Epidermis

(Por Astor Vitali) Todo pasa y nada queda. Todo nos roza. Esa es la impresión del mundo contemporáneo. Esa es la militancia Cambiamos, también. Hacer que pasen cosas como para que parezca que pasa algo pero en rigor nada pasa.

Este mecanismo consta de una severa ocupación por los anuncios y sus formas. Casi nadie repara luego en si se cumple o no lo anunciado. Más: no importa. Importa mostrar que se hace que se hace.

Bahía Blanca maneja posgrado en este tema. Anuncios de obras estructurales que no se llevan a cabo. Bahía 2040. Las promesas de Vaca Muerta. Las promesas laborales del Polo Petroquímico. Cada promesa hilada por un hato de especialistas en planificaciones (más nunca en aplicaciones).

Se anuncian políticas sociales que mejorarían las anteriores. Pero además se lo hace tomando a uno de imbécil como si no fuera un hecho público y notorio que la mayor parte de los trabajadores y de las trabajadoras abocadas a la cuestión social están mal pagas, precarizadas y sin recursos.

La tomada de pelo aumenta cuando se arman estructuras para crear no estructuras. Hay secretarías enteras (cuyos funcionarios cobran sueldos altos y con beneficios sociales, desde un escritorio y con nula utilidad social) que están creadas para armar no estructuras de trabajadores (sí verdaderamente capacitados) sin sueldos como mandata la constitución, sin estructuras y sin ningún tipo de estabilidad.

Hay que definir claramente que si bien la estabilidad es un reclamo laboral, se trata en rigor de la base de cualquier proyecto pasible de perdurar en el tiempo. Ningún proyecto social puede mantenerse si su estabilidad está cuestionada de origen.

Los pibes y las pibas de los barrios lo saben. Conocen que si un día le abren un taller al día siguiente podrá venir otro selfiefuncionario a cerrar ese taller que le servía para poner uno “de onda” absolutamente inútil a las necesidades barriales.

Pero el anuncio está hecho, la selfie publicada y los medios ya han difundido. La tarea ya está hecha para esta militancia epidérmica. A la gente de a pie no le cambió nada. Al menos en sentido positivo.

El municipio publica una agenda con “un amplio programa de actividades” para el aniversario que el estado municipal se da para su autofestejo. El anuncio es de un montón de líneas. Las actividades: descubrimiento de placas, muestra de granaderos, algo del trabajo de los museos públicos, una visita oficial chilena, ofrenda floral a los restos de Demostenes en la Catedral(¡!), el clásico acto educativo, ceremonia con las autoridades militares y su banda, desfiles, y un par de números artísticos. Por supuesto, paseo gastronómico y foodtrucks.

Yo te invito a que mires en detalle esa agenda y encuentres su sentido. ¿A quién le sirve? ¿A quienes involucra? ¿A quiénes les habla? Más allá de la exitosa militancia marguística del “que vuelvan los sulkys”, avalada por el intendente municipal, y del aprovechamiento de la actividad cultural que ya existe en algunos espacios, el calendario de actividades está pensado para que todo ocurra en superficie, sin mayores contratiempos.

A menudo, los actos “oficiales” se pasan de rosca a un nivel de formalidad absoluta donde nada puede acontecer por fuera del ceremonial. Y esto en política es un punto muerto. Una serie de eventos que buscan no tener significado.

En cambio, la política general que los cobija les da todo el sentido. La militancia por la política epidérmica es aquella que desprecia a la realidad concreta de su pueblo y actúa para las cámaras de sus celulares y se publica en redes.

Lamentablemente, lo único que permite que está política -por ahora- no tenga límites es que por abajo no hay el bullicio suficiente como para que su vibración haga temblar el brazo que sostiene la mano que gatilla la selfie epidérmica. Tal vez un día, atrás del rostro sonriente de los ajustadores, un huracán popular les sorprenda como fondo de imagen.