La ciudad rota: reclaman “políticas innovadoras” frente a la pobreza y la desigualdad

La verdadera grieta local es entre quienes tienen derecho a la ciudad y quienes no. Lo muestran estudios de la UNS que advierten que Bahía Blanca sufre una “clara segmentación socioeconómica y espacial resultante de un ordenamiento urbano dictado por el mercado y el desarrollo inmobiliario privado, olas migratorias desde sectores rurales, las recurrentes crisis económicas y la nula o escasa planeación gubernamental”.

Bajo acceso a servicios, exposición a eventos naturales, carencia de infraestructura urbana y contextos de contaminación son algunas de las características de los sectores ambientalmente vulnerables en la ciudad.

Luego del estudio que revelara que 82 mil bahienses viven en situación de pobreza multidimensional intensa o severa, un nuevo informe caracteriza la vulnerabilidad ambiental de Bahía Blanca.

“La vulnerabilidad ambiental urbana refiere al riesgo de sufrir eventos súbitos de la naturaleza, pero también aspectos continuos de daño eventual, como la contaminación o el acceso escaso o nulo a infraestructura y servicios básicos”, explica el trabajo, que puede verse en este enlace.

Los hogares con mejor dotación de recursos y mayores ingresos “se ubican en los sectores norte y oeste del conglomerado urbano, donde la lógica del mercado de tierras ha determinado valores más onerosos para los terrenos, principalmente en base a características ambientales y naturales (terrenos firmes, de mayor altitud, menor riesgo de inundación, etc.). Por el contrario, las familias en peor condición socioeconómica se asientan en las regiones sur y este, lindantes a la zona marítima y a las rutas nacionales que rodean la mancha urbana local”, explican.

Insuficiencia alimentaria grave

En cuanto a la realidad socioeconómica, en los hogares ambientalmente vulnerables un 32,5% declaró insuficiencia alimentaria grave (haber sufrido hambre, falta de alimentos en el hogar y/o pasar un día entero con una sola comida o sin comer en los meses previos a la encuesta), contra menos del 7% de quienes viven en sectores no vulnerables. Además, declararon depender de la asistencia estatal (un 30,5% recibe la Asignación Universal por Hijo) y casi un 40% no tiene acceso a cobertura de salud.

Según los datos recabados, más del 44% de los hogares vulnerables ambientalmente indica que sus ingresos son insuficientes, mientras que un 43,3% respondió que le alcanza y solo un 12,3% puede ahorrar.

“En los sectores de la ciudad afectados ambientalmente se conjugan múltiples privaciones de diferente índole, generando espacios de vulnerabilidad social. En este contexto, las cuestiones ambientales juegan un rol importante en la determinación de problemáticas actuales, como también en la reproducción de la vulnerabilidad hacia generaciones futuras”.

“Las problemáticas ambientales urbanas tienen efectos comprobados sobre el stock y acceso a salud de calidad, a partir de la contaminación intrahogar por la falta de energías limpias o seguras, falta de confort climático en la vivienda, reproducción de agentes patógenos y presencia de bacterias, entre otras”, detalla el trabajo.

Además, el anegamiento de calles y falta de movilidad dificultan el desplazamiento de ambulancias y transporte público para el traslado hacia centros de salud y educativos. También, estos hogares presentan un mayor riesgo ante eventos súbitos (tormentas, vientos huracanados, etc.). “Estas consecuencias negativas afectan más a grupos vulnerables como mujeres embarazadas, niños y ancianos”, indicaron.

“Habitualmente en las ciudades latinoamericanas las familias de bajos ingresos son guiadas por la lógica de la necesidad a poblar lugares de peor condición, fomentando un proceso de segregación social, con consecuencias nocivas para el desarrollo de la ciudad”, explica el magister Mauro Reyes, autor del informe.

Según Reyes, “la vulnerabilidad ambiental urbana afecta a los sectores más carenciados de la ciudad (en su mayoría). De este modo, las cuestiones de entorno urbano se agregan a otras facetas de vulnerabilidad social, conformando un entorno negativo para las familias afectadas. Se entiende que dicha situación debe mejorarse rápidamente a los fines ampliar las oportunidades de desarrollo de las familias afectadas. Se impone el diseño y aplicación de políticas innovadoras e integrales en estos sectores, con el objetivo de romper con la dinámica negativa descripta y mejorar las condiciones de vida generales”.

