moore no es posible; pocas veces tanto artista habita un solo cuerpo. Arturo Ui es una Rocío Ameri cuya interpretación permite conocer la superficialidad y la intimidad del personaje peligroso y complejo. Leonardo Fabrizzi sostiene tejidos y tensiones necesarios para el desarrollo de la acción dramática. Jorgelina Fernández tiene triple rol: música original, actriz y ejecutante musical, y con ello, tres aplausos.
El resto del equipo completado por Victoria Tello en iluminación, Mauro Casco y Micaela Forestier en proyección y sonido, Héctor Amigo en escenografía con la colaboración de Rodríguez, Sebastián Ameri en coreografía, entrenamiento y asistencia general, Moore y Ameri en vestuario, se evidencian como un sustento relevante para el resultado final. La realización de vestuario es de Rosangela Nunes Rodriguez y Forestier.
La obra estará en cartel todos los sábados, en el Centro Cultural La Panadería (Lamadrid 544).
Pocas veces se sale de una sala con la sensación de que nada hay por objetar, y mucho hay por agradecer.
Foto: Nicolás Tramontana