“Con la muerte de Lalo generaron terror para paralizar”
De Temuco a Bahía Blanca: los sueños inconclusos. Carlos y Sonia son hermanxs de Víctor ‘Lalo’ Oliva, inmigrante chileno de Temuco que vivió en Bahía Blanca desde 1974 y fue asesinado por la Triple A en 1975. Visitaron el estudio de FM De la Calle para invitar a la comunidad bahiense -el pasado 23 de septiembre- a una charla que dieron junto a Guido Bello, Jessica Visotsky, Dante Patrignani y Pablo Fermento de la Unidad Fiscal.
La actividad se realizó en el marco de los 40 años de la Operación Cóndor en el Cono Sur y fue organizada por la CTA, la Coordinadora por el Juicio a Montezanti, la Iglesia Metodista y la Subsecretaría de Derechos Humanos de la UNS.
Ya se realizaron actividades en Chile, Uruguay, Paraguay. En nuestro país, se recuerda en paralelo con los juicios de lesa humanidad y, a nivel local, con el juicio académico a Néstor Montezanti, docente universitario recientemente suspendido por su participación en la última dictadura militar como Personal Civil de Inteligencia (PCI).
Durante la entrevista Carlos explicó qué cosas hacía su hermano, cuáles eran sus intereses, dónde militaba, por qué fue un perseguido político y por qué lo asesinaron.
“Lalo respondía a los estímulos de la época. Empezó a militar desde muy joven en la enseñanza media y luego en la Universidad Católica de Temuco dentro del Movimiento de Izquierda Revolucionario. Era un dirigente estudiantil y representaba al estudiantado de Temuco en el Senado. Militó hasta que llegó el golpe”.
La Universidad en la cual estudiaba lo consideraba un “sujeto peligroso” y esto, en parte, explica su exilio a la Argentina. Aquí transitó por las ciudades de Cipolletti, Buenos Aires y Bahía Blanca. Durante el tiempo que estuvo en nuestra ciudad, Lalo se inscribió en la carrera de Filosofía de la UNS, al tiempo que se vinculó al Partido Revolucionario de los Trabajadores. “Hasta que fue secuestrado en Cipolletti y lo asesinaron. En La Plata, en el Archivo Provincial por la Memoria, hay información que indica que la (policía) Bonaerense –en vinculación con la DINA- lo identificaba como jefe de célula del PRT”, agregó Carlos.
Jessica Visotsky es doctora en Historia y hace tiempo investiga el accionar de la Triple A en la UNS, puntualmente, las complicidades civiles. “Víctor es uno de esos 50 estudiantes que fueron víctimas del terrorismo de Estado”, expresó.
“En los últimos años se ha tomado conciencia de la memoria y de que estos juicios no pueden prescribir. Las organizaciones hemos luchado para que se haga justicia. En Chile se han creado cárceles que parecen hoteles para los acusados. Las penas han sido tan bajas, un insulto a la familia”, dijo por su parte Sonia.
En Chile se aplica una figura sui generis de media prescripción a los delitos de lesa humanidad, la única excepción son a los delitos cometidos por la cúpula de la DINA, con los cuales sí se aplica penas efectivas. “La Corte Suprema de Santiago acaba de condenar a 10 años a 3 carabineros con condena efectiva en caso de derechos humanos, es inédito en causas regionales. Hay luces, muchas sombras, nadie nos dijo que esto era fácil. Hay más retrocesos que avances. Entendemos que tenemos una responsabilidad moral, ética y política de llevar adelante estas causas, este es nuestro desafío”, agregó Carlos haciendo referencia a los procesos judiciales que se están desarrollando al otro lado de la cordillera.
La muerte de Lalo no es casualidad. Las fuerzas de la dictadura lo secuestraron y asesinaron porque él reunía un perfil particular: “era un inmigrante, militante, estudiante; fue elegido por la Triple A en alianza con la DINA. En algunos apuntes que estuve releyendo, me percaté de que la Bonaerense tenía información sobre él, lo tipifican como ex militante del MIR de Chile, antes de cometer el crimen. Esto lo hacía vulnerable porque acá no tenía mucha protección”, señalaron Carlos y Dante Patrignani haciendo referencia al hecho de que, después que asesinaran a Víctor, hubo una diáspora inmediata en Chile producto de ese terror.
Finalmente, los familiares de Víctor reconocieron la labor de la Iglesia Metodista en el pasado reciente y en el presente luchando por la justicia y la verdad: “hay que reconocer la labor que ellos tuvieron para acoger a exiliados chilenos en el ‘73,’74,’75. Más que nada porque hoy en día, ellos colaboran para que opere una justicia que no sea a medias”.