Pobreza intensa o severa

Otro estudio del IIESS sobre pobreza multidimensional analiza 15 indicadores agrupados en 5 dimensiones: Vivienda, Servicios Básicos, Alimentación y Salud, Educación, Empleo y Seguridad Social.

“En este informe particular nos adentramos en lo que llamamos pobreza multidimensional, que es mirar en los hogares de Bahía Blanca si presentan varias privaciones al mismo tiempo”, explicó la doctora en Economía María Emma Santos, una de las coordinadoras del trabajo. “Un hogar es pobre multidimensionalmente cuando presenta privaciones en varios indicadores a la vez. Por eso hablamos de “intensidad de la pobreza”, aclaró.

La encuesta se hizo con una muestra de 1421 hogares bahienses, que comprenden 4199 personas, y de sus datos se concluye que 28% de la población –se estiman unas 82 mil personas- en Bahía Blanca habita en hogares en pobreza multidimensional intensa o severa: están privados en el equivalente de más de una dimensión completa del bienestar.

De los mencionados casi 30 mil son niños, niñas y adolescentes de 0 a 17 años, de los cuales 14 mil están en hogares en pobreza multidimensional severa.

Un dato alarmante: la incidencia de la pobreza multidimensional severa entre los niños, niñas y adolescentes ese rango etario es 1.5 veces la incidencia de la pobreza entre los adultos de 18-64 años y 5.6 veces la incidencia entre los adultos mayores (65 años y más). Según los datos que arroja la encuesta, un 7% de los niños, niñas y adolescentes que asisten a la escuela (aproximadamente 3600) está rezagado en el nivel escolar con respecto a su edad, y aproximadamente 2000 chicos directamente no están asistiendo.

“Se observa también una significativa segregación socio-espacial: mientras que un 1/5 de la población bahiense habita en barrios vulnerables, estos barrios albergan a 2/5 del total de la población en pobreza multidimensional intensa a severa”, indicó Santos.

Además, el informe revela que el 16% de la población (46.476 personas) se encuentra en una situación de inseguridad alimentaria moderada a severa. De ese total, 17.387 son niños, niñas y adolescentes de 0 a 17 años de edad. Las privaciones con mayores incidencias detectadas son falta de cobertura de salud (29% de la población), trabajo precario (23% de los ocupados), bajo logro educativo (18% de las personas de 20 años y más), vivienda precaria (17%), inseguridad alimentaria (16%) y saneamiento inadecuado (16%).

“También es preocupante que el 8% de la población vive en hogares con hacinamiento para dormir, con los perjuicios que eso implica para la salud y el desarrollo de niños, niñas y adolescentes. Un 7% cocina y calefacciona con energías contaminantes como leña o kerosén, y ese mismo porcentaje carece de acceso o tiene un acceso irregular a la red eléctrica. Además, encontramos que un 7% de la población activa está desocupada”, agregó Santos.

“Hay una imperiosa necesidad de políticas interconectadas entre las diferentes dimensiones, en las que haya un diseño mejor, alineado con las necesidades de cada grupo poblacional y que priorice a los grupos con mayor intensidad de pobreza”, remarcó la investigadora.

Según explican sus autores, una encuesta como la realizada no tiene precedentes en la ciudad por tres motivos: “porque se logró un tamaño muestral que triplica al tamaño de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), porque logró una excelente cobertura de los barrios más vulnerables de la ciudad, y porque indaga sobre una gran cantidad de variables socio-económicas y de condiciones de vida de las familias bahienses, incluyendo por primera vez indicadores que no están incluidos en otras fuentes de datos de recolección habitual”.

Para ellos, “por estos tres motivos la EPUE-2021 constituye una fuente de datos de enorme valor para el IIESS, pero especialmente para la ciudadanía de Bahía Blanca y los hacedores de política pública”.

El grupo de trabajo estuvo conformado por 37 investigadores, investigadoras y becarios y un importante grupo de alumnos y alumnas que visitaron los hogares y realizaron las encuestas. La dirección general fue de la doctora Silvia London y el diseño muestral y coordinación del trabajo de campo de los alumnos estuvo a cargo de la doctora Valentina Viego.

Fuente: UNS.

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