Juicio Ejército III: “No se puede poner en palabras”
Ni el sufrimiento de los familiares de sus compañeras desaparecidas y de los bebés nacidos en cautiverio ni el dolor de haber estado tanto tiempo lejos de su patria. Gladis Sepúlveda, ex estudiante de la carrera de Servicio Social de la Universidad del Comahue y militante del PRT, declaró nuevamente en Bahía Blanca.
Brindó detalles sobre su secuestro en el Operativo Cutral Co y su cautiverio en el centro clandestino de detención y torturas La Escuelita y las cárceles de Neuquén, Villa Floresta y Devoto. Se exilió en Alemania y volvió con la democracia a empezar de cero en Tucumán.
“Yo no quería volver al Valle porque iba a ser muy triste recordar a las compañeras que están aún desaparecidas. Es como una tortura también para los familiares no saber dónde están, como así los niños que están desaparecidos. Reclamo que se pueda hacer algo, hagan lo que puedan, es un sufrimiento que no se puede poner en palabras”, dijo al tribunal.
Las audiencias se reanudarán el miércoles 14 de diciembre a las 9:30 y al día siguiente en el mismo horario. Por problemas técnicos con la videoconferencia esta mañana no se pudieron escuchar tres testimonios desde Neuquén, por la tarde hubo tres declaraciones. Además de Sepúlveda, ayer se presentaron cuatro ex colimbas de la Agrupación Tropas.
“Era necesario un cambio”
Como hija de trabajadores creció escuchando los reclamos de sus padres sobre las injusticias, los magros salarios, la falta de atención de salud o la imposibilidad de terminar la escuela. Se recibió de maestra, comenzó a trabajar y para “hacer mejor mi carrera pedagógica” se anotó en Servicio Social.
“Era necesario para mí un cambio y traté de hacerlo desde el cristianismo pero no alcanzó. Cuando llegué a la universidad se abrieron otras ventanas. Servicio social en los 70 empezó a tener un cimbronazo de cambio de los que se estaban dando a nivel del mundo, cambio de estructuras, mayor participación de la gente, lograr igualdad de derechos referidos al bienestar del pueblo”, comentó.
Sepúlveda y sus compañeras querían ser mejores profesionales y por eso cuestionaban el carácter asistencialista de su formación y planteaban un mayor compromiso político social. “La ideología que implicaba el cambio y el compromiso era el marxismo leninismo, conociendo la Revolución Cubana donde todos tenían acceso a la educación y a la salud y no eran un bien de mercado, era un camino a seguir”.
Se acercó al Partido Revolucionario de los Trabajadores y cambió el trabajo de maestra por un puesto administrativo en la Universidad del Comahue. “Cuando vino el avance del conservadorismo en el peronismo y estuvo Remus Tetu de rector interventor, hubo una persecución a docentes y no docentes y aparecieron listas negras, era un tiempo de mucha inseguridad respecto al trabajo. Volví a la docencia y pedí una licencia sin goce de haberes. Igual fui cesanteada junto a cien personas”.
A los pocos días las fuerzas de seguridad realizaron el Operativo Cutral Co. La Policía de Rio Negro la buscó en casa de sus padres y en la escuela. Como no la encontraron secuestraron a su familia. Se presentó el 14 de junio y quedó detenida por orden del V Cuerpo de Ejército.
La llevaron a la Unidad 9 donde le hicieron firmar la libertad aunque fue trasladada en avión a Bahía Blanca. “Nos amontonaron en un lugar, nos hicieron como una ronda, nos dieron un empujón y caímos unos arriba de otros. Nos sacaron de ese lugar y quedamos contra la pared, nos dijeron que nos iban a fusilar. Después nos fueron separando, vino un señor que decía ‘colaboren’, jugaba el rol de bueno. Luego me llevaron al quirófano que era el lugar de tortura. (…) Me preguntaban sobre mi participación en el gremio de la UNTER, me leyeron una lista de nombres que no conocía”.
La dejaron en un sitio “donde escucho voces que piden agua, reconozco la voz de Susana Mujica y muy débilmente de Cecilia Vecchi. Con el cambio de guardia escucho los nombres de Elida Sifuentes, de Alicia Pifarré y de Mirta Tronelli”.
El 16 o el 17 de junio se llevaron a Mujica y a Vecchi: “Escucho los insultos, los tironeos, a Mónica Morán que pedía sus lentes de contacto y la cajita. Cuando llego a Floresta en los diarios leo que ha sido muerta en enfrentamiento y ella estaba allí. Imposible”.
Escuchó también a un guardia cantando “La pájara pinta” de María Elena Walsh y a Alicia Pifarré entonando “El cautivo de Til Til” sobre “el guerrillero de la libertad”. “Había una chica Susana que lloraba mucho y le dijeron que se callara porque la iban a hacer jabón como los alemanes a los judíos. Aparentemente la habían detenido en una esquina, la confundieron con otra persona”.
Aproximadamente el 25 de junio fue “blanqueada” en la cárcel de Villa Floresta donde quiso denunciar las torturas pero “la celadora llamó al enfermero y me dijeron que si hacia la denuncia me llevaban de nuevo a ese lugar”. El 14 de diciembre la trasladaron en un violento vuelo a Devoto. “Había un régimen sumamente severo, el inspector dijo que de ahí íbamos a salir locas o muertas. No nos prohibían muchas cosas de la vida cotidiana como bordar, tejer, e hicimos todo un plan de resistencia y no salimos ni locas ni muertas”.
Casi tres años después recibió asilo político en Alemania: “Que me hayan dado la libertad en otro país fue muy fuerte y muy difícil, más con una lengua que uno no conoce y más allá de que yo haya tenido todas las necesidades económicas mínimamente resueltas estaba lejos de mi trabajo, no podía ejercer de maestra… No puedo poner en palabras el sufrimiento de haber estado lejos de mi patria”.
“No me pude casar en Argentina, mi compañero de vida en aquel entonces se fue a vivir a Alemania con trámites de Amnesty como integración de familia -recordó-. Volvimos un año después de asumida la democracia y volvimos a Tucumán porque allí él tenía trabajo y había que empezar de nuevo. Yo no quería volver al Valle porque iba a ser muy triste recordar a las compañeras que están aún desaparecidas. Es un sufrimiento. Es como una tortura también para los familiares no saber dónde están, como así los niños que están desaparecidos. Reclamo que se pueda hacer algo, hagan lo que puedan, es un sufrimiento que no se puede poner en palabras”.
La nota completa en www.juiciobahiablanca.wordpress.com